viernes, 3 enero 2025
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De cuando la llegada de la primavera todo lo altera

Con la entrada de esta estación del año, son muchos los mayores que sufren la llamada astenia primaveral, cuya recuperación se ve comprometida si padecen, además, otro de los fenómenos propios de la temporada, la alergia al polen
Los antiguos romanos celebraban la llegada de la primavera con la Floralia, festividad que simbolizaba un nuevo ciclo en la vida, un proceso de renovación. Y es que, tras el duro invierno de árboles desnudos y paisajes oscuros, la naturaleza brotaba entonces en todo su esplendor, llenando todo de luz y color. Sin embargo, esta estación que comienza en el hemisferio norte con el equinoccio que lleva su mismo nombre –que se da entre el 20 y 21 de marzo– y que llega a su fin con el solsticio de verano –alrededor del 21 de junio–, provoca a menudo efectos secundarios que pueden llegar a afectar a la salud, y en especial a la de los mayores, tanto a nivel físico, como psíquico.
Si considera que presenta, entre otros síntomas, alteraciones del sueño, cansancio, somnolencia, irritabilidad, dolor de cabeza, falta de motivación, pérdida de apetito o ansiedad, es probable que, tras descartar otras posibles patologías, sufra astenia primaveral. Este trastorno adaptativo aparece a causa de los cambios que trae consigo la primavera, como son la subida de las temperaturas, la mayor presión atmosférica, el aumento de las horas de luz y el cambio de hora que se realiza con su llegada. Todo ello conlleva un cambio en las rutinas del día a día que pueden llegar a afectar a la persona.
Desde Sanitas apuntan que todos estos cambios lo que provocan es una serie de variaciones en el cuerpo humano que alteran la regulación de los ritmos circadianos, que son las oscilaciones físicas, mentales y conductuales que responden a las horas de luz y de oscuridad que se dan en el entorno de una persona. 
Cuando se produce un trastorno en el ritmo circadiano, el sueño se ve afectado. Esto repercute directamente en el organismo de quien lo padece, ya que, a pesar de que con el aumento de luz diurna se suela consumir más energía debido a la mayor actividad, el individuo se siente incapaz adaptarse a las nuevas circunstancias. 
Es preciso indicar que los núcleos circadianos, que son los sincronizadores del sueño y la vigilia, van perdiendo potencia con el paso de los años, por lo que las personas mayores pueden ser más vulnerables ante esta inadaptación.
Lo normal es que la astenia primaveral vaya desapareciendo a medida que la persona se va adaptando a los cambios estacionales, aunque en la recuperación también influye la presencia de otras patologías, como la alergia al polen, que pueden retrasar la recuperación. 

Tiempo de alergias
El doctor Ángel Moral, presidente del Comité de Aerobiología de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (Seaic), explica que en torno al 20% de la población sufre algún tipo de alergia asociada con la primavera, ya que es una época en la que los pólenes están especialmente presentes en la atmósfera. “Los pólenes son granos microscópicos, más pequeños que la cabeza de un alfiler. Son los elementos reproductores masculinos de las plantas. No hay que confundir los pólenes con las pelusillas blancas que aparecen en el suelo durante la primavera, ya que estos corresponden a las semillas de los chopos y otros árboles”, aclara. El experto en Aerobiología indica que es cuando el polen es transportado por el aire en cantidades elevadas y es respirado por personas sensibles a ellos cuando se produce la      reacción alérgica y aparecen las molestias resultantes de la misma. 
Este comenta igualmente que, en primavera, las alergias por pólenes más frecuentes son: a las gramíneas, al olivo y al plátano de sombra. Con respecto a las gramíneas, reconoce que estas son muy abundantes y que son la principal causa de alergia en España. “Las gramíneas se pueden dividir en gramíneas espontáneas, que son las que crecen solas en los bordes de los caminos, y en gramíneas cultivadas o cereales, como el trigo y la cebada. Los cereales no suelen dar problemas alérgicos por su polen, pero si por su harina. El polen de las gramíneas aparece desde febrero hasta julio, pero especialmente en mayo y junio”, dice. En este línea, especifica que, con cifras superiores a 50 granos/m3 de aire de gramíneas, “van a tener molestias casi todos los pacientes alérgicos a ellas”.
La segunda causa de alergia en España es, tras las gramíneas, el olivo, cuyo polen, según indica el doctor Moral, aparece en los meses de mayo y junio. “Con cifras superiores a 200 granos/m3 de aire de polen de olivo, van a tener molestias casi todos los pacientes alérgicos al olivo”, a lo que añade que “es  muy importante recordar que un alérgico al polen de olivo puede tomar aceitunas o aceite de oliva sin problema”.
Por su parte, el plátano de sombra poliniza en abril y este es un árbol muy frecuente en las calles de pueblos y ciudades, “debido a su rápido crecimiento y por la sombra que proporciona”. El experto aclara que este “se distingue bien por el gran tamaño de la hoja y por su fruto de unos cuatro centímetros con pelillos. El plátano de sombra no tiene nada que ver con la fruta conocida como plátano o banana”.
Aunque la enfermedades alérgicas son más habituales entre los niños y los jóvenes, estas pueden afectar a cualquier edad. Sin embargo, señala que, últimamente, “se viene comprobando un aumento de algunas alergias respiratorias que aparecen más frecuentemente en personas de edad, como es el caso de la alergia a los pólenes de los cipreses y arizónicas. El ciprés es muy abundante en los cementerios y a la misma familia pertenecen las arizónicas que se utilizan en los setos de las urbanizaciones e instalaciones deportivas. Estos pólenes dan problemas principalmente en los meses de febrero y marzo”.

Los síntomas y sus tratamientos
El doctor Ángel Moral  destaca que al detectar una posible alergia en una  persona mayor es muy importante “tener en cuenta sus particularidades, como enfermedades previas y tratamientos asociados. Así, los problemas oculares pueden ser más intensos por la sequedad ocular, al igual que puede ocurrir en la piel por ser más frágil, seca y delgada. Además, si existen antecedentes de haber fumado, esto puede favorecer el agravamiento de los problemas respiratorios que estas generan”. 
Igualmente apunta que “algunos de los medicamentos utilizados para tratar las alergias respiratorias pueden producir efectos adversos, más notorios en los mayores, como hipertensión arterial, taquicardia, aumento de tensión ocular, sedación y retención urinaria”.
El doctor explica que las molestias que presentan los alérgicos a los pólenes depende del órgano afectado. “Cuando se trata de los ojos, se sentirá picor, enrojecimiento, inflamación de párpados y lagrimeo. A nivel de la nariz se darán estornudos, picor de garganta, paladar, nariz y oídos, taponamiento de nariz y mucosidad transparente. Si lo que se afectan son los bronquios se padecerá tos, sensación de falta de aire, opresión en el pecho y ruidos como silbidos. A veces a nivel de la piel se producen picor y ronchas”, especifica.
Medidas preventivas, tratamiento de las molestias y vacunas antialérgicas son los tres pilares principales que el experto apunta como fundamentales para abordar las alergias a los pólenes. “El tratamiento de las molestias depende del médico de cabecera o del especialista en alergia, mientras que la prescripción de vacunas deber ser realizada sólo por el alergólogo”, indica Moral.
En función de dónde se localiza el problema aclara: “si tienen problemas en los ojos, utilizarán un colirio. Si la que está afectada es la nariz se utilizará unos comprimidos o un spray nasal. Si se tiene asma se utilizarán aerosoles, que pueden ser: antiinflamatorios o broncodilatadores”. En este sentido, dice que “los antiinflamatorios se deben utilizar varios días seguidos y van a reducir la inflamación. Los broncodilatadores van a abrir los bronquios y se utilizan cuando hay tos, sensación de falta de aire o silbidos”.
Las vacunas antialérgicas o la inmunoterapia son, tal y como declara, “el único tratamiento que puede curar las alergias y consiste en la administración de dosis progresivamente crecientes de pólenes hasta llegar a inmunizar; con lo que disminuyen las molestias y la utilización de medicación. Se pueden administrar inyectadas en el brazo o con gotas debajo de la lengua”. La duración del tratamiento con las vacunas suele durar entre tres y cinco años.
Más allá de estos tratamientos y vacunas, los expertos apuntan hacia la prevención como la mejor de las medidas contra estos síntomas. Así, el doctor Moral destaca que es importante no salir al campo ni a jardines los días que hay mucho viento y evitar cortar el césped, pues es mezcla de gramíneas. Siguiendo en la línea de los consejos sobre la vida al aire libre, señala que “las horas de máxima concentración de pólenes son entre las diez de la mañana y las cuatro de la tarde, por lo que se deberán evitar realizar actividades al aire libre en esos horarios”. Informarse sobre las concentraciones de pólenes a través de los medios de comunicación, según el experto, también es de gran ayuda. 
Igualmente, comenta que, si es preciso viajar en coche, lo mejor es hacerlo con las ventanillas cerradas. Además alerta sobre el hecho de que “algunos medicamentos pueden dar sueño, por lo que deben tener precaución al conducir”.
Otra de las acciones que recomienda es, al llegar a casa, “peinarse, pues el polen se acumula en el cabello; cambiarse la ropa en una habitación separada, de manera que el polen no pase al resto de la casa; y ducharse”. También “es muy importante cambiarse los zapatos en la entrada, ya que sino esparcimos el polen por toda la vivienda”. Con respecto a la ropa además especifica que, si es necesario, “se puede secar la ropa dentro de casa (con deshumidificador o secadora), de manera que no quede expuesta al polen si la tendemos”. 
Por último, destaca que “las mascarillas son una buena solución para los alérgicos al polen, ya que evitan que el polen entre en las vías respiratorias y reducen o incluso evitan la medicación con antihistamínicos. No todas las mascarillas sirven, ya que el tamaño de algunos pólenes es especialmente pequeño, por lo que se deben buscar las que tengan más capacidad de filtrado para partículas”.

La mayor cantidad de horas de luz beneficia a las personas con Alzheimer
Manuel Nevado, vocal del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, asegura que los cambios de estación siempre generan cambios en las personas, tanto en su estado de ánimo, como en los ritmos biológicos. A este respecto, indica que en primavera y otoño, debido a que se producen los ajustes de hora, nuestro organismo sufre una suerte de “mini jet lag” que influye notablemente en su funcionamiento, “incrementando la ansiedad, los cambios de humor, los cambios en el apetito y las alteraciones del sueño, con un importante incremento de la fatiga”.
“Pero además la primavera supone un renacer. Socialmente es la estación del año asociada al bienestar, al descubrimiento. Es época de esperanza y de renovación y eso hace que se incrementen nuestras expectativas, lo cual no siempre tiene porque ser bueno”, explica. 
Con el fin de contrarrestar un posible desequilibrio emocional en las personas mayores causado por todos estos aspectos, Manuel Nevado recomienda, además de llevar una dieta equilibrada en la que se coma mucha fruta y verdura, pues “proporcionan muchas vitaminas, antioxidantes y minerales que ayudan a combatir la astenia”, el ejercicio físico. “Pasear una hora al día de manera tranquila y sosegada, a horas en las que no haga calor y escuchando tu música preferida o acompañado de un compañero o amigo hace que se estimule nuestro sistema nervioso y se potencie la circulación sanguínea”, comenta. 
Con el fin de descansar la mente, apunta a la necesidad de dormir “como mínimo, seis horas e intentar marcar una rutina de sueño diaria y tratar de cumplirla”.
Por último, anima a “disfrutar del sol o de la sombra”; a evitar quedarse en casa, pues “la primavera es época para relacionarse y disfrutar, y no hay nada mejor que el disfrute para combatir cualquier tipo de problema ya sea la ansiedad o la astenia primaveral”; y, por último, a reír, ya que “la risa genera endorfinas, son un estimulante natural y hace que mejore nuestro estado de ánimo, además de ayudarnos a mover nuestros músculos y disfrutar del día a día”.
La primavera afecta de un modo muy diferente a las personas con Alzheimer y otras demencias neurodegenerativas, pues su llegada, con su consecuente aumento de horas de luz solar, resulta especialmente beneficiosa para su estado anímico. “En las personas con estas patologías el sol tiene una gran influencia”, dice. De hecho, explica que en Reino Unido y en los países nórdicos “están muy estudiados los efectos ocasionados por la falta de sol sobre la conducta de estas personas. El fenómeno se llama ‘Sundown’ o fenómeno de la puesta de sol”. Lo que sucede es que, con la caída de sol y la llegada de la noche, estas personas “van aumentando las conductas disruptivas como la agitación y la deambulación errante, incrementando su desorientación en tiempo y espacio”. Lo contrario ocurre por tanto con la mayor presencia de horas de sol que se produce en primavera. Es por ello, según señala el experto, que en estos países “dan mucha importancia al sol y hasta en la arquitectura de sus centros se potencia la entrada de luz natural”. “No deja de ser curioso que en España, que es el país con mayores horas de sol de Europa, no utilicen este recurso natural que demuestra que mejora claramente los procesos conductuales de estas personas”, reflexiona.

Cuando el mayor ya padece otra dolencia
El doctor Eusebi Chiner, neumólogo y director de SeparPacientes (Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica), explica que en primavera se suele producir una tendencia a el empeoramiento de los pacientes con asma, así como un aumento en el riesgo de la aparición de ciertas neumonías que varían en función del punto geográfico. En esta línea advierte que “los cambios bruscos de temperatura pueden predisponer a las infecciones virales que pueden producir de manera secundaria neumonía y descompensación de enfermedades crónicas, como la insuficiencia cardíaca o la diabetes”. 
Sin embargo, según indica, la subida de las temperaturas, con la llegada de la primavera, provoca una disminución del riesgo de patologías respiratorias en personas mayores, ya que “las temperaturas frías del invierno y los cambios bruscos predisponen a la descompensación de la Epoc y la aparición de neumonía”. Por tanto, señala, “la estabilización de la temperatura disminuye la probabilidad de exacerbación o descompensación”. Con respecto a los pacientes de Epoc explica que estos suelen mejorar en primavera y verano, “no obstante, no debemos bajar la guardia ni abandonar los tratamientos, una de las claves junto con la vacunación, para evitar las descompensaciones”. 
El doctor Chiner destaca que incluso los mayores que no padecen dolencias crónicas de tipo respiratorio deben ser precabidos en esta época del año, pues, aunque se dan temperaturas más suaves y por tanto más beneficiosas para el organismo de la población en general y, en particular, de los senior, este colectivo “puede ser más vulnerable a infecciones víricas, como catarros, bronquitis y traqueítis”. 
Alergias, síntomas, complicaciones respiratorias, alteraciones emocionales...lo cierto es que la primavera todo lo altera, pero, como dice el doctor Chiner, “esta época es para disfrutarla”.

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