PREGUNTA.- Puede parecer una pregunta muy peregrina pero muchas veces leemos VIH y sida como sinónimos y no lo son. Por matizar, ¿qué es cada cosa?
RESPUESTA.- VIH son las siglas del ‘virus de la inmunodeficiencia humana’. Este virus infecta y destruye células del sistema inmunológico (linfocitos CD4). En ausencia de tratamiento, las personas con VIH pierden de forma progresiva estas células CD4, pudiendo llegar a una situación de inmunodeficiencia severa. Esto significa que la persona queda indefensa y predispuesta a enfermar debido a infecciones por diversas bacterias, virus, hongos o parásitos que no son habituales en personas con el sistema inmunológico sano. A este conjunto de enfermedades ,que se produce en el contexto de la inmunodepresión causada por el VIH, se conoce como SIDA que son las siglas de ‘síndrome de inmunodeficiencia adquirida’.
P.- Los primeros pacientes de VIH de los 80, además del estigma, la invisibilidad, y el rechazo social que sufrieron, fueron también la diana de aquellos primeros medicamentos, con más toxicidad. Muchas, afortunadamente, han sobrevivido, pero ¿qué secuelas les han producido?
R.- Las primeras combinaciones eficaces de fármacos antirretrovirales permitieron reducir de forma drástica la mortalidad causada por el VIH. Muchas personas que adquirieron el VIH en los años 80 ó 90 y que hasta entonces no disponían de un tratamiento pudieron salvar la vida gracias a estos primeros medicamentos. No obstante, eran fármacos que debían tomarse en forma de varios comprimidos varias veces al día, con mala tolerancia digestiva, en muchos casos, y efectos adversos serios, sobre todo, a nivel metabólico. Algunos de estos fármacos causaban lipodistrofia –una alteración irreversible de la distribución de la grasa corporal–, con efectos a nivel metabólico y que también provocaba alteración de la imagen corporal contribuyendo más a la estigmatización de las personas con VIH.
Estos cambios físicos y metabólicos producidos en el pasado continúan pasando factura a las personas con VIH ya que se asocia con aumento de grasa abdominal, hígado graso, aumento de riesgo de diabetes, aumento de riesgo cardiovascular, etcétera.
P.- Desde entonces hasta hoy, ¿cómo ha sido la evolución de los tratamientos? ¿Se invierte lo suficiente en la investigación de esta infección?
R.- Los tratamientos han mejorado de forma progresiva. Actualmente, disponemos de combinaciones de fármacos con muy alta eficacia que hacen que la mayoría de las personas con VIH consigan tener el virus indetectable unas semanas después de iniciar el tratamiento. Se ha mejorado también de forma sustancial la tolerabilidad y se han reducido los efectos secundarios. Además, son tratamientos más sencillos, de forma que muchas personas pueden tomar una sola pastilla diaria o incluso existen fármacos inyectables que permiten que algunas personas se estén tratando en este momento con inyecciones intramusculares cada dos meses.
Se continúa investigando en mejorar el tratamiento y, actualmente, hay diversos ensayos clínicos en marcha, sobre todo, de combinaciones con menos fármacos y que no requieran tomas diarias.
Sin embargo, todos los tratamientos disponibles permiten controlar el VIH, pero no eliminarlo y las personas con VIH requieren, a día de hoy, un tratamiento de por vida. Por tanto, se requiere todavía mucha más investigación en el tratamiento del VIH hasta conseguir tratamientos curativos.
P.- Ha aumentado la presencia de la enfermedad entre las personas mayores. Por ejemplo, según datos de la Encuesta Hospitalaria de pacientes con VIH, el porcentaje de personas con la infección atendidas en hospitales españoles con 50 o más años aumentó desde el 16,9% en 2008 al 55,5% en 2023 y las previsiones futuras van al alza. ¿A qué se debe este incremento?
R.- Afortunadamente, el tratamiento antirretroviral ha disminuido la mortalidad de las PVIH de manera drástica. Esto hace que las personas con VIH tengan una esperanza de vida cada vez más parecida a la población general y la edad media de las personas con VIH que atendemos en las consultas va aumentando. Es muy buena noticia, pero hace que tanto las personas con VIH como los profesionales nos enfrentemos a nuevos retos: comorbilidades, polifarmacia, problemas psicológicos, soledad, etcétera.
P.- ¿Por qué se produce el infradiagnóstico o el retraso de diagnóstico, especialmente, entre el colectivo sénior?
R.- Una cuestión muy importante es la infravaloración del riesgo (actual o pasado), por parte de la población y también por parte de los profesionales. Y otro motivo fundamental es la estigmatización que acompaña al VIH. Esto hace que no se piense en hacer la prueba a muchas personas. Las personas mayores, las mujeres y los hombres heterosexuales son los grupos en los que se da una mayor proporción de diagnóstico tardía. Por tanto, deben incrementarse los esfuerzos para mejorar el diagnóstico en estos grupos y diagnosticar antes, evitando llegar a situación de inmunodepresión avanzada.
P.- ¿Cómo es el tratamiento de la enfermedad cuando se trata de una persona mayor, con las enfermedades asociadas al envejecimiento que pueden surgir?
R.- El VIH puede aumentar el riesgo de algunas enfermedades asociadas al envejecimiento como la hipertensión, dislipemia, diabetes, insuficiencia renal, enfermedades cardiovasculares, algunos tipos de cáncer, insuficiencia renal, osteoporosis, o trastornos cognitivos; o bien alterar su curso o interferir en su manejo. Es importante diagnosticar, tratar y monitorizar estas enfermedades. Además, los tratamientos para el VIH, aunque cada vez tiene mejor perfil de tolerabilidad, pueden tener efectos adversos que empeoren estas otras enfermedades o que tengan interacciones con sus tratamientos, pudiendo aumentar la toxicidad o afectando la eficacia.
P.- En paralelo con la pregunta anterior, ¿están los sistemas sanitarios para abordar la enfermedad en las personas mayores? Y si no, ¿cómo deberían prepararse?
R.- El sistema sanitario ha hecho un gran trabajo en el manejo de la cronicidad. Actualmente, se está trabajando en trasladar e integrar el conocimiento adquirido en el control de otras enfermedades crónicas al manejo del VIH y en coordinar la atención de los especialistas en VIH con especialistas en otras enfermedades que se pueden asociar.
P.- ¿Cómo se afronta o cómo se vive el sida/VIH entre las personas mayores institucionalizas que lo padecen?
R.- El VIH debe tratarse como cualquier otra enfermedad crónica, monitorizando su control y vigilando la eficacia, toxicidad e interacciones de sus tratamientos. En aquellas personas mayores, con dependencia y, habitualmente, con diversas enfermedades y medicaciones asociadas tiende a priorizarse tratamientos sencillos, con buena tolerabilidad, con el menor impacto sobre sus otras enfermedades y medicaciones. Mantener el control óptimo del VIH incluso en personas muy mayores y dependientes es muy importante para evitar complicaciones médicas.
Hasta hace algunos años las personas con VIH eran excluidas de las residencias por el miedo a la transmisión. Actualmente, el desconocimiento sobre el VIH hace que estas personas en las residencias puedan sentirse estigmatizadas. Por eso es muy importante hablar del VIH y que se conozca que las personas que reciben un tratamiento eficaz (que permite suprimir el virus en la sangre) no transmiten el virus a otras personas.
P.- ¿Qué medidas preventivas sería conveniente adoptar a cualquier edad y por supuesto, no obviar a mayor edad?
R.- La prevención de la transmisión del VIH es importante a cualquier edad. Deben recomendarse métodos de barrera, aunque ya no exista riesgo de embarazo ya que ayudan a prevenir la transmisión del VIH y de otras infecciones de transmisión sexual. Además, debemos detectar las personas con riesgo elevado de contraer una infección por VIH para ser derivadas a programas de prevención pre-exposición (PrEP), cuya eficacia se ha demostrado que es mayor del 90%. Y hay que insistir en el diagnóstico, ya que las personas que reciben un tratamiento adecuado del VIH no trasmiten el virus a otras personas.