László Andor/ Comisario europeo de Empleo y Asuntos Sociales
‘Si mantenemos las cotizaciones en el nivel actual, tendremos que aceptar una calidad de vida cada vez peor’
El Comisario Europeo de Asuntos Sociales analiza los retos derivados del aumento de la esperanza de vida y las políticas para fomentar el envejecimiento activo de las personas mayores de 60 años. Asimismo, explica que, de acuerdo con el Libro Verde de las Pensiones, es necesario retrasar la edad de retiro laboral

Pregunta.- Actualmente, en la Unión Europea hay cuatro personas en edad laboral por cada persona de más de 65 años. Esta proporción se reducirá a la mitad en los próximos 50 años. ¿Qué políticas sociales cree que se deben aplicar para frenar el envejecimiento de la población?
Respuesta.- El hecho de que vivamos más tiempo es una conquista que debemos celebrar. Nuestra esperanza de vida continúa aumentando casi cada año en un par de meses o incluso más. Esta es una buena noticia y confío en que nuestros sistemas sanitarios y sociales hagan posible que vivamos más tiempo aún.
Pero necesitamos también políticas que permitan a la gente mantener una familia y ocuparse de sus hijos en las mejores condiciones posibles. Así aumentaría ligeramente el índice de natalidad en muchos países, especialmente si las mujeres no tienen que sacrificar sus carreras profesionales para ocuparse de sus familias, pero no se evitaría el envejecimiento de la población. Para que así fuera, tendríamos que tener unos índices de natalidad tan elevados que la población crecería vertiginosamente y la presión demográfica sería excesiva para mantener nuestras condiciones de vida. Hemos de admitir que el envejecimiento de la población es una consecuencia natural de los avances sociales.
P.- El coeficiente de dependencia de la tercera edad es ahora del 25,9%. ¿Qué medidas se han previsto para reducirlo?
R.- El coeficiente de dependencia de la “tercera edad” nos indica el número de gente mayor con relación a la población en edad laboral. ¿Pero qué quiere decir en realidad “tercera edad” y cuáles son exactamente los límites de la edad laboral? Para este indicador, asumimos que la población entre los 15 y los 64 años está en edad laboral y que la gente de más de 65 años pertenece a la tercera edad. La realidad es que la mayor parte de los jóvenes de 20 años siguen en el sistema educativo y, por lo tanto, no trabajan; y no querríamos que trabajaran, pues pueden ser mucho más productivos si permanecen más tiempo en el sistema educativo. En el otro extremo de la población en edad de trabajar encontramos que la mayor parte de la gente se ha jubilado poco después de cumplidos los 60 años. Por ello, el coeficiente de dependencia de la tercera edad es muy arbitrario y no refleja la realidad social actual. Lo que importa es hallar el coeficiente entre quienes realmente trabajan y quienes reciben pensiones u otros subsidios. Aquí es donde hay mucho margen para lograr mejoras en muchos países. Los niveles del empleo, particularmente de los trabajadores de más edad, son muy bajos. Si este nivel aumenta, el desafío del envejecimiento demográfico es mucho menor. Los trabajadores mayores no son parte del problema, sino de la solución.
P.- ¿Qué papel juega el envejecimiento activo en las políticas de la Unión Europea?
R.- La gente de 60 y más años tiene, en general, buena salud y puede hacerse cargo de sí misma. No son una carga, como parecen sugerir indicadores como el coeficiente de dependencia de la tercera edad. Si creamos más oportunidades de empleo, si apoyamos el trabajo voluntario y no remunerado de este colectivo (por ejemplo, como cuidadores de los nietos o de mayores dependientes) y si creamos mejores condiciones para la vida independiente de los mayores, podemos aumentar su calidad de vida y asegurarnos de que no se convierten en una carga para las generaciones más jóvenes, aunque su número aumente rápidamente. A este planteamiento le llamamos “envejecimiento activo”. Se trata de ayudar a los mayores a utilizar sus capacidades al máximo, contribuyendo a la sociedad y manteniéndose independientes tanto tiempo como sea posible.
P.- Recientemente, usted ha declarado que "tenemos que elegir entre jubilados más pobres, mayor gasto social o una ampliación de la edad laboral de la población". ¿Cuál es la elección de la Comisión?
R.- Si la esperanza de vida se incrementa y la edad de jubilación se mantiene, pasaríamos un mayor tiempo de nuestra vida jubilados. Si queremos mantener una buena calidad de vida durante ese período más amplio, hemos de reservar más dinero mientras estemos activos, por lo que las cotizaciones deberán ser más elevadas. O podemos mantenerlas en los niveles actuales y aceptar una calidad de vida cada vez peor, lo que significa que el número de mayores en la pobreza podría incrementarse considerablemente. Ninguna de estas dos hipótesis parece muy atractiva. Lo que a largo plazo parece más realista es que repartamos nuestros años adicionales de vida entre la vida laboral y la jubilación. Eso significaría que hemos de trabajar más años, pero que gozaríamos también de más años de jubilación. Y no tendríamos que pagar cotizaciones excesivamente altas ni aceptar la pobreza a medida que envejecemos.
P.- En España los sindicatos critican específicamente la medida para retrasar la edad de jubilación, como ha ocurrido en Francia. ¿Cuáles son las ventajas y desventajas de retrasar la edad de jubilación de los 65 a los 67 años?
R.- Aunque corresponde a los Estados miembros decidir sobre la edad de jubilación o sobre la organización de los sistemas nacionales de pensiones, pensamos, de acuerdo con lo expuesto en nuestro Libro Verde sobre las pensiones, que si queremos una Europa sostenible y próspera, necesitamos adaptarnos a nuestra mayor esperanza de vida, repartiéndola entre el tiempo dedicado al trabajo y el de jubilación. Aún así, el futuro de unas pensiones de jubilación adecuadas pasa no solamente por trabajar más tiempo, sino también por que más trabajadores trabajen más.
El aumento de la edad de jubilación para tener derecho a la pensión tiene un impacto positivo muy fuerte en el equilibrio financiero de los sistemas de pensiones. Trabajando más tiempo, la gente cotiza durante más años y los beneficios podrán recogerse más tarde.También hace falta que los jóvenes empiecen a trabajar en condiciones adecuadas para poder así cotizar antes. Todo esto significa más ingresos y menos gastos y es una manera eficaz de restaurar el equilibrio financiero de los sistemas de pensiones, a condición de que la gente sea realmente capaz de trabajar hasta esta edad.
Todo ello dependerá también de la situación del mercado laboral, del estado de salud de los trabajadores y de sus cualificaciones, que pueden tener que actualizarse. Algunos no encontrarán trabajo o no podrán trabajar, por lo que deberán atenderlos otros sistemas sociales, como los del seguro de desempleo o de invalidez. Por supuesto, esto reduce los ahorros que uno puede esperar con una edad de jubilación mayor. Y, si no hay estas redes de seguridad para la gente que no pueda trabajar hasta los 67 años, los que tengan mala salud o carezcan de cualificaciones adecuadas estarán en riesgo de pobreza. Esta es la desventaja de aumentar exclusivamente la edad de jubilación sin políticas paralelas que hagan posible que la gente permanezca realmente más tiempo en el mercado laboral.
P.- ¿Qué políticas ha de apoyar la Comisión Europea para lograr una sociedad inclusiva en la que los mayores tengan su lugar como elementos activos?
R.- Hay una amplia gama de políticas que son necesarias para crear una sociedad que dé a los mayores un lugar apropiado en la sociedad. Éstas incluyen el empleo, la salud, la formación continua, la protección social, el desarrollo urbano y rural y las tecnologías de la información. Un ejemplo es una iniciativa reciente de la Comisión Europea que debe servir de incentivo para una política de envejecimiento activo en todas estas áreas. La Comisión propuso en septiembre que 2012 fuera el Año Europeo del Envejecimiento Activo, lo que será una buena oportunidad para los responsables políticos y para todos los interesados (desde las ciudades hasta la Unión Europea) de prever iniciativas que contribuyan a una mejor integración de los mayores en la sociedad. Espero que sea una ocasión para una movilización masiva de nuestros mayores en toda Europa.
Respuesta.- El hecho de que vivamos más tiempo es una conquista que debemos celebrar. Nuestra esperanza de vida continúa aumentando casi cada año en un par de meses o incluso más. Esta es una buena noticia y confío en que nuestros sistemas sanitarios y sociales hagan posible que vivamos más tiempo aún.
Pero necesitamos también políticas que permitan a la gente mantener una familia y ocuparse de sus hijos en las mejores condiciones posibles. Así aumentaría ligeramente el índice de natalidad en muchos países, especialmente si las mujeres no tienen que sacrificar sus carreras profesionales para ocuparse de sus familias, pero no se evitaría el envejecimiento de la población. Para que así fuera, tendríamos que tener unos índices de natalidad tan elevados que la población crecería vertiginosamente y la presión demográfica sería excesiva para mantener nuestras condiciones de vida. Hemos de admitir que el envejecimiento de la población es una consecuencia natural de los avances sociales.
P.- El coeficiente de dependencia de la tercera edad es ahora del 25,9%. ¿Qué medidas se han previsto para reducirlo?
R.- El coeficiente de dependencia de la “tercera edad” nos indica el número de gente mayor con relación a la población en edad laboral. ¿Pero qué quiere decir en realidad “tercera edad” y cuáles son exactamente los límites de la edad laboral? Para este indicador, asumimos que la población entre los 15 y los 64 años está en edad laboral y que la gente de más de 65 años pertenece a la tercera edad. La realidad es que la mayor parte de los jóvenes de 20 años siguen en el sistema educativo y, por lo tanto, no trabajan; y no querríamos que trabajaran, pues pueden ser mucho más productivos si permanecen más tiempo en el sistema educativo. En el otro extremo de la población en edad de trabajar encontramos que la mayor parte de la gente se ha jubilado poco después de cumplidos los 60 años. Por ello, el coeficiente de dependencia de la tercera edad es muy arbitrario y no refleja la realidad social actual. Lo que importa es hallar el coeficiente entre quienes realmente trabajan y quienes reciben pensiones u otros subsidios. Aquí es donde hay mucho margen para lograr mejoras en muchos países. Los niveles del empleo, particularmente de los trabajadores de más edad, son muy bajos. Si este nivel aumenta, el desafío del envejecimiento demográfico es mucho menor. Los trabajadores mayores no son parte del problema, sino de la solución.
P.- ¿Qué papel juega el envejecimiento activo en las políticas de la Unión Europea?
R.- La gente de 60 y más años tiene, en general, buena salud y puede hacerse cargo de sí misma. No son una carga, como parecen sugerir indicadores como el coeficiente de dependencia de la tercera edad. Si creamos más oportunidades de empleo, si apoyamos el trabajo voluntario y no remunerado de este colectivo (por ejemplo, como cuidadores de los nietos o de mayores dependientes) y si creamos mejores condiciones para la vida independiente de los mayores, podemos aumentar su calidad de vida y asegurarnos de que no se convierten en una carga para las generaciones más jóvenes, aunque su número aumente rápidamente. A este planteamiento le llamamos “envejecimiento activo”. Se trata de ayudar a los mayores a utilizar sus capacidades al máximo, contribuyendo a la sociedad y manteniéndose independientes tanto tiempo como sea posible.
P.- Recientemente, usted ha declarado que "tenemos que elegir entre jubilados más pobres, mayor gasto social o una ampliación de la edad laboral de la población". ¿Cuál es la elección de la Comisión?
R.- Si la esperanza de vida se incrementa y la edad de jubilación se mantiene, pasaríamos un mayor tiempo de nuestra vida jubilados. Si queremos mantener una buena calidad de vida durante ese período más amplio, hemos de reservar más dinero mientras estemos activos, por lo que las cotizaciones deberán ser más elevadas. O podemos mantenerlas en los niveles actuales y aceptar una calidad de vida cada vez peor, lo que significa que el número de mayores en la pobreza podría incrementarse considerablemente. Ninguna de estas dos hipótesis parece muy atractiva. Lo que a largo plazo parece más realista es que repartamos nuestros años adicionales de vida entre la vida laboral y la jubilación. Eso significaría que hemos de trabajar más años, pero que gozaríamos también de más años de jubilación. Y no tendríamos que pagar cotizaciones excesivamente altas ni aceptar la pobreza a medida que envejecemos.
P.- En España los sindicatos critican específicamente la medida para retrasar la edad de jubilación, como ha ocurrido en Francia. ¿Cuáles son las ventajas y desventajas de retrasar la edad de jubilación de los 65 a los 67 años?
R.- Aunque corresponde a los Estados miembros decidir sobre la edad de jubilación o sobre la organización de los sistemas nacionales de pensiones, pensamos, de acuerdo con lo expuesto en nuestro Libro Verde sobre las pensiones, que si queremos una Europa sostenible y próspera, necesitamos adaptarnos a nuestra mayor esperanza de vida, repartiéndola entre el tiempo dedicado al trabajo y el de jubilación. Aún así, el futuro de unas pensiones de jubilación adecuadas pasa no solamente por trabajar más tiempo, sino también por que más trabajadores trabajen más.
El aumento de la edad de jubilación para tener derecho a la pensión tiene un impacto positivo muy fuerte en el equilibrio financiero de los sistemas de pensiones. Trabajando más tiempo, la gente cotiza durante más años y los beneficios podrán recogerse más tarde.También hace falta que los jóvenes empiecen a trabajar en condiciones adecuadas para poder así cotizar antes. Todo esto significa más ingresos y menos gastos y es una manera eficaz de restaurar el equilibrio financiero de los sistemas de pensiones, a condición de que la gente sea realmente capaz de trabajar hasta esta edad.
Todo ello dependerá también de la situación del mercado laboral, del estado de salud de los trabajadores y de sus cualificaciones, que pueden tener que actualizarse. Algunos no encontrarán trabajo o no podrán trabajar, por lo que deberán atenderlos otros sistemas sociales, como los del seguro de desempleo o de invalidez. Por supuesto, esto reduce los ahorros que uno puede esperar con una edad de jubilación mayor. Y, si no hay estas redes de seguridad para la gente que no pueda trabajar hasta los 67 años, los que tengan mala salud o carezcan de cualificaciones adecuadas estarán en riesgo de pobreza. Esta es la desventaja de aumentar exclusivamente la edad de jubilación sin políticas paralelas que hagan posible que la gente permanezca realmente más tiempo en el mercado laboral.
P.- ¿Qué políticas ha de apoyar la Comisión Europea para lograr una sociedad inclusiva en la que los mayores tengan su lugar como elementos activos?
R.- Hay una amplia gama de políticas que son necesarias para crear una sociedad que dé a los mayores un lugar apropiado en la sociedad. Éstas incluyen el empleo, la salud, la formación continua, la protección social, el desarrollo urbano y rural y las tecnologías de la información. Un ejemplo es una iniciativa reciente de la Comisión Europea que debe servir de incentivo para una política de envejecimiento activo en todas estas áreas. La Comisión propuso en septiembre que 2012 fuera el Año Europeo del Envejecimiento Activo, lo que será una buena oportunidad para los responsables políticos y para todos los interesados (desde las ciudades hasta la Unión Europea) de prever iniciativas que contribuyan a una mejor integración de los mayores en la sociedad. Espero que sea una ocasión para una movilización masiva de nuestros mayores en toda Europa.