Pregunta.- ‘El Cuidado en Centros de Mayores: Ética y Humanización’ es el lema de este XVII congreso de Lares. Es evidente que es un debate que genera muchas preguntas pero, desde su perspectiva, ¿cuál es el punto de partida que se debe considerar desde el sector para garantizar una atención y cuidados adecuados en un centro?
Respuesta.- Partir de que esa atención y cuidados adecuados tienen como razón de ser la Persona. Persona con mayúsculas. Persona con nombre y apellidos, con una historia de vida y una experiencia que la hace única e irrepetible. Una persona que puede ser nuestro padre, nuestra madre, usted, yo…
P.- La incorporación de la ética asistencial a la atención geriátrica es un tema clave para asegurar una asistencia de calidad. ¿Cree que desde el sector residencial ya están siendo conscientes de la importancia de tener en cuenta este aspecto a la hora de cuidar a los mayores?
R.- ¿Desde cuándo no fuimos conscientes de ello? Mejor dicho ¿No hemos sido conscientes hasta ahora? Hay cuestiones que deben de ser por el simple hecho de ser, independientemente de que le pongamos nombre o las califiquemos. Otra cosa es que nuestra evolución cultural nos haga caer en la cuenta de que lo que hasta cierto momento considerábamos éticamente bueno, pueda cambiar su orientación –no de manera traumática ni antagónica– a lo que se venia haciendo hasta ese momento. Por ejemplo, hasta no hace muchos años no nos planteábamos la importancia trascendental del no uso de sujeciones físicas, ahora ya hablamos incluso del uso negativo de las farmacológicas… pero mas aún, hasta hace poquísimos años, no nos planteábamos si era ético o no el uso de ciertas prácticas que considerábamos buenas como formas de erradicación de esas sujeciones mecánicas, por ejemplo los sillones basculantes… La ética asistencial nos acompaña desde siempre y lo seguirá haciendo para siempre, otra cosa es cómo nos veamos e interpretemos qué es lo que debemos hacer o no en ese momento concreto.
P.- Algunos centros residenciales ya han incorporado comités de ética a su organización. ¿En los centros Lares, cuentan los profesionales con la orientación o apoyo de este tipo de recursos?
R.- Ciertamente son muy pocos los que los tienen en funcionamiento. Varias son las razones. La primera –que no justifica que no existan– es la propia ausencia de regulación normativa para la composición organización y funcionamiento de esos comités de ética. Otra, ciertamente, es la formación imprescindible de los componentes de esos comités de ética para poder tratar y abordar diferentes situaciones que se pueden producir en los centros residenciales. Ni todo el personal puede dedicarle tiempo o dedicación ni todos los centros pueden abordar el coste que precisa esa formación que no es cualquier formación. Al margen de estas consideraciones, hay que avanzar decididamente en ese camino pero también siendo conscientes de las limitaciones que existen actualmente, añadiendo a las anteriores el número de residentes del centro, si hablamos de una o varios centros residenciales… Desde Lares vamos a abordar la posibilidad de que al menos haya un comité de ética en cada territorio para poder atender los casos no solo del centro en donde se constituya, sino también los que se puedan presentar en los centros que conforman dicho territorio.
P.- ¿Cómo funcionan estos comités?
R.- El funcionamiento es simple: suelen ser comités que cuentan con representantes de los diferentes grupos de atención a nuestros residentes: médicos GUEs, trabajadoras sociales, psicólogas, gerocultoras… familiares, personal del centro de salud,… esta organización puede fluctuar según la consideración de dichos comités de ética –de aquí la importancia de una regulación normativa–. Tienen formación periódica y se reúnen también periódicamente bien para analizar casos prácticos o para abordar los que se consideren que precisan pasar por dicho comité. Dicho comité tiene carácter orientativo y salvo casos que así se consideren, no pueden ser comités ejecutivos o vinculantes.
P.- ¿Cuáles son los temas, en concreto, que suelen conllevar una mayor controversia?
R.- La controversia surge cuando hay dudas o conflictos de intereses en los que existe inseguridad para tomar decisiones que afectan directamente al residente y pueden ser variados, créame. Desde las dudas sobre la idoneidad o no de facilitar nutrición entera, qué hacer –o no– en caso de fallecimiento cuando existen divergencias entre la familia, qué hacer –-o no– cuando existe una enfermedad terminal y la familia no quiere que se le comunique a la persona… Imagine si añadimos a estos planteamientos el hecho de que la persona suele tener una demencia de tipo avanzado que le impide poder decidir por ella misma y las opiniones de los familiares son contrapuestas. El ámbito normativo ayuda y su conocimiento es muy importante, crucial, pero su carácter interpretativo hace muy importante la existencia de estos comités de ética.
P.- En el congreso se abordará este tema desde una visión multidisciplinar. ¿Qué materias considera más novedosas de las que se tratarán y reflexionarán en este encuentro para acercarse a esa humanización de los cuidados?
R.- Creo que el programa del congreso es muy heterogéneo moviéndose desde un ámbito macro –Ética y humanización del cuidado, Edadismo…– a micro –abordaje de cambios posturales a personas en sus domicilios o en centros residenciales…–. O podemos pasar de concepciones más teóricas –como el Pacto Nacional por la Dependencia vs cambios normativos– a experiencias de primera mano –vivir en una residencia: experiencias de residentes y familiares–. Y todo ello tomando como punto de mira la importancia trascendental del cuidado a las personas mayores y en concreto a las más vulnerables. Queremos que sea un congreso en el que se una el ámbito académico con el eminentemente práctico desde una concepción crítica que nos permita avanzar en el fin que nos mueve, que no es otro que nuestro amor a los que lo han dado y hecho todo por nosotros.
P.- ¿Cree que sería necesario emprender cambios en nuestro modelo actual de cuidados para, precisamente, consolidar la humanización en la atención que se presta a las personas mayores? ¿Qué cambios?
R.- Sin duda. Cambios que van desde esa reivindicación que hacemos de manera continua denominada Pacto Nacional por las Personas Dependientes más allá de visiones cortoplacistas y partidistas, hasta una apuesta decidida por la dignificación tanto en materia salarial como formativa de los grupos profesionales que dedican gran parte de su vida al cuidado y atención de nuestros Residentes. Nuestras trabajadoras –una amplísima mayoría son mujeres– llevan a cabo una labor tremendamente loable y a menudo no solo mal reconocida, sino también cuestionada. Para poder cuidar bien, nuestras trabajadoras tienen que ser bien cuidadas por nosotras, las patronales, pero también por el poder político, concretado en su determinación por una mayor dotación de recursos que evite las tremendas desigualdades que existen en nuestras comunidades autónomas en la asignación de dichos recursos. Casi nada.
A partir de ahí, podremos hablar de procesos de desinstitucionalización y cómo hacer que los espacios en los que se cuida sean lo más cercano a lo que la persona protagonista de ese cuidado desea.