domingo, 19 enero 2025
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EDITORIAL

El orgullo que da la veteranía

En una entrevista reciente, la persona con la que conversaba me confesaba no entender cómo algunas personas se aburrían cuando llegaba el momento de jubilarse. “No concibo que alguien pueda aburrirse con las infinitas posibilidades que llegan con esta etapa”, me decía sorprendido. Sin duda, este entrevistado es una de esas personas que sabe disfrutar de su tiempo libre, que exprime la experiencia que le dan los años para hacer cosas nuevas y para continuar dedicándole tiempo a las que ya hacía. Y así debería asumirse, precisamente, la entrada en la jubilación.
Es el final de la vida laboral pero, en ningún caso, la antesala del fin o la llegada de una rutina dedicada a sentarse en un banco y dar de comer a las palomas. Los estereotipos, en cualquiera de sus formas, deberían exterminarse, pero es evidente que no es sencillo despojarse de la imagen del mayor desocupado, viendo la vida pasar... Pero, ¿qué sentido tiene esa imagen cuando los abuelos son, actualmente, uno de los pilares sobre el que se sustentan miles de familias en España? ¡Qué absurdo poner en duda que los mayores no son activos!
Una de esas tareas en las que los senior son imprescindibles son las relaciones intergeneracionales. Solo ellos, los mayores, pueden acercarse a los jóvenes y hablar desde la experiencia. En una palabra: enseñar. Y es que solo los mayores pueden mirar al futuro con el aval del pasado, con el orgullo que da la veteranía.
Los mayores de hoy son activos y quieren serlo más porque, hasta ahora, ningún estudio ha demostrado que con las canas se pierda la ambición y las ganas de vivir. En el Día Internacional de las Personas Mayores se escuchaba un grito unánime en este colectivo: dejar a los mayores participar en todas las esferas sociales. El secreto está –tal y como apostamos desde este periódico– en que sean ellos los que hablen por sí mismos, que nadie decida por ellos y que nadie les arrebate la capacidad de expresarse. Para ello, es cierto, es imprescindible la existencia y buen funcionamiento de los órganos adecuados –como el Consejo Estatal de Personas Mayores– .
Continuando mi conversación con este ilustrado entrevistado, este me hablaba de lo positivo de que, con los años, aprendes a relativizar, es decir, aprendes a dar la justa importancia a las cosas. También aprendes a aprovechar las horas con aquello que deseas, aquello que te apetece, porque sí. Me revelaba que estar jubilado te exime de las obligaciones laborales, obviamente, pero que te abre “un sinfín de oportunidades maravillosas”. Cultivar las amistades, disfrutar con la familia, dedicarse a uno mismo, ayudar a los demás, continuar la formación, viajar... Después de todo, permítanme que yo también, como mi entrevistado, ponga en duda eso de que alguien pueda aburrirse durante la jubilación. Lo importante es saber por dónde empezar a disfrutar de esta etapa.

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