No sé si conocen el concepto senior living, un segmento del mercado inmobiliario en tendencia que se está introduciendo en España poco a poco. Lo contamos en este número de entremayores: en lo que llevamos de año, la inversión en este tipo de activos se acerca ya a los 100 millones de euros, algo más del 4% del volumen total de transacciones del sector living nacional. Los expertos hablan de un incremento de 450 nuevas plazas en 2022 y esperan que la oferta no detenga su ascenso en los próximos tres años.
La particularidad de este inmueble es que se dirige a aquellas personas mayores que no precisan de una asistencia específica, como sí sucede en las residencias de mayores o los cohousing más medicalizados. Son viviendas adaptadas y accesibles que crean comunidad y donde se fomenta la vida activa con numerosos servicios y actividades. Es decir, más allá de contar con una asistencia sanitaria básica, son edificaciones que se fijan más en el estilo de vida y menos en las incapacidades.
Pero, aparte de los beneficios que pueda reportar como inversión a sus clientes, ¿por qué es importante que hablemos de esta modalidad de viviendas?
El senior living es valioso por una cuestión práctica: prepararnos para una nueva realidad que ya tenemos encima, con una población que cada vez tiene una mayor esperanza de vida y en buena salud.
Por otro lado, los servicios sociales de los ayuntamientos, así como algunas entidades del sector sociosanitario, inciden mucho en la necesidad de prevenir la soledad no deseada, que afecta especialmente a personas de edad avanzada. Y, precisamente, este modelo residencial puede ayudarnos también a combatir el aislamiento, gracias a los servicios y las redes que forma su vecindario, en un terreno que además está bien comunicado y es accesible.
No obstante, el senior living tiene otra utilidad: puede ser clave para, de una vez por todas, dejar de asociar la imagen del colectivo a las enfermedades o a la dependencia. En un sentido figurado, tenemos que sacar al mayor del hospital y empezar a entender que las dolencias crónicas, la falta de autonomía o el deterioro cognitivo no son características que definan a las personas mayores.
Hay que empezar a despojarse de esos prejuicios que apartan a los senior de la comunidad, como si no tuvieran nada que aportar, como si a cierta edad dejasen de ser un activo para la sociedad o no pudiesen seguir aprendiendo o mejorando.
En cambio, la percepción de la persona jubilada debería ser más la de una voz experta y experimentada, que no por dejar de trabajar ha dejado de producir, y que puede seguir formando y formándose, ocupando el tiempo en sus intereses, sus amigos, sus aficiones o su familia.
Y estas nuevas viviendas pueden ser el ejemplo que necesitamos, un paradigma a la luz del día y a la vista de todos, con el que comprobemos que hay otra forma de vivir cuando se envejece.
Dicen los entendidos en el tema que el mayor freno para el crecimiento del senior living en España reside en una cuestión de regulación jurídica, ya que apenas hay municipios con ordenanzas específicas para este tipo de residencias. Esta carencia es una señal de que todavía se trata de una modalidad emergente, en la que queda mucho camino por recorrer, y en la que Estado y comunidades tienen la oportunidad de sentarse a decidir qué espacio y qué condiciones quieren ofrecerle a las personas mayores para vivir mejor.
Si hay un objetivo ahora mismo es que el concepto que representa el senior living no se convierta en un coto privado que muy pocos se puedan permitir.
Para evitarlo, urge que también se diseñen proyectos en el espacio público, rescatando esta idea de vida para el mayor número de personas.
Las grandes inversoras seguro que se ocuparán de conseguir los mejores parámetros para la edificalidad y con las mínimas exigencias o penalizaciones posibles, porque así es como una tendencia se convierte en inversión y en negocio. Nosotros, y nuestros representantes políticos, tendremos que preocuparnos por cubrir las necesidades del colectivo, sin dejar de lado a los más vulnerables, porque los avances solo mudan en progreso cuando se hacen universales.