El centro Barrika Barri cuenta con una unidad de convivencia para los senior con dependencia
El gerente de la residencia, Gabirel Azaola, destaca que el servicio 'es para cuando empieza a aparecer la fragilidad'

La residencia Barrika Barri, situada en el municipio vizcaíno de Barrika desde hace 27 años –en los que lleva atendidas a más de 1.400 personas mayores–, puso en marcha un nuevo modelo de atención con una unidad de convivencia para los senior con dependencia de Grado I o en riesgo de dependencia. “Cuando envejecemos, todos queremos permanecer en nuestro entorno, nuestro domicilio. No obstante, cuando aparece la fragilidad, las opciones que disponemos no son suficientes. Este modelo de atención va dirigido a esas personas para los que el ingreso en una residencia no es una opción deseada, pero para los que permanecer en el domicilio no hace más que aumentar el riesgo de caer en la dependencia”, comenta Gabirel Azaola, gerente de Barrika Barri.
El Grado I de dependencia moderada es cuando la persona necesita ayuda para realizar varias actividades básicas de la vida diaria al menos una vez al día o tiene necesidades de apoyo intermitente o limitado para su autonomía personal.
APOYO CUANDO APARECEN LOS SÍNTOMAS DE LA FRAGILIDAD
Azaola destaca que el servicio “es un apoyo para aquellas personas mayores que pueden valerse por sí mismas, pero que, por uno u otro motivo, empiezan a mostrar fragilidad, y entran en riesgo de dependencia”. Es decir, añade el gerente, “únicamente necesitan una pequeña ayuda en su día a día, pero física y cognitivamente están bien”.
El centro acaba de firmar un acuerdo con la mancomunidad de Uribekosta para poder prestar un servicio integral en régimen permanente o temporal. “Estaríamos hablando de aquellas personas que tengan reconocida una dependencia o incluso las que, sin tenerla reconocida, muestran fragilidad”, destaca Azaola.
“Los avances sanitarios, sociales y técnicos han logrado que, cada vez, disfrutemos de una mayor esperanza de vida saludable, pero el envejecimiento de la población, así como una mayor sensibilidad hacia las necesidades de las personas mayores, nos está obligando a tomar conciencia de esta nueva situación: la fragilidad”, concluye Azaola.