miércoles, 15 enero 2025
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Comienza el curso

Septiembre se asocia a la vuelta a las aulas, al comienzo de curso, pero no sólo para los más jóvenes, sino también para los mayores.
Cada vez aumenta más el número de personas que se embarca en la aventura de desempolvar los libros, y así la oferta educativa ha ido creciendo año tras año.
Esta iniciativa, denominada Universidad de la Experiencia, Aulas de Mayores, Universidad Senior, … es una de las mejores propuestas de envejecimiento activo de las que se han puesto en marcha en los últimos años.
Gracias a ellas, las personas mayores entran en un proceso de resocialización que les permite no perder el contacto con el mundo que les rodea, algo fundamental para evitar la soledad, el aislamiento y las posibles enfermedades físicas y psíquicas que esto puede acarrear.
Son cursos que ofrecen una serie de conocimientos actualizados para comprender y participar en la sociedad actual, cambiante y en constante evolución; ayudan al desarrollo del potencial intelectual de cada alumno, evitando o retrasando posibles deterioros cognitivos; dan respuesta a inquietudes sociales políticas y culturales; permiten que afloren las capacidades creativas del individuo, y, por último -quizás lo más importante-, establecen vínculos sociales y personales entre los asistentes, creando así sólidos lazos de amistad.
En definitiva, la Universidad de la Experiencia ofrece, sobre todo, una relevante y palpable mejora en la calidad de vida de sus participantes.
La promoción de la autonomía personal y del envejecimiento activo -uno de los objetivos de la Ley de Dependencia y, por ende, de las administraciones- no debe limitarse a impulsar cursos y talleres de gimnasia, manualidades, informática, tai-chi, etcétera. Estas iniciativas están muy bien y, por supuesto, no hay que dejarlas en el olvido, pero hay que subir un escalón más. El concepto de persona mayor está cambiando muy rápido, igual que están cambiando sus necesidades y preferencias, y es misión de los gobiernos dar respuesta a las mismas. Por eso no hay que desaprovechar el gran abanico de posibilidades que existen en el ámbito cultural y educativo.
Dado su enorme potencial como generador de calidad de vida, sería muy interesante que se diese un fuerte impulso a este tipo de formación, tanto a nivel de inversión, como de difusión de sus actividades, contenidos, beneficios, etcétera.
Se trata de una gran iniciativa y debería ocupar un lugar destacado en el apartado de las medidas para promocionar el envejecimiento activo.

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