Los titulares de carteras ministeriales relacionadas con la sanidad y la salud del G20 se reunieron, recientemente, en la ciudad japonesa de Okayama, para debatir la consecución de la Cobertura Sanitaria Universal en 2030, responder al envejecimiento de la población y el manejo de riesgos sanitarios, incluyendo las resistencias a los antibióticos.
Concretamente, 12 puntos de los 52 que componen la Declaración de Okayama, se centran en el abordaje del envejecimiento generalizado de la población en todo el mundo, algo que tiene “implicaciones sociales y económicas de cara a la consecución de los objetivos de la Agenda 2030”. “El envejecimiento saludable es un prerrequisitio para asegurar el desarrollo sostenible e inclusivo, y reconocemos la necesidad de aumentar los servicios de Atención Primaria y los cuidados de larga duración para que los mayores vivan con óptima salud y dignidad, así como independencia, durante el mayor tiempo posible”, reza el documento.
Así, el envejecimiento activo y saludable se convierte en una de las prioridades en materia de sanidad para los países del G20, lo que incluye el fin de la discriminación por razones de edad (edadismo) y la inclusión de los mayores con discapacidad. También se ha propuesto el reto de aumentar la esperanza de años de vida con salud, ya que, aunque vivimos más, pasamos más tiempo atrasando los efectos de las enfermedades crónicas ligadas a las características biológicas del envejecimiento. En este sentido, se potenciará la prevención y el control de enfermedades, contagiosas o no, así como la educación sanitaria a lo largo de la vida.
En este sentido, se recordó la preparación para el Decenio del Envejecimiento Saludable 2020-2030, una iniciativa nacida en el seno de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los ministros sugieren la inclusión del uso efectivo, asequible y seguro de las tecnologías digitales, así como la participación de organizaciones como la OCDE con la OMS.
Otros focos de acción incluyen garantizar la protección social para el colectivo senior y la generación de sinergías para poner en común buenas prácticas y aprendizaje mutuo.
ALZHEIMER Y OTRAS DEMENCIAS
Son cinco los puntos dedicados a establecer líneas de actuación para abordar este trastorno neurodegenerativo, ya que reconocen que es “un reto común con un significativo impacto en la salud, la calidad de vida, la economía y toda la sociedad”. De hecho, se indica que cerca del 1,1% del PIB global se reduce al coste económico causado solo por el Alzheimer y otras demencias.
“Recordamos la decisión de la Asamblea Mundial de la Salud de aprobar un Plan de Acción Global en Salud Pública en Respuesta a la Demencia 2017-2025”, la cual llevó a muchos países a crear planes nacionales para encarar la enfermedad. “Abordaremos los factores de riesgo y determinantes sociales de la demencia, en concordancia con la evidencia. Apoyaremos la detección, diagnóstico e intervenciones tempranas, incluyendo los refuerzos que sean necesarios para ampliar la capacidad de los sistemas sanitarios”.
Además, apoyarán la promoción de espacios y entornos inclusivos con la demencia y amigables con los mayores, favoreciendo una mejor comprensión de la enfermedad y sobreponiéndose a los estigmas; pasando por la implementación de la AICP. También se tuvieron en cuenta las ayudas a la investigación de temas relacionados con el envejecimiento saludable, lo que incluye (y a la vez, potencia) “la reducción de riesgos y la detección, diagnóstico y tratamiento precoces de la demencia”, haciendo eco del rol que juega la OMS desde el Observatorio Global de la Demencia.