Lázaro González / Presidente de la Plataforma de Mayores y Pensionistas (PMP)
“Que se victimice a las personas por la edad no ayuda y hace olvidar los factores que causan la vulnerabilidad”
Pregunta.- Según la información del Centro de Integración de Datos (CID), casi la mitad de los fallecidos —104— tenían 70 años o más. ¿Qué análisis realizan desde la PMP sobre estos datos?
Respuesta.- Las cifras dicen que, en términos porcentuales, las personas fallecidas de 70 años o más suponen el 48,1% del total. Las personas fallecidas de 20 a 69 años fueron el 47,7%. En una situación catastrófica y repentina como fue la DANA murieron muchas personas de todas las edades, porque todas vivieron la especial vulnerabilidad que marcó el hecho repentino de las enormes riadas, independientemente de su edad. Todas las muertes son terribles, y más las de las personas más vulnerables, sea cual sea su edad. Conviene tener en cuenta también que el grupo de las personas mayores es muy diverso y amplio, alrededor del 20% de la población, y que muchas de ellas no son más vulnerables que el resto de la población. No conviene caer tampoco en otro edadismo al considerar vulnerables a las personas por el mero hecho de tener más edad. La vulnerabilidad se debe en la mayoría de los casos a circunstancias económicas y sociales, a la discriminación y los prejuicios contara las minorías, a la enfermedad, soledad, abandono, discapacidad… Hoy vivimos más años afortunadamente y la mayoría en buenas condiciones de salud hasta edades muy avanzadas. Que se victimice a las personas por la edad tampoco ayuda y hace olvidar los factores que causan la vulnerabilidad.
P.- Desde la PMP instaban a las Administraciones a que priorizasen y prestasen atención a todas aquellas personas mayores que son actualmente beneficiarias de los servicios de ayuda a domicilio y de los dispositivos de teleasistencia. ¿Qué valoración realizan de la gestión que se ha hecho estas semanas en este sentido? ¿Han recibido, los mayores, la atención que les corresponde?
R.- No conozco en detalle lo que las Administraciones están haciendo en estas primeras semanas, aunque me consta que las personas en situación de dependencia están siendo bien atendidas en la medida de lo posible. La PMP insistió en su comunicado en la ayuda a domicilio y en la teleasistencia porque son dos servicios prioritarios en este sentido, pues hay muchas personas dependientes afectadas que viven en sus domicilios. No quiero juzgar ahora la gestión que ha hecho cada administración. Ahora toca ayudar. Con más tiempo podremos dilucidar las responsabilidades de cada administración. Sí conozco lo que se está haciendo por la Administración General del Estado, porque presido una plataforma de ámbito estatal. Por ejemplo, el segundo real decreto aprobado por el Consejo de Ministros con medidas para atender la emergencia ocasionada tras la DANA incluye la transferencia de 50 millones de euros a los ayuntamientos de las zonas afectadas para reforzar sus servicios sociales. Esperamos y deseamos que estos fondos, entre otros, ayuden a priorizar y restaurar la ayuda domiciliaria y la atención de la teleasistencia en el menos tiempo posible. También conozco que las organizaciones del tercer sector de ámbito de la comunidad autónoma y de ámbito estatal se han movilizado de forma ejemplar, por lo que como PMP hemos invitado a que acudan a ellas, sin olvidar que la atención a las personas en la catástrofe es un deber en primer lugar de las Administraciones públicas. Pero también es una responsabilidad cívica de toda la población y de todas las organizaciones sociales, cuya acción en estos casos debe ser coordinada por las administraciones públicas.
P.- Y ahora, una vez superada esta primera fase tras la catástrofe, ¿cuáles señalan como prioridades de atención en lo que respecta a las personas mayores? ¿Cuál es la preocupación en este sentido?
R.- En relación con las personas mayores dependientes, lo primero es restablecer cuanto antes las atenciones que recibían antes de la catástrofe: alimentación, medicación, desplazamiento a los servicios sociales o sanitarios de proximidad que les prestaban ayuda, restablecimiento de estos servicios si han sido destruidos o inutilizados, atención psicosocial, etcétera. Estoy seguro que las personas mayores no dependientes pueden ayudar mucho como voluntarias si se les coordina. En situaciones de emergencia muchas personas mayores pueden ver sus necesidades ignoradas en las intervenciones humanitarias. Esta invisibilidad, entre otras cosas, se puede deber muchas veces a que las personas mayores son excluidas de la evaluación de sus propias necesidades. Deben ser consultadas en la planificación y ejecución de las intervenciones, pues son ellas las que mejor conocen sus necesidades. Se han de asegurar los derechos de las personas mayores que sean vulnerables, posibilitando su acceso equitativo a los recursos para reducir su vulnerabilidad, siempre desde un enfoque centrado en la persona. La ayuda debe incluir un enfoque inclusivo y respetuoso a las personas mayores, para que puedan rehacer sus proyectos de vida de forma autónoma, pues no basta con brindarles asistencia general.
P.- Desde las organizaciones sociales ofrecieron una reacción rápida y conjunta para actuar ante la tragedia, demostrando, de nuevo, la importancia de un movimiento asociativo unido. ¿Está de acuerdo con la Plataforma del Tercer Sector que reclamaba hace unos días la constitución de un fondo de reconstrucción social, la reorientación de los fondos europeos y ayudas directas a las entidades sociales con las que poder atender a los colectivos más vulnerables?
R.- Sí, claro que estamos de acuerdo con esta propuesta de la Plataforma del Tercer Sector. La experiencia y la historia nos han mostrado una y otra vez que las entidades del Tercer Sector siempre responden con prontitud y generosidad a situaciones catastróficas y emergencias sociales. Las entidades del Tercer Sector merecen este reconocimiento; y que el mismo se traduzca en mayor apoyo a sus necesidades. Desde PMP añadimos, además, que en este tipo de situaciones de emergencia las personas mayores pueden ser percibidas socialmente más como una “carga” que como un grupo social con capacidades y experiencia. Desgraciadamente se minimiza su capacidad de participación y compromiso en las labores de recuperación, cuando en realidad las personas mayores juegan siempre un valioso papel como agentes de apoyo en sus familias y comunidades.