“Los patrones dietéticos como la dieta mediterránea son efectivos en la prevención de múltiples patologías asociadas al envejecimiento”. Esta es una de las conclusiones del doctor en Medicina y Nutrición, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública y presidente de la Real Academia de Medicina del País Vasco, Javier Aranceta, durante la conferencia ‘Alimentación y procesos de envejecimiento’ impartida en el ciclo ‘Encuentros con la Salud’ de El Correo, celebrada en Bilbao recientemente.
Aranceta subrayó que décadas de investigaciones caminan en esa dirección: “La dieta mediterránea no es una moda, es el patrón dietético con más evidencia científica a su favor para la promoción de la salud y la prevención de enfermedades”. Así, se ha vinculado con este tipo de alimentación la reducción significativa en la incidencia de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, cáncer, y deterioro cognitivo.
“Nuestras abuelas, con su sabiduría transmitida de generación en generación, parecían tener una habilidad casi adivinatoria para saber qué nos hacía bien”, aseveró el doctor. El impacto de la dieta mediterránea no se limita a la prevención de enfermedades, sino que también mejora los marcadores de calidad de vida, según expone el experto. “Las personas que siguen este patrón dietético muestran no solo una menor incidencia de enfermedades crónicas, sino también una mayor funcionalidad física y cognitiva en la vejez”.
Por otro lado, Aranceta afirmó que “a medida que avanzamos en la vida, es esencial prepararnos de manera gradual para el envejecimiento, ya que con el paso del tiempo nuestro cuerpo y mente requieren cuidados específicos”. El primer punto de inflexión hacia la vejez ocurre alrededor de los 40 años, “momento en el que comenzamos a notar cambios en nuestro metabolismo, masa muscular y niveles de energía. Es una etapa clave para establecer hábitos saludables, como una alimentación equilibrada, ejercicio físico regular y chequeos médicos preventivos, que nos ayudarán a mantenernos en buena forma y prevenir problemas de salud en el futuro. El segundo punto de inflexión se presenta en los 60 años, cuando los efectos del envejecimiento pueden hacerse más evidentes”, concluyó.