Un estudio determina que las personas mayores asumen un tercio de la carga global de cuidados en Euskadi
'Las personas mayores en la economía de Euskadi', publicado por el departamento de Empleo y Políticas Sociales, busca reconocer y valorar la labor invisible de los mayores, y su aportación a la economía real

Los mayores en Euskadi son un colectivo heterogéneo que en su mayoría goza de buena salud y participan en el mantenimiento del bienestar común. Son productores de cuidados, propietarios inmobiliarios, contribuyentes al aumento del PIB autonómico, garantes del consumo de bienes y servicios, y facilitadores de liquidez a través de los depósitos y planes de pensiones para todo el sistema económico.
Así, lo expone el estudio “Las personas mayores en la economía de Euskadi”, elaborado por María Ángeles Durán y publicado y financiado por el departamento de Empleo y Políticas Sociales del Gobierno Vasco, con el objetivo de reconocer y valorar la labor invisible de los mayores, su aportación a la economía real y desterrar estereotipos.
En esta investigación, desarrollada durante dos años, la autora establece que en Euskadi coexisten cuatro tipos de economías en la que las personas mayores tienen diferente peso: la economía de mercado, la de los hogares, la de las administraciones públicas y la del voluntariado.
El estudio pone de relieve que la relación de los mayores con las administraciones públicas y el mercado es conocida, en tanto que receptores de pensiones y consumidores de bienes y servicios, aunque al haber sobrepasado la mayoría la edad de jubilación, su relación con el mercado es más débil que en épocas anteriores de su ciclo vital. Sin embargo, se conoce menos su posición como deudores y propietarios, así como su papel en la producción y consumo de servicios no remunerados dentro de los hogares, su papel como consumidores de bienes y servicios ofrecidos por las administraciones públicas sin contrapartida monetaria, y su papel como productores y receptores de servicios de voluntariado.
Así, en el estudio se determina que las personas mayores desarrollan gran parte de su actividad económica fuera del mercado formal, principalmente en los hogares, produciendo servicios para sí mismas y para otras personas (principalmente alojamiento, alimentación y cuidados). Se estima que el colectivo de mayores asume más de un tercio de la carga global de cuidado en Euskadi (atienden a nietos, cónyuges y familiares en situación de dependencia).
Según la encuesta de Necesidades Sociales de 2010, en el tramo de edad entre 55 y 64 años, hay un 8,4% de personas que cuidan habitualmente a otras personas y la incidencia se mantiene alta incluso después de los 75 años. Así, los mayores constituyen el 30% de todos los cuidadores.
El coste del cuidado en los hogares se invisibiliza hasta el punto de hacerlo parecer gratuito y no costoso, o se paga con “ayudas” casi simbólicas a los cuidadores, que en la relación entre ayuda económica/horas dedicadas puede ser diez veces inferior a lo que habría de pagarse a un trabajador remunerado.
La autora destaca en el documento que menos del 1% del trabajo doméstico producido en los hogares, incluídos los de mayores, se externaliza. Y plantea qué proporción respecto al Producto Interior Bruto de Euskadi supondría el trabajo doméstico realizado por los mayores.
Aportación a la economía
Los mayores constituyen en Euskadi una potencia económica, tanto por la cuantía que de lo que reciben y gestionan mensualmente como por su estabilidad, y por su patrimonio acumulado. Son propietarios de un tercio del parque inmobiliario, lo que les convierte comparativamente en más ricos que la mayoría de los jubilados europeos. De esta forma contribuyen por este concepto a mejorar el PIB total y per cápita de Euskadi.
Por otra parte, sus fondos de pensiones y sus ahorros dotan de liquidez a bajo precio a la economía monetarizada.
Sin embargo, en el estudio se advierte de que la situación económica de los mayores es estable porque el sistema de pensiones se ha ido garantizando por motivos políticos, no porque en sí misma lo sea.
Los mayores entre los 65 y 75 años (que en Euskadi son 248.432 personas), así como el resto de mayores en buenas condiciones de salud, sea cual sea su edad, son un ejército de reserva de la economía no contabilizada. A pesar de que habitualmente la opinión pública los presenta como un colectivo que consume sin producir y traslada los problemas económicos al resto de los contribuyentes, su trabajo invisible, junto con el de las mujeres, contribuye fuertemente a que el sistema impositivo no se desboque para atender a la población con necesidades de especial cuidado.
En épocas de crisis, las personas mayores han demostrado su eficacia como agentes de redistribución y cobertura de necesidades ajenas en sus redes familiares. Ellos contribuyen, tanto desde la economía de los hogares como en su función de propietarios de ahorros y consumidores, al éxito de la economía monetarizada de la que están semiexcluídos.
Así, lo expone el estudio “Las personas mayores en la economía de Euskadi”, elaborado por María Ángeles Durán y publicado y financiado por el departamento de Empleo y Políticas Sociales del Gobierno Vasco, con el objetivo de reconocer y valorar la labor invisible de los mayores, su aportación a la economía real y desterrar estereotipos.
En esta investigación, desarrollada durante dos años, la autora establece que en Euskadi coexisten cuatro tipos de economías en la que las personas mayores tienen diferente peso: la economía de mercado, la de los hogares, la de las administraciones públicas y la del voluntariado.
El estudio pone de relieve que la relación de los mayores con las administraciones públicas y el mercado es conocida, en tanto que receptores de pensiones y consumidores de bienes y servicios, aunque al haber sobrepasado la mayoría la edad de jubilación, su relación con el mercado es más débil que en épocas anteriores de su ciclo vital. Sin embargo, se conoce menos su posición como deudores y propietarios, así como su papel en la producción y consumo de servicios no remunerados dentro de los hogares, su papel como consumidores de bienes y servicios ofrecidos por las administraciones públicas sin contrapartida monetaria, y su papel como productores y receptores de servicios de voluntariado.
Así, en el estudio se determina que las personas mayores desarrollan gran parte de su actividad económica fuera del mercado formal, principalmente en los hogares, produciendo servicios para sí mismas y para otras personas (principalmente alojamiento, alimentación y cuidados). Se estima que el colectivo de mayores asume más de un tercio de la carga global de cuidado en Euskadi (atienden a nietos, cónyuges y familiares en situación de dependencia).
Según la encuesta de Necesidades Sociales de 2010, en el tramo de edad entre 55 y 64 años, hay un 8,4% de personas que cuidan habitualmente a otras personas y la incidencia se mantiene alta incluso después de los 75 años. Así, los mayores constituyen el 30% de todos los cuidadores.
El coste del cuidado en los hogares se invisibiliza hasta el punto de hacerlo parecer gratuito y no costoso, o se paga con “ayudas” casi simbólicas a los cuidadores, que en la relación entre ayuda económica/horas dedicadas puede ser diez veces inferior a lo que habría de pagarse a un trabajador remunerado.
La autora destaca en el documento que menos del 1% del trabajo doméstico producido en los hogares, incluídos los de mayores, se externaliza. Y plantea qué proporción respecto al Producto Interior Bruto de Euskadi supondría el trabajo doméstico realizado por los mayores.
Aportación a la economía
Los mayores constituyen en Euskadi una potencia económica, tanto por la cuantía que de lo que reciben y gestionan mensualmente como por su estabilidad, y por su patrimonio acumulado. Son propietarios de un tercio del parque inmobiliario, lo que les convierte comparativamente en más ricos que la mayoría de los jubilados europeos. De esta forma contribuyen por este concepto a mejorar el PIB total y per cápita de Euskadi.
Por otra parte, sus fondos de pensiones y sus ahorros dotan de liquidez a bajo precio a la economía monetarizada.
Sin embargo, en el estudio se advierte de que la situación económica de los mayores es estable porque el sistema de pensiones se ha ido garantizando por motivos políticos, no porque en sí misma lo sea.
Los mayores entre los 65 y 75 años (que en Euskadi son 248.432 personas), así como el resto de mayores en buenas condiciones de salud, sea cual sea su edad, son un ejército de reserva de la economía no contabilizada. A pesar de que habitualmente la opinión pública los presenta como un colectivo que consume sin producir y traslada los problemas económicos al resto de los contribuyentes, su trabajo invisible, junto con el de las mujeres, contribuye fuertemente a que el sistema impositivo no se desboque para atender a la población con necesidades de especial cuidado.
En épocas de crisis, las personas mayores han demostrado su eficacia como agentes de redistribución y cobertura de necesidades ajenas en sus redes familiares. Ellos contribuyen, tanto desde la economía de los hogares como en su función de propietarios de ahorros y consumidores, al éxito de la economía monetarizada de la que están semiexcluídos.