jueves, 16 enero 2025
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EDITORIAL

El Día Internacional de Carmen

Carmen tiene 60 años y compagina su trabajo en la ciudad con los cuidados de su padre, una persona dependiente desde hace tres años [...]
Carmen tiene 60 años y compagina su trabajo en la ciudad con los cuidados de su padre, una persona dependiente desde hace tres años. Dedica más de seis horas al día a sus cuidados (a veces, por encima de las 12), aunque de vez en cuando recibe la ayuda de algún familiar próximo.

Su padre tiene un alto grado de dependencia: necesita ayuda para tareas sencillas como asearse, vestirse, hacer la cama o limpiar la casa. No solo eso, debido a la enfermedad que padece, Carmen tiene que administrarle la medicación diaria, hacerse cargo de las curas y ayudar a que su mente se mantenga activa.

Al inicio, cuidar de su padre le reportaba muchas satisfacciones e incluso rechazaba las ayudas que le ofrecían. Sin embargo, con el tiempo, la enfermedad se alargó y la situación se volvió más dura. Carmen se da cuenta de que su padre cada día está más deteriorado y se siente culpable.

Por otro lado, su laboriosa tarea como cuidadora le ha supuesto bastantes cambios en su día a día. Le ha afectado a su tiempo libre (casi ninguno, ya), a su vida familiar y a sus relaciones sociales (más descuidadas de lo que le gustaría). Su situación está afectando incluso a su estado de salud. Carmen se encuentra más cansada que de costumbre, sufre de insomnio, estrés y dolores en las articulaciones, unas dolencias por las que ya ha ido a la consulta del médico unas cuantas veces.

Muchas veces, Carmen desearía tener algo más de tiempo para cuidarse a sí misma, salir a hacer ejercicio algunos días o apuntarse, quizá, a unas clases de yoga o de relajación. Necesita descanso, tiempo para ella, pero no sabe decir que no.

“¿Quién me cuida a mí?”, piensa algunas veces. Nadie reconoce su trabajo (o al menos eso es lo que siente) y nadie le ayuda económicamente.  En ocasiones se pregunta quién se ocupará de ella cuando le haga falta. Porque, a pesar de todo, aprecia la labor que hace y, llegado el momento, también querrá un cuidador cuando sea dependiente, preferiblemente un familiar o una persona cercana. Muchas veces piensa: “Ojalá yo también tenga una Carmen en mi vida”.

Su historia es la historia de la mayoría de cuidadores y cuidadoras en España. Carmen no es una persona real, sino el perfil habitual que tenemos por aquí: personas que, como señalan en el ‘Estudio de investigación sociosanitaria sobre cuidadores de personas mayores dependientes’, elaborado por la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología y la Fundación Envejecimiento y Salud, “cada vez necesitan más horas para el cuidado y acaban perdiendo paulatinamente su independencia;  que van descuidando y desatendiéndose a sí mismos, saliendo menos, relacionándose menos, en definitiva, que paralizan o aparcan durante algunos años su proyecto vital”.

El 5 de noviembre es el Día Internacional de las Personas Cuidadoras, una “profesión” que no siempre la desempeña un profesional y que, aunque en muchos sentidos es gratificante, también puede repercutir de manera negativa en la vida del cuidador. ¿Lo has pensado? ¿Cómo te gustaría cuidar? ¿Cómo querrías ser cuidado?

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