Pregunta.- Lleva ya varios años vinculado al Institut Mallorquí d’Afers Socials (IMAS) y recientemente fue nombrado presidente. ¿Cómo describe la evolución de este organismo?
Respuesta.- Desde el año 2005, las cosas han cambiado bastante. El IMAS es un instituto autónomo del Consell de Mallorca. Nuestra particularidad es que desde el 2001 tenenemos casi todas las competencias de atención a personas mayores. Sí que es verdad que en 2006 y los siguientes años todo cambia con la entrada de la Ley de Dependencia. En ese sentido, es verdad que la ley no acababa de encajar con la distribución territorial que nosotros teníamos. Nos obligó a entendernos con la comunidad autónoma, que tenía una parte importante de las competencias de la Ley de Dependencia. Y, a partir de ahí, empezamos un camino más coordinado con todo el sistema nacional. Por ese motivo, ahora, las competencias en Ley de Dependencia están un poco diluidas. La comunidad se encarga de la valoración y de toda la parte de gestión, y los consells insulares ejercemos como prestadores de servicios, tanto si son propios como concertados.
P.- ¿Y qué valoración hace de esta evolución?
R.- La valoración es positiva porque, cada vez más, hemos podido profesionalizar los servicios. Creemos que cuanto más cerca estén y cuanto más fácil sea el acceso a ellos, mejor se pueden adaptar. Nosotros hemos lanzado diferentes tipos de servicios, y además de la atención residencial y de centro de día, hemos lanzado el servicio de atención integral a domicilio. De otra manera, si tuviéramos que gestionar los recursos, igual no habríamos podido innovar.
P.- Destacan como propósitos la actualización de residencias y centros de personas mayores en la isla, entre otros. ¿Qué meta se marca en este sentido?
R.- El IMAS se ha ido conformando con aquellas competencias que nos han ido transfiriendo. En ese sentido, tenemos un modelo basado en residencias muy grandes, centros que necesitan una transformación y especialización. Venimos de residencias del “modelo Imserso” de los 80, de más de 300 usuarios. De ahí el tema de la actualización. Nuestro reto es pasar de centros que son demasiado grandes, masificados, a una atención mucho más especializada y más personal. Para nosotros, la estrategia es clara.
Desde la legislatura pasada, examinamos y analizamos la tendencia de crecimiento y envejecimiento de la población. Dentro de 25 años, doblaremos la tasa de mayores de 65. Nosotros estamos en algo menos de un 16%, que es menos que la media estatal, pero en menos de 30 años seremos casi el 30%. Eso, con el modelo actual residencial, es insostenible por varios motivos. El principal es que cuando preguntas a una persona mayor dónde quiere ser atendida, la mayoría te dice que en su casa, si es posible. Por otro lado, con este crecimiento continuo de población, nos preguntamos: ¿Es viable seguir creando centros residenciales? Es decir, ¿vamos a vaciar casas y concentrar en centros?
La respuesta es que, con este modelo, no podemos atender esta demanda que se va a producir. Por calidad y por cantidad. La gente va a exigir a las Administraciones que sea atendida en su entorno, que no se les desarraigue. Y cuando llegue el momento de la atención a la dependencia, no es viable seguir un modelo que se base en la creación de centros. Por eso lanzamos este servicio de ayuda integral a domicilio, que está en fase de proyecto piloto y que atiende a 130 personas.
P.- ¿Es ese el futuro de atención a la dependencia en Mallorca?
R.- Creemos que sí, por varios motivos. El primero, porque es lo que la gente quiere, e ir contra lo que la gente quiere casi siempre es un error. Otra cosa es que culturalmente ellos te digan: “Bueno, si es que se puede”. Porque hasta ahora no se ha podido. Pero sí. Y el segundo, porque es un error invertir en tantas infraestructuras. Si somos capaces de usar las casas y los domicilios del usuario, que son espacios donde se puede cuidar de una persona con dignidad, podemos darle una vuelta a ese modelo. Hemos empezado con este y está siendo un éxito.
P.- ¿Qué diferencia hay con los servicios a domicilio que ya conocemos?
Los servicios a domicilio son lo que hay en el catálogo de dependencia. No podemos estar 24 horas, pero no todo el mundo necesita 24 horas de atención. Hay gente a la que le resuelves el día a día con entre dos y seis horas de servicio, y eso evita el ingreso en residencia. Se trata resolverle el problema a la familia y que no tenga que renunciar a su vida para cuidar a una persona mayor.
Cuando gestionas los recursos, te das cuenta de estas cosas: un gran porcentaje de mayores podrían estar bien atendidos en su casa. Lo que queremos evitar es la concentración de los mismos problemas en un espacio, que lo que te acaba generando es un problema mayor, y creo que ese es el futuro. Los centros jugarán un papel más especializado: más temporal, más rehabilitador, más conectado con la enfermedad… Además, psicológicamente, el concepto de ingresar en una residencia para siempre es complicado para la persona mayor. Yo creo que la conjunción entre la potenciación de los servicios de ayuda a domicilio personalizados, con unos centros más especializados pero más temporales y rehabilitadores, hará que cambie bastante el modelo de atención, para que sea un modelo de mucha más calidad.
P.- ¿Haría algún cambio en la cartera de servicios?
R.- Sí, pero todos orientados hacia eso. Tienes un centro de día, una residencia… y entonces, esos servicios prestan una serie de atenciones. Así, lo que se pide es que la persona encaje perfectamente en estos servicios. Y si no encaja, tenemos un problema.
Nosotros hemos empezado a trabajar, en personas con discapacidad, los modelos para personas mayores, empleando la atención centrada en la persona, que implica que busquemos modelos más flexibles y adaptados a los usuarios. Creo que hay que darle una orientación más personal y, sobre todo, servicios que sean compatibles. Para mí, los grandes problemas están en la coordinación entre servicios. Al final, se trata de que la persona que esté en su casa, que recibe el servicio de ayuda a domicilio, pueda ir al centro de día unas horas para hacer rehabilitación y vuelva a casa, sin tener que estar todo el día en el centro.
Lo que vengo a decir es que aplicamos soluciones estándar a todos los casos, cuando lo que hay que hacer es coger el catálogo y colocar los servicios alrededor de la persona. Sí es cierto que hacen falta recursos, pero podríamos aprovecharlos mucho mejor. Este modelo, además de ser mucho mejor, es más sostenible.
P.- ¿Qué relación tiene el IMAS con las entidades del tercer sector, y especialmente con aquellas que trabajan con mayores?
R.- En general, tenemos una relación fantástica. En el ámbito de la discapacidad, el 98-99% de servicios se hacen con entidades del tercer sector. Pero uno de los grandes déficits con respecto a las personas mayores es que no hay un tercer sector tan potente y tan organizado como en el de las personas con discapacidad, y eso hace que sea más complicado. Nos encontramos que no existe un sector muy desarrollado. Analizándolo, es una realidad: que las familias de personas con discapacidad se asocian por sus hijos, pero las personas mayores no tienen a nadie que se asocie por ellos.
Nos encantaría que hubiese un tercer sector más fuerte que tirase de la Administración, que es una de las funciones principales de las entidades: proponer cosas, estar vigilantes y hacer que la Administración se ponga las pilas.
P.- Como comunidad, Illes Balears es una de las zonas en las que la tramitación de la dependencia está más castigada. Según los últimos informes, se tardan 300 días de media en tramitar el expediente, y hay un 17% de personas en el limbo de la dependencia. ¿Qué se hace desde Mallorca para paliar este problema?
R.- Sería interesante ver la evolución de los últimos cuatro años, porque creo que la comunidad le ha puesto energía. Solíamos estar de últimos, en la cola, y nos hemos acercado mucho a la media. Las valoraciones son como todo: hay más en el limbo porque se valora más rápido. A mí me consta que se ha hecho un gran esfuerzo, y al final, los recursos son los que son, e igual que con todas las comunidades, es lo de siempre: aquí se está incumpliendo la parte estatal de la aportación al sistema de dependencia, que debería ser un 50%. Aquellas comunidades que están mejor financiadas pueden permitirse mejores recursos.
El de dependencia es un sistema que requiere muchísimos recursos y no basta con valorar: o tienes el tapón antes de la valoración, o lo tienes en el acceso a recursos. No se puede improvisar. Y ahí está lo que intentamos hacer: buscar fórmulas creativas en servicios a domicilio integrados. Si el problema es la infraestructura, vamos a aprovechar las casas, que ya están hechas. Y además, nos sale a menos coste, porque la idea es invertir en lo que verdaderamente se necesita, que es la atención. Lo que tiene que hacer la Administración es cuidar: proporcionar los apoyos que se necesiten, pero no sustituir la vida.
P.- Además, recientemente fue nombrado conseller de Drets Socials en el Consell de Mallorca. ¿Cuáles serán sus líneas de trabajo?
R.- Modernizar todo ese modelo antiguo, especializándolo. Tenemos las competencias, no solo para gestionar las políticas, también para cambiar modelos. Y, desde luego, poder contar con un tercer sector en todos los ámbitos, ya que, muchas veces, planificamos con ellos.
También, intentar que la organización de los recursos sea mucho más eficiente. Debemos simplificar los procesos, es decir, que la gente no tenga que organizarse, sino que nosotros le facilitemos el acceso a los recursos. Ese es uno de los objetivos: coger lo que ya teníamos y ponerlo alrededor de la persona, y que esté a su disposición de una forma sencilla.