miércoles, 23 abril 2025
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Group Leader del Grupo de Investigación en Neuroimagen del BBRC

Gemma Salvadó: “Soy optimista sobre el futuro en Alzheimer pero nos queda mucho camino por delante, y eso sí, sin investigación esto no va a ningún sitio”

Acaba de asumir el cargo en la BBRC, de la Fundación Pasqual Maragall, centrado en el estudio de la fase preclínica del Alzheimer. Doctora en Biomedicina, Gemma Salvadó cuenta con una sólida trayectoria para avanzar en un campo tan fascinante y relevante como el del estudio de las funciones afectadas en el envejecimiento

PREGUNTA.- El centro de investigación de la Fundación Pasqual Maragall, βeta Brain Research Center, es, sin duda, un referente en la investigación de la enfermedad de Alzheimer. ¿Qué supone este nombramiento a nivel personal y profesional?

RESPUESTA.- Como yo digo, es como volver a casa, a nivel profesional evidentemente, pero también muy personal porque es un proyecto que lo siento muy mío. He crecido laboralmente con él, es muy importante y tendrá trascendencia a lo largo de los años. Por lo tanto, volver a formar parte de él me hace muchísima ilusión. Tengo muchas ganas de seguir contribuyendo en el proyecto y también hacerlo de otra manera, aportar más ideas y ayudar a nueva gente más joven a que aporte las suyas y a que crezca en este tipo de investigación.

P.- ¿Qué es lo que hace, concretamente, el Grupo de Investigación en Neuroimagen que usted lidera?

R.- Nosotros somos el grupo de Neuroimagen, como dice, esto quiere decir que lo que trabajamos, centralmente, es en imágenes del cerebro. Hay muchas maneras de mirar el cerebro con imagen ahora mismo. Una de las más típicas es la resonancia magnética, es más conocida y con ella podemos mirar muchísimas cosas. Lo más obvio y fácil es lo que llamamos la estructura del cerebro y si hay atrofia o si hay algún tipo de cambio morfológico que sucede en el cerebro. Esto es muy importante porque sabemos que la enfermedad de Alzheimer es una enfermedad muy larga, en la que van pasando pequeños cambios a lo largo de toda la enfermedad, pero también hay otras técnicas de neuroimagen y que en los últimos 15-20 años han habido muchos cambios, que son sobre todo la técnica de imagen PET –por sus siglas en inglés–. Lo que podemos hacer con este tipo de imagen es mirar más allá de la estructura, sino la función y las características más biológicas del cerebro. Dependiendo de qué tipo de trazador –porque esto es inyectando un trazador nuclear–, podemos ver diferentes características del cerebro. Por ejemplo, se sabe que las dos grandes características de la enfermedad de Alzheimer es la acumulación patológica de dos proteínas, una que se llama beta-amiloide y otra denominada tau. Con estos trazadores de amiloide y trazadores de tau, podemos ver in vivo dónde estas proteínas se están acumulando, lo que nos permite hacer por una parte diagnóstico, es decir, saber quién tiene un mayor riesgo de desarrollar unos síntomas clínicos en el futuro, pero también podemos hacer, dependiendo de qué técnica usemos, un pronóstico de cómo creemos que evoluciona la enfermedad, porque, por ejemplo, con la proteína tau, sabemos que dependiendo de no solo la cantidad, sino también dónde de las regiones cerebrales se acumula, los síntomas clínicos pueden ser un poco distintos. Es decir, aunque todos tenemos en la cabeza que la enfermedad de Alzheimer tiene los típicos problemas de memoria, etcétera, también es verdad que hay diferentes variantes, que algunas son más de comportamiento, otras más de lenguaje, etcétera, y esto depende en buena parte de dónde se acumula esta proteína tau que he hablado. Por eso es muy importante no solo saber la cantidad de proteína tau que tenemos en el cerebro –que esto se puede hacer con otros marcadores como en líquidos de cefalorraquidio, o en sangre últimamente–, sino también dónde se acumula, y por eso la imagen es lo único que nos puede dar esta característica topográfica.

P.- Ha pasado por la Universidad de Lund en Suecia –donde sigue al 50% compartiendo su tiempo–, y en la que se ha creado PrecivityAD2, un tipo de análisis de sangre capaz de identificar los biomarcadores propios del Alzheimer con una precisión del 90%…

R.- Este es un gran proyecto que ha llevado muchos años desarrollarlo. Yo me uní más tarde pero estuve en gran medida asociada y trabajando en el mismo. Una de las primeras cosas que siento es orgullo, porque creo que es un estudio realmente muy importante, ya no solo para la comunidad científica, sino para el desarrollo clínico y lo que viene para el futuro de la clínica en la enfermedad de Alzheimer. También quiero poner por delante que este estudio “es un estudio”, es decir, no significa que podamos utilizar un análisis de sangre ahora mismo para diagnosticar el Alzheimer. Se tienen que hacer validaciones en un mayor nivel, teniendo en cuenta diferentes tipos de pacientes, etcétera. Pero sí que es verdad que lo que demostramos es que con un análisis de sangre podíamos ver esos pacientes que tenían cierta queja cognitiva, ya sea por el mismo paciente o por alguien de referencia –que puede ser tanto un familiar o un médico–, podíamos ver que estos biomarcadores en sangre tenían una precisión del 90%, solo mirando este biomarcador, comparado con técnicas clínicas que actualmente se usan, que es como el líquido cefalorraquidio o el pet de amiloide.

Este es el primer paso, de muchos, para la validación de estos biomarcadores, pero lo que nos está llevando a pensar es que en un futuro no muy lejano podamos utilizar estos biomarcadores, es decir, solo una muestra de sangre –por lo tanto muy fácil de recoger–, junto siempre con la práctica clínica de un doctor, un neurólogo o un geriatra o el especialista pertinente, tener una precisión muy alta en saber si los síntomas clínicos se deben a la enfermedad de Alzheimer o la causa es otra. Con esto demostramos que con la muestra de pacientes que teníamos podíamos llegar al 90% con el análisis de sangre solo. Lo que pasa es que, como decimos, en ciencia y sobre todo en medicina, un estudio no significa que podamos mañana ir al médico y tenerlo. Ahora se tiene que validar, asegurarnos de que todo está correcto, que es válido para diferente gente, no todo el mundo responde igual, se tienen que hacer estudios a gran escala. Pero, lo que sí que es un resultado muy, muy prometedor y que seguramente llevará consecuencias a no muy largo plazo.

Gemma Salvadó, Group Leader del Grupo de Investigación en Neuroimagen del BBRC. / FUNDACIO PASQUAL MARAGALL

P.- Más recientemente, su Grupo, en colaboración con el consorcio Amypad (Amyloid Imaging to Prevent Alzheimer’s Disease), demostró la fiabilidad de la escala centiloide para medir las placas de amiloide, una de las principales características de la enfermedad de Alzheimer. Esta métrica fue avalada por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) como un biomarcador válido y sólido. ¿En qué consiste esta escala?

R.- Empezamos por el PET de beta-amiloide que como he dicho es una imagen que nos puede decir si hay esta proteína acumulada en el cerebro que es patológica. Hasta ahora en Europa, aunque en investigación se cuantifica de muchas maneras, en clínica, es decir, cuando vamos al médico solo se podía decir si había o no había, la respuesta era dicotómica y basada en la lectura visual. Pero, nosotros, en investigación, tenemos medidas más sensibles. Y aquí entra la escala centiloide que pretende ofrecer una escala de referencia en la que todo el mundo lo haga de manera más o menos estándar, por lo que el número siempre significa más o menos lo mismo. Centiloide viene de centígrado. Nos podemos imaginar que cero, como en la escala centígrada, es nada o cero frío. En nuestro caso, el cero en la escala centiloide significa que no hay amiloide. Y el 100 es la media de amiloide que se vería en un grupo típico de enfermos de demencia de Alzheimer. Tenemos el cero al 100, puede haber negativos y puede haber mayores que 100, pero la mayoría de la gente estará entre esos parámetros, más cerca del cero menos amiloide, más cerca del 100 más amiloide. Por tanto, como decía, antes clínicamente solo valía la lectura visual de un médico y era un sí o un no, no había una cantidad. Sin embargo, ahora lo que la EMA ha probado es que esta escala, la del centiloide, se pueda utilizar en ensayos clínicos, de manera que se puede incluir a alguien en un ensayo, por ejemplo, mirando su nivel de amiloide con esta escala, que es más sensible, y puede decirnos que hay amiloide pero en una menor cantidad y por lo tanto hacer este diagnóstico o este cribado mucho antes de lo que se vería solo observando la imagen.

P.- También la EMA reconsideró su decisión previa y recomendó, por fin, conceder una autorización de comercialización a Leqembi (lecanemab) para el tratamiento del deterioro cognitivo leve o la demencia leve debida a la enfermedad de Alzheimer. En su opinión, ¿qué es lo relevante de esta aprobación?

R.- Creo que es un paso muy, muy importante a muchos niveles. Primero, es el primer tratamiento que va directamente a retrasar la progresión de la enfermedad, es decir, hasta ahora lo que había eran simplemente medicamentos que intentaban disminuir o tratar los síntomas clínicos, pero no la progresión de la enfermedad, aquí estamos yendo a la base biológica de la enfermedad, por lo tanto, aunque no es un medicamento perfecto, sabemos que es el primero que hace algo para frenar un poco la rapidez de esta enfermedad. Evidentemente, a nivel de pacientes y familiares es importantísimo, es el primer paso después de casi 50 años de investigación en el que no salía nada, que todos los ensayos clínicos eran negativos. Por lo tanto, que haya uno que da resultados es importantísimo, y también para la investigación, porque había muchas farmacéuticas que empezaban a retirarse de la carrera de la enfermedad, porque parecía que no había nada que hacer, todo lo que se estaba haciendo no daba resultado, y es muchísimo dinero que se invierte sin ningún resultado. Al empezar a ver el primer resultado, aunque sea aún sutil, creo que ayudará a que haya más investigación en el Alzheimer y que podamos encontrar mejores tratamientos y mejores respuestas a todo ello en un futuro, esperemos que no muy lejano.

P.- Enlazamos con los avances en la investigación de Alzheimer y su progresión tan significativa. ¿Cómo ve el futuro?

R.- Intento verlo de manera optimista, no tengo una bola de cristal, pero espero que iremos por el buen camino. Se han hecho muchos avances en los últimos años, como comunidad. Se han desarrollado los biomarcadores en sangre que permiten que hagamos un diagnóstico a gran escala mucho más fácil y sin llevar a tanto coste para el paciente, esto es importantísimo. Estamos entendiendo cada vez un poquito más cómo funciona la patología de Alzheimer, es decir, entender la base biológica y creo que el futuro irá por los tratamientos y diagnóstico preclínicos, es decir, empezar a ver quién tiene alto riesgo para desarrollar la enfermedad a futuro, para intentar que esto no llegue a pasar, mejorando el tipo de vida –no fumar, no beber, comer bien, cuidarse, etcétera–; y finalmente, espero que llegue una medicina personalizada. Ahora hemos empezado con el primer tratamiento, un anti-amiloide, pero ya hay en estudio diferentes tipos de tratamientos que van a diversas líneas de la enfermedad, antitaus, otros que van más a la inflamación, otros que van más a otros tipos de cadenas biológicas…

Muchos esperamos que en un futuro sea como el cáncer, en el sentido de que no todo el cáncer se trata de la misma manera, sino que cada vez sabemos más sus características y a cada uno lo tratamos de manera diferente dependiendo del estadío, de cómo de agresivo es, etcétera. Esto sí que es a largo plazo, que le podamos dar el mejor conjunto de medicamentos que le puedan ir mejor por su estado en ese momento y por su progresión de la enfermedad. Yo soy optimista pero lo que sí que quiero dejar claro es que nos queda mucho camino por delante y eso sí, sin investigación esto no va a ningún sitio, esto vale para el Alzheimer, pero también otras enfermedades y cualquier tipo de ciencia.

También quiero agradecer muchísimo a la gente que se presta a dar su tiempo, a dar su granito de arena para que se pueda investigar y que nosotros podamos intentar avanzar, porque lo que más nos gustaría es poder decir que esto se ha acabado y que ya no hay nada más que hacer, que lo hemos curado.

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Emma Vicente
Emma Vicentehttps://entremayores.es/
Licenciada en Periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca. Cubre la información de salud e internacional de entremayores y la edición de Castilla y León.

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