miércoles, 30 abril 2025
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EDITORIAL

Las prioridades

Lo pueden leer en este número de entremayores. A finales del mes pasado, la Fundación Mutualidad Abogacía e investigadores de la Universidad de Barcelona (UB) presentaron, en el Congreso [...]
Lo pueden leer en este número de entremayores. A finales del mes pasado, la Fundación Mutualidad Abogacía e investigadores de la Universidad de Barcelona (UB) presentaron, en el Congreso, el Indicador de Calidad de Vida Digna y Sostenible de la Vejez, que mide – a través de ocho indicadores y en base a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)– la calidad de vida de las personas mayores.

Pese a que España ocupa una meritoria duodécima posición, en una lista con otros 27 países europeos, y se sitúa entre los diez primeros puestos en cinco indicadores (menor pobreza relativa, nutrición, salud, igualdad e infraestructuras), su puntuación se aleja de lo ideal en tres cuestiones relevantes: trabajo, educación y participación social.

Su situación más preocupante es la referida al empleo permanente, indicador que recoge la participación de los adultos mayores en el mercado laboral, y su aportación a la economía productiva. España es el cuarto país por la cola, solo por encima de Croacia, Eslovenia y Bélgica.

La tasa de actividad en personas de 65 y 74 años y nuestros porcentajes de personas de 55 años ocupadas son muy bajos en relación a los países del norte de Europa.

Precisamente, según la Encuesta de Población Activa en España del primer trimestre del año, hay un total de 963.800 personas desempleadas que superan los 50 años, es decir, los senior representan el 30,35% del paro total.
 
Estas cifras reflejan no solo una carencia en cuanto a políticas de empleo para trabajadores mayores o planes de formación específicos, sino que detrás también puede existir cierta discriminación o edadismo laboral.
 
Otra cuestión alarmante –y que, en cierta manera, guarda vínculos con esta laguna laboral– es la relacionada con la educación de calidad. Aquí se mide la capacidad de los mayores para seguir aprendiendo y retener o desarrollar habilidades.
 
Para que las personas puedan conservar su identidad, su autonomía y su capacidad de decisión se requiere alfabetización y acceso a espacios de participación, sobre todo, en el ámbito digital. Solo algo más del 40% de las personas de entre 55 y 74 años en España han completado, al menos, la educación secundaria. Un porcentaje muy alejado de los países que encabezan la lista como Lituania o Letonia, con el 93% y 90%, respectivamente. Además, en términos de calidad educativa y habilidades TIC en los adultos mayores, España ocupa la vigésima posición.

Las consecuencias de esta brecha tecnológica las estamos viendo todos los días, afectando, cada vez, a más servicios –recuerden si no la reciente polémica con los procesos bancarios– y en plena transformación digital de muchos sectores, también el sociosanitario. 

Precisamente, esta digitalización de la salud y la falta de preparación de las personas mayores puede dificultar el desarrollo de políticas de bienestar. Y no solo eso, esta barrera también puede dejar a los senior sin una buena preparación laboral y alejarlos del empleo permanente que comentamos al principio.

Por último, España ocupa posiciones templadas en cuanto a la integración de los mayores en la sociedad, un parámetro que se mide analizando la intensidad de su vida social y pública. 

En este punto, los españoles sacamos buena nota en cuestiones como la frecuencia de nuestras reuniones familiares o de amigos, también aquellas que pueden implicar cuidados mutuos, o la satisfacción en cuanto a las relaciones personales. 

Sin embargo, suspendemos en nuestra participación en la sociedad, es decir, el asociacionismo para actividades políticas o de voluntariado es muy bajo. 
Es por ello que hay una necesidad real en España de políticas que potencien la participación en la vida social más allá de nuestro círculo cercano. No solo por una cuestión de salud y envejecimiento activo, también para que los senior adquieran un mayor peso en la toma de decisiones e influyan en las dimensiones políticas y económicas de su comunidad y de su país.

El estudio nos dice que las personas mayores del norte y centroeuropa tienen la mejor calidad de vida del continente. Así que lo más inteligente empieza por tomar buena nota de lo que están haciendo en países como Suecia, Luxemburgo, Noruega o Alemania. ¿No les parece? 

Trabajo, educación y participación social, esas son las prioridades ahora.

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Redacción EM
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Información elaborada por el equipo de redacción.

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