El envejecimiento restará 0,8 puntos porcentuales cada año al crecimiento PIB per cápita español en los próximos 25 años

La transformación demográfica global, caracterizada por la disminución de las tasas de natalidad y el envejecimiento de la población, está cambiando radicalmente la estructura económica mundial, según el último informe elaborado por el McKinsey Global Institute (MGI), titulado ¿Dependencia y despoblación? Afrontando las consecuencias de una nueva realidad demográfica. Si no se actúa con celeridad, este fenómeno podría comprometer la sostenibilidad del crecimiento económico, afectar los mercados laborales y poner en jaque los sistemas de pensiones, concluye el estudio de la consultora.
El informe destaca que dos tercios de la población mundial viven en países con tasas de natalidad por debajo del nivel de reemplazo de 2,1 hijos por mujer. Esto podría llevar a algunas economías avanzadas y China a perder entre un 20% y un 50% de su población para 2100. McKinsey describe el futuro como “la era de la escasez de jóvenes”. Las pirámides poblacionales ya no parecen pirámides, y están en camino de adoptar la forma de obeliscos, con un rápido aumento del número de mayores y una disminución de jóvenes.
Tal y como se señala en el estudio, en las economías avanzadas y China, la población en edad de trabajar caerá al 59% del total en 2050, frente al 67% actual. Con este panorama demográfico, se prevé que el crecimiento del PIB per cápita se reduzca sustancialmente, en más 0,5 puntos porcentuales por año en varios países, a menos que aumente la productividad y la participación laboral. La tensión en los sistemas de pensiones y las finanzas públicas seguirá en aumento. Se prevé que el número de personas en edad de trabajar por jubilado (la “tasa de soporte”) caiga de 3,9 hoy a 2 en 2050. Esta transformación impactará directamente en el consumo. Hoy, los mayores de 65 años son responsables de 21€ de cada € gastado. En 2050, se espera que aumenten hasta 31€, con implicaciones para las estrategias empresariales.
“Estamos en un punto de inflexión. Los modelos económicos basados en el crecimiento de la población activa son cosa del pasado. Necesitamos cambios profundos para sostener el crecimiento de los estándares de vida”, afirma Chris Bradley, socio senior y director de MGI. “En ausencia de cambios, las economías avanzadas podrían ver caer el crecimiento del PIB per cápita hasta un 0,8 puntos porcentuales anual en las próximas décadas, lo que afectará la prosperidad de generaciones futuras”. El informe también apunta que el epicentro del consumo y la fuerza laboral se desplazará hacia las regiones emergentes, más allá de China. De hecho, dada la tendencia actual, se prevé que la población china pase de representar el 18% actual del total, al 6% a finales de siglo—al mismo tiempo, un tercio de los habitantes del mundo serán de África Subsahariana en 2100.
ESPAÑA ANTE EL DESAFÍO DE LA SOSTENIBILIDAD ECONÓMICA
El informe de McKinsey subraya que España enfrenta uno de los mayores retos entre los países de todo el mundo. Con una tasa de natalidad en torno a 1,2 hijos por mujer y un creciente porcentaje de población jubilada, el crecimiento económico y las finanzas públicas se verán bajo una presión cada vez mayor.
España llegó a su máximo de población en edad de trabajar en 2007, hoy está en 66%, y caerá hasta un 52% en 2050. Se espera una caída de personas en edad de trabajar por persona mayor de 65 de 3,2 hoy a 1,5 dentro de tan solo 25 años. Los cambios demográficos por si solos podrían restar a España hasta 0,8 puntos porcentuales de crecimiento al año hasta 2050. Como referencia, el crecimiento anual de los últimos 25 años fue de 1,1%, por lo que la losa demográfica podría borrar casi la totalidad del crecimiento.
“Los cambios demográficos, a diferencia de otros fenómenos, tienen una importante ventaja: evolucionan de forma lenta y son altamente predecibles”, advierte Marc Canal, investigador senior de MGI. “España tiene un reto demográfico enorme, que solo se solucionará con mayor participación laboral y un incremento sustancial de la productividad. Es importante, además, replantear el contrato social entre generaciones».
El estudio del MGI hace hincapié en que, para adaptarse a esta nueva realidad, las empresas deberán repensar sus estrategias para captar el mercado de los mayores y gestionar equipos multigeneracionales, así como invertir en tecnologías que impulsen la productividad. Al mismo tiempo, los gobiernos tendrán que diseñar políticas públicas que fomenten dicha inversión, como también el ahorro para la jubilación, la salud pública y la longevidad saludable.