viernes, 15 noviembre 2024
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OPINIÓN

Un regalo mutuo para envejecer sin soledad

Por Mar Fornos, responsable de Desarrollo Social de Grandes Amigos en Vigo
Mar Fornos.

Hace ochos años que en la Fundación Grandes Amigos comenzamos a acompañar afectivamente a las personas mayores que se encuentran en situación o riesgo de soledad en Vigo, la ciudad más poblada de Galicia, gracias al apoyo principal del Concello de Vigo. Creamos vínculos de amistad entre las personas mayores y personas voluntarias y vecinas. Compartiendo semanalmente un café, una charla, una llamada, un paseo o una merienda grupal tejemos estas relaciones de amistad.

Hemos evolucionado y adaptado nuestros programas: abarcamos toda Galicia con el acompañamiento telefónico. Y nuestra red presencial en la capital viguesa ya está formada por unas 120 personas mayores y 130 personas voluntarias, dinamizadas en dos zonas para facilitar la proximidad.
Las primeras suelen llegar derivadas por los Servicios Sociales municipales, centros de salud o residencias; el coordinarnos con los recursos profesionales es clave para detectar la soledad, así como colaborar con el tejido asociativo y vecinal. Luego acudimos a conocer a fondo a las personas mayores, escuchamos sus necesidades y preferencias. Las segundas también pasan una entrevista individual donde identificamos sus cualidades e idoneidad para el voluntariado.
Este proceso personalizado resulta esencial en Grandes Amigos, pues nos permite encontrar afinidad entre mayores y voluntarios/as, bien por lo que pueden aportarse, por intereses comunes, experiencias vividas o deseos por cumplir.
Ese vínculo es un regalo mutuo. Quien realiza el voluntariado recibe mucho más de lo que da: experiencia de vida, templanza, nuevas formas de ver las cosas… Y las personas mayores vuelven a sentirse valoradas e integradas en una comunidad que les trata en igualdad, sin paternalismos, en plenitud de derechos, y con ganas renovadas de disfrutar de la vida.
Aunque la palabra “soledad” aún despierta prejuicios, y más en una sociedad como la gallega, donde todavía nos cuesta exteriorizar sentimientos o pedir ayuda, ha mejorado la concienciación. Antes predominaban casos de personas vulnerables que apenas podían salir y socializar. Ahora también participan mayores con un perfil más autónomo, que buscan nuevas amistades y actividades para prevenir la soledad socializando.
Lo intergeneracional nos caracteriza. Sin embargo, en una de las regiones más envejecidas de España, aumentan las personas jubiladas que deciden hacer voluntariado para paliar la soledad de otras mayores. El voluntariado es un ejemplo de envejecimiento saludable.
Y el mundo rural gallego, tan matriarcal, nos regala claves para afrontar el gran reto de la soledad al demostrar que las personas mayores pueden y deben seguir estando en el centro de la vida social; y para ello debemos fomentar redes de apoyo vecinal que ayuden a envejecer en nuestro entorno. Para participar, únete en www.grandesamigos.org.

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