lunes, 13 enero 2025
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EDITORIAL

Resiliencia o morir

Adaptarse a las situaciones adversas. Este es, en resumidas cuentas, el significado de la palabra resiliencia. El término, muy utilizado en el ámbito sociosanitario, forma parte este año del lema [...]
Adaptarse a las situaciones adversas. Este es, en resumidas cuentas, el significado de la palabra resiliencia. 
El término, muy utilizado en el ámbito sociosanitario, forma parte este año del lema escogido para el Día Internacional de las Personas de Edad. Además, la consigna vincula este vocablo con la figura de la mujer mayor, remarcando su esfuerzo dentro de las comunidades.

‘La Resiliencia y la contribución de las mujeres mayores’, por tanto, pone en el centro el papel esencial que desempeña el colectivo femenino que, sin embargo, muchas veces ha sido discriminado o invisibilizado por la sociedad.

El rol de los cuidados, por ejemplo, sigue recayendo en las mujeres, una labor infravalorada, pero que tiene un valor evidente y cuantificable. Dice el Instituto de Estudios Fiscales del Ministerio de Hacienda que, si los millones de horas de trabajo en cuidados de las mujeres se externalizaran y profesionalizaran, estos tendrían un coste cercano a los 100.000 millones de euros al año, o lo que es lo mismo, equivaldrían a ocho puntos porcentuales del PIB nacional.

No obstante, todavía estamos lejos de reparar o compensar esta sustanciosa tarea. Al contrario, la mujer mayor no ve recompensado este sacrificio de ninguna manera, percibiendo una pensión más baja que el hombre en la jubilación y, precisamente, por la dificultad de conciliar estos cuidados familiares con su trabajo. ¿Por qué una ocupación que contribuye al crecimiento de un país no solo no se compensa, si no que aumenta la brecha de género? ¿Qué ocurriría si las mujeres mayores decidieran por un tiempo hacer una ‘huelga general’ de cuidados?
En parte, este status quo se mantiene por los prejuicios edadistas que, aunque afectan a ambos sexos, revierten especialmente en el género femenino. Ahí están los hechos: las mujeres perciben salarios más bajos y tienen mayores dificultades para promocionarse laboralmente. Los estereotipos negativos están más arraigados en la mujer, a la cuál las empresas siguen penalizado por la creencia de que son las que se terminarán ocuparán de los hijos y faltarán más al trabajo.

El envejecimiento de la población es imparable, por lo que es necesario repensar el futuro de los cuidados: repartiendo mejor las cargas familiares, profesionalizando lo que ahora es un trabajo informal e invirtiendo en tecnología que apoye ese trabajo asistencial. De lo contrario, no nos quepa duda de que el problema irá a más, ya que las previsiones estiman que un 26% de personas en España tendrán más de 65 años en 2035, siete puntos por encima de la actualidad.

La inquietud está ahí, o al menos es lo que indican informes como el de la Fundación Mutua de Propietarios, ‘Los españoles ante la vejez’, que señala como principales preocupaciones al envejecer los problemas de movilidad (68%), de salud (67%) o la posibilidad de sufrir soledad no deseada (48%), todas ellas mitigadas con los cuidados.

Por último, y no menos importante, estos días se han escuchado voces dentro del asociacionismo, como en el caso de HelpAge International España, reivindicando una nueva conciencia a favor de los derechos de las personas mayores. 

Durante el VI Foro Internacional ‘Vivir más, vivir mejor’, celebrado recientemente en Vigo, Apolline Parel, representante de Age Platform Europe, explicó que, en el viejo continente, “no hay una evaluación propia de los Estados miembro sobre los derechos humanos” del colectivo senior, solo “hay recomendaciones, pero no obligaciones”. Una alusión clara a pasar a la acción y acabar, a base de leyes y derechos, con la actual situación de abuso y discriminación.

Esa misma resiliencia que destacan ahora de las mujeres mayores, nos seguirá haciendo falta por desgracia para resistir mientras esperamos el cambio. Será necesaria, además, para continuar luchando contra las injusticias que ponen en desventaja a los mayores por el simple hecho de serlo, o que cargan de responsabilidades a la mujer sin contraprestación, remuneración o gratificación alguna.

Hace falta “renovarse o morir”, que dice el refranero popular, pero esta vez para que en el futuro no necesitemos tanto la maldita resiliencia; para que, por una vez, el viento empiece a soplar a favor.

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