jueves, 12 junio 2025
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El modelo AICP, imprescindible para continuar avanzando en el acompañamiento de las personas con demencia

La consultora en Atención Integral Centrado en la Persona para personas con demencia, Lourdes Bermejo, subrayó la necesidad de lograr que todas las personas con deterioro cognitiva tengan una vida buena, lo que requiere que las personas responsables de su cuidado también sean ayudadas y capacitadas para esta labor

El modelo de Atención Integral Centrado en la Persona (AICP) es imprescindible para continuar avanzando en el acompañamiento y cuidado de las personas con demencia. Esta es una de las principales conclusiones del webinar ‘¿Qué significa acompañar y cuidar a una persona con demencia desde el modelo de atención centrada en la persona?’ organizado por la Confederación Española de Alzheimer y otras Demencias (Ceafa) con Lourdes Bermejo, la directora de recursos, investigadora y consultora en Atención Integral y Centrado en la Persona (AICP) para personas con demencia.

Según explicó la experta, las personas con demencia tienen grandes dificultades para poder expresar qué necesitan para vivir esta etapa de su vida. Es imprescindible orientar los apoyos y cuidados que se les prestan tratando de comprender lo que ellas nos expresan. Es necesario dar voz y protagonismo para conocer que desean y necesitan, y cuando les sea imposible expresarlo con palabas, aprender a interpretar sus expresiones, sus gestos, su lenguaje verbal. “No se trata solo de saber prestarles unos cuidados físicos y sanitarios, ni de desarrollar terapias cognitivas, se trata de acompañar a personas de forma integral en un momento de su vida, de gran desorientación y sufrimiento, tratando que sean lo más felices posible y preservando su dignidad y sus derechos”, afirmó Bermejo.

El modelo de Atención Integral y Centrado en la Persona permite ampliar la mirada para comprender y aceptar de forma holística a cada persona que tiene una demencia para entender que tiene, como nosotros, necesidades psicológicas, afectivas, sociales y espirituales, “que siempre son las difíciles de identificar y satisfacer”, apuntó la experta. Y añadió que “gracias al aporte de autores de diferentes disciplinas y países, durante los casi 20 años que llevamos avanzando en este camino, disponemos ya de experiencias, evidencias científicas y de técnicas concretas que nos ayuda a un mejor y más ético acompañamiento a las personas con deterioro cognitivo”. En este punto, la ponente recalcó que es fundamental no perder de vista nunca a la Persona que está detrás de la enfermedad, con una identidad, una trayectoria, una personalidad y unos valores que la hacen única. Partiendo de ese conocimiento, “tendremos que ayudarla a vivir lo mejor posible en sus circunstancias actuales. Ella no es culpable de su enfermedad y sus consecuencias, ni de la necesidad de cuidados que requiere”. Criterios generales y específicos El modelo AICP aporta criterios generales que ayudan a comprender a las personas con demencia, ya estén en casa, participen en centros de día o vivan en residencias. “Y también contamos con saberes específicos que nos van a orientar en los diferentes momentos de la evolución de las demencias para desarrollar formas de comunicación y relación; situaciones de convivencia gratas y estimulantes, así como en la creación de entornos físicos y humanos en el que las personas puedan desarrollar sus capacidades participando en tareas de la vida cotidiana, en iniciativa, en actividades interesantes y significativas para ellas, sintiéndose a gusto, reconocidas y valiosas”, comentó la ponente. Personas que acompañan y cuidan Durante su intervención, Lourdes Bermejo también subrayó la necesidad de lograr que todas las personas con demencia tengan una vida buena lo que requiere que las personas responsables de su acompañamiento y/o cuidado también sean ayudadas y capacitadas para esta ardua labor. Para ello debemos movilizarnos, si todos ayudaremos a las personas cuidadoras que tenemos cerca, daríamos un gran paso. A medida que se avanza en esta mirada más ética e integral del cuidado, aquellos que acompañan o cuidado de esas personas ( familiares, amigos o profesionales), necesitan profundizar para intentar aproximarse a la vivencia de quien tiene demencia, para tratar de ofrecer, a cada una, relaciones y contextos de vida que les permitan satisfacer todas sus necesidades (también las psicológicas, emocionales, sociales y espirituales) para que puedan tener una vida que merezca la pena ser vivida, evitándoles, tanto como sea posible, la frustración y el sufrimiento que el deterioro progresivo genera. “Para poder avanzar y mejorar necesitamos cuestionar nuestra forma de percibir, de interpretar y de actuar. A veces esto resulta doloroso por lo que implica asumir, que hay cosas que no siempre hacemos bien -a pesar de nuestra buena voluntad-, pero este es un camino imprescindible. Un camino a transitar no solo para familiares y profesionales a título individual, sino para los equipos de atención, para las organizaciones involucradas y para las administraciones responsables de las políticas de cuidados. Si queremos acompañar y cuidar a las personas con demencia, garantizando su dignidad y derechos, hemos de ir mucho más allá del diagnóstico o de la enfermedad que padecen”, concluyó Bermejo.

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Redacción EM
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