domingo, 9 marzo 2025
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María José Fermoso / Investigadora de CENIE y Directora de la Escuela Universitaria de Enfermería de Zamora

Fermoso: “Estamos presenciando un cambio gradual hacia una sociedad más inclusiva e intergeneracional, donde la edad no define roles ni oportunidades”

El Centro Internacional sobre la Longevidad (CENIE), promovido por la Fundación General de la Universidad de Salamanca (FGUSAL), presentó recientemente Iberlongeva, un proyecto colaborativo entre España y Portugal destinado a fomentar la salud preventiva y aumentar la esperanza de vida saludable. Hablamos de esta iniciativa con una de las investigadoras de la entidad para conocer cómo es posible prevenir la fragilidad aplicando un enfoque integral

Pregunta.- La prevención y la educación son los dos cimientos sobre los que se sustenta el proyecto Iberlongeva. ¿Cuál es el objetivo final de esta iniciativa y cuál es la vía de desarrollo que seguirán para alcanzarlo?

Respuesta.- El objetivo final del proyecto Iberlongeva es prevenir la fragilidad en las personas mediante un enfoque integral que abarca múltiples aspectos de la salud. Para lograr este objetivo, se diseñará, desarrollará e implementará un programa de intervenciones centrado en parámetros clave como la función física, la actividad física, el equilibrio y la coordinación, la salud ósea, la independencia funcional, entre otros. La vía de desarrollo para alcanzar este objetivo será la implementación de un enfoque multidisciplinario, donde profesionales de la salud, médicos, enfermeras, nutricionistas, fisioterapeutas, trabajadores sociales… también profesionales de las ciencias sociales y del ámbito tecnológico, trabajarán juntos para abordar la identificación de los estadios previos a la aparición de la fragilidad y, con ello, tratar de mejorar, revertir o retrasar sus consecuencias. Además, el monitoreo y la evaluación regular de los parámetros clínicos y biométricos permitirán adaptar las intervenciones según las necesidades específicas de cada persona. La recopilación continua de datos y la refinación periódica de los parámetros biométricos y clínicos facilitarán la identificación de los mejores predictores tempranos de enfermedad, contribuyendo así a una prevención más eficaz.

P.- Se trata de una iniciativa en la que colaboran España y Portugal. ¿Qué les llevó a optar por este planteamiento? Es decir, ¿cuáles son esos aspectos comunes a ambos países que posibilita la colaboración conjunta en un proyecto como este?

R.- La colaboración entre España y Portugal en el proyecto de prevención de la fragilidad en personas mayores se basa en varios aspectos comunes que facilitan esta cooperación, como los desafíos demográficos similares, ya que ambos países se enfrentan a un envejecimiento acelerado de la población y una amplia esperanza de vida, lo que incrementa la demanda de cuidados a largo plazo y servicios médicos, con una alta proporción de personas mayores de 65 años, lo que motiva la búsqueda de soluciones para prevenir la fragilidad y la dependencia. Además, comparten problemas de salud comunes, ya que la fragilidad está relacionada con enfermedades crónicas como la hipertensión, diabetes y demencias, que afectan a ambos países, y la prevención se centra en factores de riesgo comunes como el sedentarismo, las dietas desequilibradas y el aislamiento social. La reducción de costos para los sistemas de salud también es un aspecto clave, ya que ambos países experimentan una presión económica debido al envejecimiento poblacional, y la prevención de la fragilidad puede reducir costos al evitar hospitalizaciones y la dependencia de cuidados a largo plazo. A nivel cultural y social, España y Portugal comparten un fuerte sentido de familia y comunidad, lo que facilita la implementación de programas de promoción de la salud y el apoyo social para los mayores. La cooperación en políticas públicas es otro punto en común, ya que ambos países han colaborado en políticas de bienestar social y salud, especialmente en programas de envejecimiento activo a nivel europeo, lo que facilita el intercambio de buenas prácticas y recursos. También cuentan con experiencias compartidas en programas de prevención de enfermedades crónicas y promoción de la salud en la vejez, lo que mejora la eficacia de los proyectos conjuntos. Finalmente, ambos países fomentan el envejecimiento activo, lo que mejora la autonomía y participación social de los mayores, contribuyendo a la prevención de la fragilidad. Estos aspectos comunes permiten una colaboración efectiva en el desarrollo de programas conjuntos para prevenir la fragilidad en la población mayor, y la cooperación entre España y Portugal en este ámbito está basada en una comunión de intereses y desafíos relacionados con el envejecimiento de la población, la mejora de la salud y el bienestar de las personas mayores, y la necesidad de optimizar los recursos sanitarios, lo que posibilita el desarrollo e implementación de soluciones innovadoras y sostenibles para mejorar la calidad de vida de los mayores y reducir la presión sobre los sistemas de salud de ambos países.

P.- Definamos longevidad saludable. ¿Qué aspectos deben acompañar la longevidad para que sea plena y saludable?

R.- La longevidad saludable no se refiere solo al número de años que una persona vive, sino también a la calidad de vida que se mantiene a lo largo de ese tiempo. Para que la longevidad sea plena y saludable, es fundamental que ciertos aspectos acompañen a la persona durante todo el proceso de envejecimiento. Estos incluyen factores físicos, mentales y sociales. La Organización Mundial de la Salud (OMS) definió en 2020 la longevidad saludable como el “proceso de desarrollo y mantenimiento de la capacidad funcional que permite el bienestar en la vejez”.

P.- Conforme a ese objetivo de educación y sensibilización, ¿qué pautas y recomendaciones deberían hacerse llegar a la población para hacer efectiva esa salud preventiva a la que se refieren desde Iberlongeva?

R.- Para lograr una salud preventiva efectiva y fomentar una longevidad saludable, es esencial implementar estrategias de educación y sensibilización que lleguen a la población en general, siendo las pautas y recomendaciones claras, accesibles y aplicables a la vida diaria de las personas, promoviendo hábitos de vida saludables y el autocuidado desde una edad temprana. Las recomendaciones clave incluyen fomentar la actividad física regular, a través de programas accesibles para todas las edades; promover una dieta equilibrada mediante campañas de sensibilización sobre nutrición; incentivar exámenes de salud preventivos; educar sobre el bienestar emocional y la salud mental, destacando la importancia de gestionar el estrés y el apoyo psicológico; fomentar la conexión social y el apoyo comunitario para reducir el aislamiento mediante actividades grupales; cambiar la percepción de la vejez promoviendo un envejecimiento activo y positivo que fomente la participación de los mayores; sensibilizar sobre los riesgos del consumo de sustancias dañinas como el alcohol y el tabaco; y finalmente, fortalecer la resiliencia, promoviendo la capacidad de adaptación ante los cambios y dificultades de la vida. Para la implementación de estas estrategias, es necesario realizar campañas mediáticas, crear programas comunitarios, colaborar con diversos sectores y asegurar el acceso a recursos para todos, de manera que la educación en la promoción de la salud empodere a las personas para adoptar hábitos saludables desde temprana edad, asegurando así una vida activa y de calidad.

P.- En base a ello, y poniendo en práctica dichas pautas, ¿considera que sería efectiva la rebaja de la presión sobre el sistema sanitario que actualmente se achaca a cuestiones como la fragilidad de las personas mayores?

R.- Sí. Poner en práctica las pautas de promoción de la salud que hemos mencionado, orientadas a promover un envejecimiento activo y saludable, podría reducir significativamente la presión sobre el sistema sanitario relacionada con la fragilidad de las personas mayores. Existen varias razones que respaldan esta afirmación. La reducción de enfermedades crónicas, al promover hábitos saludables, previene enfermedades como diabetes, hipertensión y enfermedades cardiovasculares, lo que a su vez reduce la necesidad de atención médica costosa. Además, el manejo de la salud mental mediante programas de bienestar emocional y apoyo social puede reducir los trastornos mentales comunes en las personas mayores, aliviando la carga sobre los servicios de salud mental. En cuanto a la prevención de caídas y fragilidad, el ejercicio regular no solo reduce las caídas, sino que también evita hospitalizaciones costosas, mejorando la calidad de vida de los mayores. De igual forma, la disminución de hospitalizaciones, a través de revisiones médicas regulares y hábitos saludables, reduce las emergencias y hospitalizaciones, aliviando la presión sobre los hospitales. Además, el envejecimiento activo promueve la autonomía, reduciendo la necesidad de cuidados a largo plazo y, por tanto, el gasto asociado. La educación en promoción de la salud también tiene un impacto importante al retrasar enfermedades crónicas, permitiendo que las personas mayores sean productivas durante más tiempo, lo que distribuye mejor los recursos sanitarios. Finalmente, cabe destacar que la prevención es más económica que tratar enfermedades crónicas, lo que resulta en ahorros significativos para el sistema sanitario. Si bien la fragilidad y las enfermedades propias de la vejez no se pueden evitar completamente, una mayor sensibilización y educación sobre promoción de la salud, contribuiría a reducir su impacto en la salud pública y en los costos del sistema sanitario. Además, este enfoque preventivo es más sostenible a largo plazo y ayudaría a mejorar la calidad de vida tanto de las personas mayores como de la sociedad en general.

P.- ¿Ha arrancado el contacto entre las entidades participantes? ¿Cuál será el papel del CENIE?

R.- Sí, el contacto entre las entidades que forman parte de este proyecto ya ha comenzado. El CENIE ha mantenido reuniones con las universidades de Salamanca y Vigo, así como con el Instituto Politécnico de Bragança, para definir el enfoque y los próximos pasos. En este proceso, los estudiantes de enfermería jugarán un papel relevante, ya que se les involucrará en actividades prácticas y aplicadas que les permitirán adquirir experiencia en el ámbito del envejecimiento saludable. El CENIE, como impulsor de la iniciativa, continuará liderando y facilitando la colaboración entre las entidades, asegurando que el proyecto avance conforme a los objetivos establecidos.

P.- Todavía se lucha para que la longevidad sea adoptada como lo que es y defienden desde el CENIE: un logro de nuestra sociedad y una oportunidad. ¿Qué cambios se deben dar para dar una respuesta a estas nuevas sociedades longevas?

R.- Para que la longevidad sea vista como un logro y una oportunidad, es imprescindible un cambio cultural y estructural, en todos los aspectos de la vida social. Es necesario cambiar la percepción negativa sobre la vejez, promoviendo un envejecimiento activo y valorando la experiencia de los mayores. Las ciudades deben ser más inclusivas y fomentar la interacción entre generaciones, creando espacios accesibles para todas las edades. También, es esencial ofrecer programas educativos que permitan a los mayores seguir aprendiendo y desarrollando nuevas habilidades. Se debe promover la colaboración intergeneracional a través de proyectos que faciliten el intercambio de conocimientos y el apoyo mutuo. Finalmente, las personas mayores deben ser incluidas en la sociedad, participando activamente en la toma de decisiones políticas, sociales y económicas. Reconocer el valor de las personas mayores como parte activa y fundamental de la sociedad, garantizar su bienestar físico y emocional, e incluirlos en el proceso de toma de decisiones no solo será una inversión en su calidad de vida, sino en la fortaleza y cohesión de la sociedad en su conjunto. El envejecimiento es una victoria colectiva, y aprovechar este cambio demográfico como una oportunidad requiere una respuesta social integral.

P.- ¿Es una utopía pensar en que por fin se abandone la estructura de la sociedad en base a las edades de la población o, por el contrario, cree que ya se está consiguiendo?

R.- La idea de abandonar la estructura social basada en las edades de la población –en la que se segmenta a la sociedad en grupos como niños, jóvenes, adultos y mayores– no es necesariamente una utopía, pero sí un desafío importante. Sin embargo, es posible ver que, poco a poco, estamos evolucionando hacia un modelo más inclusivo y flexible, donde la edad no sea el principal factor para definir roles, oportunidades o la participación activa de las personas en la sociedad. Estamos presenciando un cambio gradual hacia una sociedad más inclusiva e intergeneracional, donde la edad ya no define roles ni oportunidades. Uno de los principales avances es el concepto de envejecimiento activo, que promueve la participación de los mayores en el trabajo, la cultura y la sociedad. Las iniciativas intergeneracionales están fomentando el intercambio de conocimientos entre generaciones, mientras que la tecnología está reduciendo la brecha digital, permitiendo una mayor participación de los mayores en la vida digital. También, se promueve un enfoque de salud y bienestar para todas las edades, y la formación continua rompe barreras de edad. Aunque aún queda trabajo por hacer para lograr una sociedad totalmente inclusiva, los avances son reales y el proceso está en marcha. Es crucial seguir impulsando políticas inclusivas y reconocer el valor de todas las edades para crear una sociedad longeva y saludable. Para todo ello, será muy importante comprender que cada persona envejece de un modo propio, y que la edad cronológica no suele corresponder con la edad biológica de las personas.

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Marta S. Massó
Marta S. Massóhttps://entremayores.es/
Licenciada en Periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca. Cubre la información de nacional de entremayores y la edición de Galicia.

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