‘Casa de nadie’ habla del envejecimiento en España. Para ello, este ensayo en formato cine documental, dirigido por Ingrid Guardiola, presenta dos realidades diferenciadas pero entre las que es sencillo encontrar similitudes y que incluso resultan familiares. Y es que este largometraje transcurre, por una parte, en una residencia de personas mayores de Barcelona y, por otra, en una antigua colonia minera de la provincia de León en la que, en tiempos, los niños recorrían las calles y en la que ahora solo se escuchan voces avejentadas. 

Estos lugares sirven como contexto para hablar del paso del tiempo, de la memoria y de la progresiva desaparición de las personas cuando van llegando a cierta edad. Un ejercicio en el que el espectador se identifica con lo mostrado, ya que estas realidades se dan a lo largo y ancho del país. 

Más allá de datos y estadísticas sobre el proceso de envejecimiento en España, este documental lo que busca es dar voz a los senior de estos lugares para que sean ellos los que cuenten su versión de esta situación, para que cuenten su versión de la historia.

Es complicado ver este documental y no sacar conclusiones. Es difícil ignorar el mensaje con el que la directora quiso impregnar esta propuesta audiovisual. Ese pueblo leonés que en su día sirvió para un fin, que fue la explotación minera, es ahora un lugar olvidado. Un espacio que parece haber agotado sus opciones y que no es más que un recuerdo de lo que fue en el pasado. Los mayores que allí viven, sienten ese olvido, ven esa decadencia y no pueden evitar establecer una comparación con sus vidas. Pero no solo con las suyas, sino que también con las de los mayores de la residencia de Barcelona y con todos los senior, ya no solo de España, sino de todo el mundo. 

La reflexión que subyace apunta a que el ser humano no es más que un producto del sistema capitalista, pues pasa por una fase inicial en la que es rentable económicamente, para acabar siendo un elemento aparentemente inservible para la sociedad. Contra esto quiere luchar este documental. Abandonar la idea de “población activa”, que se asocia a la juventud, para reclamar que los mayores también son agentes importantes de la sociedad, que no son productos obsoletos, que no deben ser invisibles.

Asimismo, con esta comparación entre ambos enclaves tan distantes, se deja entrever el espíritu de muchos de los protagonistas de este documental, que independientemente de su lugar de procedencia comparten su voluntad de querer vivir con tranquilidad, de envejecer sin sobresaltos. De hecho, en esta obra también se habla sin tapujos de la muerte, de la fase final de la vida. Y es que algunos de estos mayores reconocen que para ellos ya han vivido suficiente. Querer vivir es positivo, pero reconocer que su tiempo ya ha pasado es igualmente respetable. 

Guardiola considera que ‘Casa de nadie’ es una obra feminista, ya que también es una reivindicación del papel de la mujer en la sociedad. Es un homenaje a la labor de las mujeres como cuidadoras, tanto informales como profesionales, ya que su peso en el sector de los cuidados a personas en situación de dependencia es más que considerable. Es también un reconocimiento al papel de estas mujeres mayores como pilares fundamentales en sus familias, ya que su trabajo, a pesar de no haber estado reconocido ni remunerado, era tan importante como el de sus maridos.

Este documental constituye el debut en materia de largometrajes de Ingrid Guardiola. Esta doctora en Humanidades por la Universitat Pompeu Fabra ya había dirigido diversos programas audiovisuales en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, concretamente en el marco de ’Soy Cámara’, que es un canal audiovisual en el que se realizan ensayos que reflexionan sobre cuestiones sociales. El espíritu crítico es una de las principales características de estos programas que, quizás, han podido servir como inspiración, como punto de partida para ‘Casa de Nadie’.