-Lleva un año siendo la directora general de los Servicios Sociales de Catalunya, dependiente del Departament de Treball, Afers Socials i Famílies. De todas las actuaciones de este año en materia de personas mayores, ¿de cuál o cuáles está más orgullosa?
Estamos muy contentas porque, en nuestro caso, una directora general no puede hacer nada sin las otras unidades del departamento y sin los otros agentes del sistema de servicios sociales. Una de las cosas de las que estamos más contentas es de haber dado impulso efectivo a la transformación digital del sistema de servicios sociales y, especialmente, a ponernos manos a la obra en el Plan Estratégico de Servicios Sociales de Catalunya. El primero se aprobó en 2010, y desde entonces han pasado muchas cosas.
-Uno de los temas más candentes a nivel internacional es el del envejecimiento de la población, algo de lo que Catalunya no escapa. A nivel local, ya se están implantando estrategias para hacer frente a las proyecciones demográficas del futuro, como puede ser la de Barcelona. ¿Qué planes tiene la Generalitat, desde el Departament o desde la dirección general de Servicios Sociales?
El envejecimiento por sí solo no es un problema, el problema son las necesidades sociales vinculadas a la atención a la dependencia que genera el envejecimiento sin calidad de vida. Porque la atención vinculada al envejecimiento no se puede separar de cualquier atención social. Si planteamos un sistema de servicios sociales que dé cobertura a todas las personas a lo largo de su ciclo vital, el abordaje es el de atender a las necesidades sociales, que pueden ser de carácter material, de carácter relacional o vinculadas a la autonomía personal. En el caso de las personas mayores es lo mismo: tenemos un derecho, que es el de las personas a tener atención. Esto construyó el derecho de atención a la dependencia, pero no podemos olvidar que la atención al envejecimiento no solo va en relación a la atención a la dependencia, porque cuando se produce la dependencia, de grado 1, el sistema está estructurado. Lo que no tenemos estructurado es qué pasa antes de que se produzca la necesidad vinculada al grado 1. Por ejemplo, la soledad no deseada, o envejecer sin tener las coberturas materiales suficientes, que pasa especialmente en el caso de las mujeres mayores que han cotizado menos o no han cotizado porque su trabajo ha sido informal.
Es un abordaje como el que hacemos con toda la población, pero con las características de las personas mayores. Es decir, abordar las necesidades vinculadas a las relaciones (soledad no deseada, situaciones de abuso, de mal trato o no buen trato); las necesidades materiales (según qué garantizce el sistema de pensiones), y los modelos atención del ámbito comunitario, en el entorno domiciliario, y también en el ámbito de la atención diurna, la atención residencial y la sociosanitaria.
-Recientemente, usted presentó el Plan Estratégico de Servicios Sociales 2020-2024, que se encuentra en proceso participativo y se prevé aprobar en 2020. Su intención es planificar, reorganizar y actualizar el sistema catalán de servicios sociales para que se adapte a los nuevos escenarios sociodemográficos, económicos y tecnológicos, y lo harán a través de cerca de 60 objetivos y 140 actuaciones. ¿Puede adelantarnos alguna de ellas en materia de personas mayores?
La idea es que en el sistema de servicios sociales, el bien a proteger son las interacciones: la autonomía personal, la capacidad de las personas de tomar decisiones independientes sobre su proyecto vital. Tenemos muy claro que el sistema sanitario protege el derecho a la salud. Todo el mundo sabe lo que hace este sistema y todo el mundo lo quiere utilizar. En cambio, con el de servicios sociales, el bien a proteger no está tan claro. El catalán es un sistema universal, pero no es de cobertura global: atendemos solo a algo más de dos millones de personas en Catalunya, pero nadie sabe lo que hace. A veces, ni las profesionales tienen claro cuál es el bien a proteger.
Nos planteamos un sistema de servicios sociales accionado por cinco palancas de transformación que buscan situar el bien a proteger en el centro, que es la promoción de las interacciones de autonomía personal. Esas cinco palancas de transformación son, primero, las personas y las profesionales, porque no podemos conseguir lo que nos proponemos si las personas no están en el centro.
Concretamente en los profesionales, se refiere a las condiciones de trabajo. Las sociales son profesiones que tienen muy poco prestigio y valor económico, porque el cuidado de las personas lo hicimos las mujeres gratis. Otra palanca de transformación es la estructuración del sistema. Nuestros servicios sociales están muy poco estructurados y no garantiza el continuum asistencial. Tenemos que asegurarnos de que se garantice.
La tercera palanca es la atención comunitaria, porque entendemos que no podemos construir un sistema universal sin que sea fundamentalmente preventivo y comunitario. En la atención a las personas mayores, llegamos a ellos a través de lo que llamamos ‘envejecimiento de kilómetro cero’, es decir, cómo podemos situar ayudas, apoyos y servicios en el entorno comunitario y domiciliario de las personas, de modo que podamos trabajar en proyectos y servicios de carácter preventivo.
La cuarta palanca es construir un sistema basado en el conocimiento, porque el sistema de servicios sociales genera mucho conocimiento, pero tiene dificultades para estructurarlo. Necesitamos utilizar instrumentos que nos permitan sistematizar cómo se estructura la atención para mejorar la práctica de las profesionales.
La quinta palanca es la interacción. El sistema de servicios sociales interacciona con otros sistemas públicos, como el de salud. Estas interacciones no se tienen que producir en base a que los profesionales se conozcan y puedan intercambiar opiniones, sino que se tienen que estructurar en sistemas de información compartida.
-Esta remodelación se hará con la mirada puesta en el modelo nórdico, debido a su carácter preventivo. ¿Cuáles son los rasgos diferenciadores entre este modelo y el español? ¿Qué cambios exige la implantación de un nuevo modelo?
Como sociedad avanzada, entendemos que las políticas de salud tienen que ser preventivas, y que para que el sistema público de servicios sociales pueda atender a todos, se tiene que trabajar en un modelo preventivo. Y esto no es algo nuevo que nos inventamos nosotras aquí en Catalunya. Esto es algo que también se hace en Euskadi y en Navarra. La Ley de Servicios Sociales catalana, que es del 2007, ya apuntaba a eso. De hecho, no nos inventamos nada con este plan estratégico. Lo que intentamos es desplegar una ley que es del 2007, pero que en pero que en este momento quedó parada por la crisis, las políticas de austeridad, el incumplimiento de la financiación de la Ley de Dependencia y la aplicación del 155.
La idea es que todo el mundo tenga un referente en los servicios sociales. En el ámbito de los mayores, la idea es que todos puedan tener atención cercana, primero de ámbito comunitario y luego domiciliario, para poder detectar situaciones de dependencia. Evidentemente, esto no pasará de un día para otro, sino que lo desplegaremos gradualmente.
-El conseller Chakir El Homrani anunció la necesidad de avanzar en una futura Ley para la adaptación de la sociedad catalana al envejecimiento, con el objetivo de mejorar la coordinación de las políticas entre departamentos. Como directora de uno de ellos, ¿cuáles serán los aspectos más positivos de esta futura ley?
Es lo que te comentaba con la palanca quinta del Plan Estratégico de Servicios Sociales, que actúa como paraguas de diferentes acciones.
La ley no hará otra cosa que traspasar la idea de que tenemos que prepararnos para que, en Catalunya, una de cada cuatro personas sea mayor de 65, y que tenemos que dar atención a todas las personas. Y no solo en relación a la dependencia, sino también en relación a las necesidades de carácter relacional, porque las personas mayores que viven solas son más vulnerables al fraude o al maltrato; porque las mujeres mayores que viven solas son más pobres que los hombres viven solos, porque su salud es peor que la de los hombres, etcétera.
-También puso de relieve la necesidad de actualizar la cartera de servicios. Aunque no haya nada avanzado aún, ¿qué tiene en mente?
La cartera de servicios sociales se aprobó en 2010, pero hay que actualizarla. Cuando nos planteamos revisar la cartera de servicios sociales, lo que entendemos es que tenemos que revisar y simplificar los servicios profesionales de servicios existentes. Y cuando hablamos de la atención a la dependencia, hablamos de la revisión de los centros de atención diurna. Estamos cerrando una propuesta de modelo de atención diurna que puede ser más ágil y más flexible, y en el que se incorporan nuevos perfiles profesionales. No te puedo decir más porque no lo tenemos aprobado, y estaría levantando una expectativa que a lo mejor luego no se cumple.
Cuando hay necesidad de atención a la dependencia, lo que tenemos es que asegurar primero la atención en el entorno. Podemos estar hablando de plataformas de servicios, porque hay gente que requiere de atención puntual. Hay mayores que lo único que necesitan es alguien que les prepare el pastillero, o que le lleven la comida cada día, o que les vayan a hacer una visita un par de horas al día. Y estas personas pueden continuar viviendo en su domicilio perfectamente, porque nadie quiere irse de su casa: todo el mundo sabe que si nos vamos de casa para irnos a una residencia, nos vamos a morir, y nadie quiere fallecer en una residencia. Todos queremos morirnos en nuestra casa. Tenemos que conseguir, con esta idea el ‘envejecimiento kilómetro cero’, poner los apoyos y los servicios que nos permitan que una mayor parte de personas puedan vivir en casa, aparte de incrementar el parque público de residencias o de plazas de atención diurna.
Pero esto no quita el hecho de que las personas que han envejecido puedan ser mínimamente autónomas. Pueden continuar en su entorno domiciliario, pero estos apoyos no están estructurados, y es esto lo que nos tenemos que proponer: estructurar estos apoyos en el ámbito comunitario, en el entorno domiciliario y que sean, fundamentalmente, de carácter preventivo.