Transporte público, médico y farmacias, así como cajeros automáticos o más actividades de ocio y espacios que las tengan en cuenta. Son algunas de las reclamaciones de las mujeres mayores rurales que el grupo social Unate ha recabado tras organizar, con motivo del 15 de octubre, Día Internacional de las Mujeres Rurales, varios grupos focales en diferentes localidades cántabras.

“Lo que resulta evidente es que estas mujeres mayores no quieren seguir siendo invisibles y reclaman su papel en la sociedad”, explica Mónica Ramos, coordinadora técnica del Grupo Social Unate, y avanza también que “en casi todos los grupos las mujeres señalan que sin determinados servicios de cercanía la despoblación es una condena para sus localidades”.

Los encuentros de Unate se han resumido en un vídeo para visibilizar sus deseos, sus reclamos o su memoria. Ramos explica que en el mundo rural las mujeres mayores acumulan doble invisibilidad, “por ser mujeres y por ser mayores”. “Vienen, la mayoría de una trayectoria dura de sostenimiento de la vida, porque han criado familias, han cuidado de la tierra y del ganado, han mantenido la cultura y el reconocimiento ha sido escaso, aunque ellas mismas piden visibilidad al tiempo que reconocen que todo lo realizado también les ha proporcionado satisfacción”, aseguró.

Desde Unate, insistió su presidente, Modesto Chato, consideran que el Gobierno de Cantabria y la Federación de Municipios deben abordar de forma urgente los reclamos de estas mujeres mayores rurales: “Si se produce una alianza público-privada para que todos estos servicios comiencen a proporcionarse con regularidad, estaremos ganando la batalla a la despoblación. Si nos apoyamos en estas mujeres, contaremos con aliadas dispuestas a dedicar una parte de su tiempo y energía a la transformación en positivo de la Cantabria rural”.

ROSTRO DE MUJER

Unas 123.000 personas residen en 82 municipios de menos de 5.000 habitantes de Cantabria y, de ese total, 16.099 son mujeres de 65 años o más. El envejecimiento tiene rostro de mujer ya que el 52,57% del total de las personas mayores en esos municipios lo son y su tasa de envejecimiento es del 30,27%, tres puntos por encima de la general.

“Que nos traten con más respeto, que somos las últimas monas del pueblo”, reivindica una de las mujeres de Gibaja que participó en los grupos. No obstante, otra mujer de Mataporquera reconoce que “las mujeres mayores de antes lo tenían más difícil, ahora tenemos más oportunidades de participar”, poniendo en valor el espacio positivo que suponen las asociaciones de mujeres, de mayores o culturales que sostienen la vida en las localidades más pequeñas.