jueves, 16 enero 2025
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EDITORIAL

Gerontología ambiental

Que el cambio climático es uno de los principales problemas ambientales del planeta no lo vamos a descubrir ahora [...]
Que el cambio climático es uno de los principales problemas ambientales del planeta no lo vamos a descubrir ahora. En esta variación del clima inciden tanto causas naturales como la propia acción del ser humano. La contaminación del aire –provocada por los procesos industriales, el tráfico, el transporte…– es uno de los elementos más negativos que acentúan el calentamiento global. 
  
Lo que quizá sea más novedoso son los datos que están apareciendo últimamente en diversos estudios que vinculan esta contaminación con las enfermedades cardiovasculares. De hecho, según una investigación reciente del equipo de Gemma Rojo, del Hospital Regional Universitario de Málaga, la exposición crónica a las partículas del aire contribuye al riesgo de enfermedades cardiovasculares y respiratorias, y se relaciona, en concreto, con los niveles de presión arterial. Es decir, necesitamos mejorar la calidad del aire para disminuir el riesgo de hipertensión.

Para entender la magnitud de su impacto, la contaminación ya causa más mortalidad cardiovascular que el colesterol alto, el sobrepeso o el sedentarismo, y es el cuarto factor de riesgo causante de más muertes, solo por detrás del tabaquismo, la mala alimentación y la hipertensión –que irónicamente puede ser consecuencia de la contaminación–. La ciencia también ha constatado, por ejemplo, que en los días con niveles más altos de contaminación del aire se producen más ingresos hospitalarios por infartos.

Por tanto, para poder hacerle frente a las enfermedades cardiovasculares no solo debemos centrarnos en el estilo de vida de las personas, sino que hay que incorporar estrategias que aborden esta contaminación medioambiental. Los expertos hablan de añadir una nueva disciplina a la práctica clínica, la ‘Cardiología Ambiental’, cuyo objetivo sería evitar los efectos nocivos de esta vieja amenaza a toda la población pero, en especial, a la más vulnerable, en la que se hallan las personas mayores.

Además de este nuevo concepto asociado a la Cardiología, desde hace años existe también una área multidisciplinar enfocada a la comprensión, análisis y optimización de la relación entre el entorno físico-social y la persona que envejece. Se denomina ‘Gerontología Ambiental’ y estudia la relación entre el ambiente y los procesos de envejecimiento.

La interacción que tenemos con el ambiente a lo largo de la vida no solo determina nuestro envejecimiento, sino el riesgo de padecer patologías relacionadas con la edad, como puede ser el Alzheimer o el cáncer. En este sentido, recientemente, Diego Sánchez González, profesor en la Facultad de Geografía e Historia de la UNED –que participa en varias investigaciones para diagnosticar la influencia del ambiente–, apuntó que las posibles soluciones deberían ocupar “un lugar destacado entre las medidas institucionales para mejorar el sector de la salud y de la atención a la dependencia”.

A los beneficios de la salud hay que añadir también el ahorro que supondría para las Administraciones públicas este tipo de estrategias. La propia Organización Mundial de la Salud estima que se traducirían en “una significativa reducción del gasto sanitario, farmacéutico, hospitalario y de dependencia”.

El colectivo senior está más desprotegido, si cabe, ante los desastres naturales –y el estrés que generan– que ocasiona el cambio climático. No solo eso, las personas mayores son más vulnerables a las inclemencias del tiempo y a las temperaturas extremas. Además, la movilidad reducida, la fragilidad o algunas incapacidades visuales o auditivas que pueden aparecer por cuestiones de edad son una gran desventaja a la hora de adaptarse a esta problemática.

Por tanto, debemos entender que el cambio climático no solo es un fenómeno ambiental con consecuencias devastadoras a nivel meteorológico, sino que su repercusión tiene múltiples consecuencias sociales y económicas. Cuando desarrollamos estrategias más sostenibles, mejoramos la eficiencia energética o implementamos energías renovables no solo estamos reduciendo las emisiones que elevan la temperatura del planeta, estamos protegiendo también a las personas, a colectivos vulnerables como los mayores, y mejorando las perspectivas de nuestra vejez futura.

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