viernes, 17 enero 2025
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EDITORIAL

Lo nuevo y lo viejo

Una vez leí que las crisis se producen cuando 'lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer'. Las situaciones críticas, además, ponen de relieve cuan anticuado puede estar 'lo viejo' [...]
Una vez leí que las crisis  se producen cuando “lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer”. Las situaciones críticas, además, ponen de relieve cuan anticuado puede estar “lo viejo”, resaltando sus carencias y acelerando el tránsito hacia “lo nuevo”. 

La pandemia de la Covid-19 ha visibilizado, más si cabe –porque el debate no es nuevo–, los problemas de nuestros actuales modelos de atención y de cuidados. Y, como es lógico, varios agentes del sector están aprovechando esta circunstancia para retomar sus denuncias y replantear  soluciones, ahora que, como digo, parecen tener la atención de los políticos y las instituciones. 

Precisamente, este número 201 de entremayores lleva en su interior un completo reportaje que profundiza en este tema, reuniendo a los protagonistas para que, al menos, esta crisis sanitaria sirva para analizar, revisar y avanzar, es decir, para que esta dramática pandemia sea, de alguna forma, una oportunidad.

Quizá, lo primero que se ha puesto de manifiesto estos meses es que la desprotección de los sanitarios –y, por consiguiente, de las personas bajo sus cuidados– ha sido una constante, tanto en la atención en los hogares como en los centros residenciales. En el primer caso, no solo por los escasos medios con los que han contado, sino también por las precarias condiciones en las que, muchas veces, las cuidadoras a domicilio desempeñan su trabajo; en el segundo caso, el desamparo fue tan evidente que muchos centros decidieron confinarse en equipo junto con las personas a las que cuidaban y así evitar nuevos contagios.

Más allá de estas incidencias de una crisis que nos han pillado desprevenidos, y con la convicción de que la mayoría de las personas prefieren continuar viviendo en sus casas siempre que sea posible, urge el diseño de una atención integral en el domicilio capaz de coordinar todos los servicios sociosanitarios que necesita una persona, desde el SAD hasta la atención primaria, pasando por la asistencia personal, los servicios de proximidad, etcétera.
Cuando permanecer en el hogar ya no sea una opción, estarán de acuerdo en que lo más deseable es alojarse en un lugar que haga que nos sintamos como en casa. Por lo tanto, el objetivo debe ser replicar, en la medida de lo posible, ese mismo entorno doméstico y familiar, un centro que deje espacio propio a la persona, a su intimidad, y que no frene su proyecto de vida. 

Llevamos hablando más de una década de la Atención Centrada en la Persona (ACP) y necesitamos que este modelo sea real y efectivo de una vez por todas. De la misma manera, debemos abandonar el modelo institucional más tradicional, aquel que no permite una atención personalizada y que, en muchos aspectos, los expertos entienden obsoleto. 

Para que esta estructura sea viable, antes habrá que resolver la escasez de profesionales en el sector, sobre todo motivada porque, a menudo, se trata de un trabajo precario, mal retribuido y, por lo tanto, desprestigiado. Merecemos unos cuidados de calidad, pero para eso debemos dignificar la labor de las personas que nos cuidan.
Así, y tras los estragos de la Covid-19, este cambio no debe quedarse en un marco teórico, sino que habrá que dotarlo de medios para ponerlo en práctica, siendo realistas, con una planificación sostenible y propiciando un tránsito hacia nuevos diseños arquitectónicos y fórmulas organizativas más humanas y responsables.

Deshacernos de “lo viejo”y dejar paso a “lo nuevo” es la manera de avanzar. Y, como saben, la única forma de evitar la próxima crisis. 

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