El sucesor de Francisco será mayor

El cierre de esta edición de mayo coincide con el cónclave que determinará el próximo Papa. Tras la muerte de Francisco el pasado 21 de abril, este 7 de mayo, bajo el techo de la Capilla Sixtina del Palacio Apostólico de la Ciudad del Vaticano, los cardenales inician un proceso que terminará, antes o después, en fumata blanca. Es probable que cuando ustedes lean estas líneas ya todos conozcamos el nombre y currículo del nuevo pontífice, aunque tardaremos un poco más en saber si seguirá el legado reformista de Jorge Mario Bergoglio o desandará el camino para transitar veredas más conservadoras.
El Papa Francisco deja una impronta genuina marcada por la austeridad y la sencillez, pero también por cierto aperturismo eclesiástico hacia temas como el papel de la mujer en la iglesia o las personas LGTBI+. Tras algo más de 12 años de papado, el sucesor de Benedicto XVI destacó por una lucha más decidida contra el cambio climático y las políticas antiinmigración; la tolerancia cero y mayor transparencia con los casos de abusos sexuales que todavía afectan a la iglesia; y también, por su posicionamiento al lado de la ciencia durante la crisis de la Covid-19.
En la pandemia, Francisco canceló las audiencias para evitar las multitudes, animó a los sacerdotes a no abandonar a los enfermos y abogó por la vacunación como una “obligación moral”.
Precisamente, quizá por esta crisis sanitaria que afectó especialmente a las personas mayores, Bergoglio apeló mucho al cuidado del colectivo sénior. Por ejemplo, en 2021 estableció la celebración anual de la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores, cuarto domingo de julio, y cuya última edición reflexionó sobre el abandono y la soledad en la vejez.
El Papa Francisco habló en numerosas ocasiones a sus fieles de lo que supone envejecer y de la imperiosa necesidad del diálogo entre generaciones. Por ejemplo, mencionando el actual envejecimiento demográfico y denostando la visión de los mayores en la sociedad como “una carga”, algo que prevalece debido a la “cultura del descarte y la productividad”. El pontífice señaló la “exaltación de la juventud, combinada con el desprecio por los ancianos” por parte de los totalitarismos del siglo pasado y subrayó, sin embargo, que la vejez era “un regalo para todas las edades”.
Este discurso lo mantuvo hasta sus últimos días, como se pudo comprobar en el prólogo de un libro del cardenal Angelo Scola publicado pocos días después de su fallecimiento. En ese texto, escribía que no había que tenerle miedo a la vejez, sino asociarlo a “la experiencia, sabiduría, conocimiento, discernimiento, reflexión, escucha, lentitud…”, valores, decía, que “necesitamos desesperadamente”. En ocasión de una audiencia especial organizada por la Fundación Età Grande, el pontífice explicó que la solución empezaba por evitar su aislamiento social y por cuidarlas: “Las personas mayores no deben ser dejadas solas, deben vivir en familia, en comunidad, con el afecto de todos”.
Llama la atención lo certero del diagnóstico de Francisco, a tenor de los resultados publicados por el CIS, en la última encuesta sobre edadismo publicada en febrero de este año. En ella, casi un 69% de los encuestados respondieron que las personas mayores de 65 años españolas tenían “muchos o bastantes problemas”, señalando la insuficiencia económica para los gastos cotidianos, los escasos recursos públicos para sus necesidades (residencias, centros de día, ayuda a domicilio…), y la soledad y falta de contactos sociales como los tres principales problemas que afectan a los sénior.
Para Bergoglio, la intergeneracionalidad era clave, y la soledad y el aislamiento, una lacra. Una posición que coincide con las últimas demandas de la Plataforma de Mayores y Pensionistas (PMP), que precisamente acaba de reclamar cooperación intergeneracional como base de un nuevo modelo social europeo.
A la espera de conocer el talante del próximo Papa, al menos sabemos que será, de nuevo, una persona mayor, con voz (esperamos) para denunciar las injusticias y también para reivindicar el valor de la vejez.