Si de injusticias hablamos…
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Si de injusticias hablamos la del futuro de los jóvenes no se queda atrás. Son la generación mejor formada de nuestra historia y se enfrentan al peor futuro que se podría prever. Con un paro que ha superado el 25% por primera vez en nuestro país, los datos no son nada halagüeños sobre su porvenir. Nuestra juventud, si nada lo remedia, no tendrá muchas oportunidades de poder demostrar su talento y su formación, más bien se verán abocados a compartir esa solidaridad intergeneracional que tanto se ha prodigado este año pero a la inversa porque sus predecesores parecen ser los únicos con un colchón un poco más holgado para poder contribuir a su supervivencia. Y es que contra todo pronóstico, las personas mayores se han convertido en los sostenedores de la sociedad. Su pensión, cada vez más mermada, eso sí, está sirviendo para que las familias puedan mantenerse, aunque a duras penas, eso también. Esto es, sin duda, una de las grandes injusticias a las que hemos llegado. Nuestros mayores han nacido en la cultura del ahorro y aunque han visto y experimentado un crecimiento exponencial de nuestro país, siempre se han mantenido alerta por la inconsistencia de esta nueva forma de vivir. Quién no ha oído alguna vez que este ritmo de vida no se podía sostener, en línea con los abuelos sorianos que “predijeron la crisis”... Y ahora, viven ese mal presagio en sus carnes o en la de sus hijos, que es peor. Y en lugar de decidir qué destino escoger de los viajes del Imserso se plantean a cuál de sus allegados ayudar a pasar el mes...
Qué injusto es que en el año europeo dedicado al envejecimiento activo, más que las iniciativas puestas en marcha hacia ellos -que todas han sido bienvenidas- haya cobrado una especial relevancia su papel protagonista en el sostenimiento económico de nuestra sociedad. Y en línea con esta idea, qué pena que en este año y viendo la previsión del envejecimiento poblacional que nos sobrevendrá en breve -algunos estudios hablan de que dentro de diez años, una decena de personas en activo tendrán que cotizar para sostener a seis pasivos-, no se hayan puesto firmemente en pie compromisos políticos que puedan afrontar este gran reto...
Si de años europeos hablamos, esperemos que el que llega, el dedicado a la ciudadanía y la democracia participativa pueda cumplir con sus expectativas que como señala la Unión Europea es que “los europeos, y en especial los jóvenes, conozcan sus derechos y la mejor forma de disfrutar de ellos”. Lo deseable, más que saber cuáles son, sería que puedan ejercerlos...
Así que llegados a este punto no sé si desear que “nos quedemos como estamos” porque las previsiones de futuro apuntan a que recortes más universales y agudos centrarán la agenda de 2013. En todo caso, ¡feliz año para todos!