La residencia CleceVitam Carmen Conde personaliza los cuidados a los mayores a través de unidades de convivencia
El centro residencial de Cartagena, primero de la entidad Clece en la Región de Murcia, propone una organización en grupos pequeños de residentes y una Atención Integral Centrada en la Persona para conseguir un ambiente hogareño

Unidades de convivencia y Atención Integral Centrada en la Persona (AICP), estos son los dos pilares innovadores de CleceVitam para convertir sus centros de mayores en lo más parecido a un hogar. Una personalización de la atención, junto con el ambiente familiar que confieren los grupos convivenciales, son las señas de identidad de CleceVitam Carmen Conde (Cartagena), primera residencia que recientemente ha puesto en marcha Clece, , en la Región de Murcia.
Este nuevo centro residencial, ubicado en las proximidades del Parque Diego Calvo Clemente, abrió sus puertas a principios de abril. Sus instalaciones, divididas en unidades de convivencia, dan servicio, en la actualidad, a un total de 40 personas mayores aunque, de forma gradual, se seguirán sumando nuevos residentes.
“El centro tiene una capacidad para 180 personas y cuenta con seis unidades de convivencia: una ya está completa y estamos ocupando la segunda”, explica Carlos Martínez, director CleceVitam Carmen Conde, que asegura además que están en “una media de ingreso diario”, un ritmo progresivo “para que el proceso de adaptación sea mucho más relajado y tranquilo, y el personal pueda atender a los residentes como es debido”.
Las unidades de convivencia son un concepto novedoso que organiza los grupos en función de sus capacidades, así como de sus gustos, preferencias, etcétera. “Las ventajas son la intimidad y la personalización en el cuidado”, asegura Lucía Paricio, delegada de CleceVitam en Comunidad Valenciana y Murcia. “Son como mini residencias unidas por un módulo de comunicación”, añade, los usuarios conviven con otros usuarios “con una autonomía o dependencia similares y, por lo tanto, el cuidado es muy personal”.
En este sentido, Martínez destaca el ambiente familiar que se crean en las unidades: “Hay que tener en cuenta que son grupos de 30 personas, por lo que es mucho más fácil relacionarse al tener contacto siempre con las mismas personas, comparado con el funcionamiento de una residencia al uso, donde puede haber un salón o un comedor con 80 o 100 personas y todo es mucho más impersonal”.
No obstante, el grado de dependencia no es algo estático, sino que puede variar con el tiempo. Esta circunstancia también se tiene en cuenta en CleceVitam. “Intentamos mantener a las personas en su unidad de convivencia el máximo tiempo posible. Para ello, se realiza un trabajo de rehabilitación y el equipo interdisciplinar trabaja sobre las carencias de cada usuario para mantenerla en ese grupo y con la implicación del resto de compañeros. Si llega un día que eso ya no fuera viable, entonces la parte difícil del equipo multidisciplinar será hacer ver al usuario y a los familiares que ha empeorado y que hay que cambiarlo de módulo, pero siempre viendo la mejor opción para la persona mayor”, detalla Paricio.
En este sentido, CleceVitam Carmen Conde también se va adaptando a las personas mayores que vayan llegando. Su director incide en que la organización actual de dos unidades cambiará en el futuro cuando el centro acoja a 90 o 100 residentes, transformándose en tres o cuatro tipos de unidades de convivencia, de más a menos dependencia: “En CleceVitam nos organizamos en función de la tipología de usuarios que tengamos”.
PERSONALIZACIÓN DEL CUIDADO
CleceVitam apuesta por la Atención Integral Centrada en la Persona (AICP), lo que confiere una mayor personalización en los cuidados, ya que se tienen en cuenta las preferencias y los hábitos del usuario desde su ingreso en el centro.
“Suena a tópico, pero la AICP significa centrarlo todo en la persona”, señala Martínez, que pone como ejemplo la forma en que se realiza el preingreso en CleceVitam Carmen Conde. “Antes de que la persona mayor ingrese definitivamente en el centro, nosotros hacemos una entrevista a la futura persona usuaria, junto con su familia y con todos los informes médicos delante, y le preguntamos por la historia de su vida –qué ha hecho, a qué se ha dedicado, qué le gusta hacer, qué rutinas tiene…–. La idea es intentar mantener todo eso que le importa el máximo tiempo posible para que esté también lo más a gusto posible”.
Todo el equipo de CleceVitam de la parte social y médica (psicólogos, trabajadores sociales, animadores socioculturales, médicos, enfermeros…) se vuelcan en este proceso. Después, a cada persona mayor “se le nombra un tutor”, prosigue el director, “así una de las auxiliares de convivencia siempre está más pendiente de esa persona y adquiere más confianza con ella”.
La delegada de CleceVitam remarca que para la entidad “el usuario es lo primero, está en el centro de nuestro cuidado y debe ser él quien elija todo a lo largo del día a día”. De esta manera, en CleceVitam Carmen Conde no solo existe la posibilidad de elegir el menú de las comidas diarias o personalizar su estancia, sino que también toma la decisión de asistir a las actividades que más le gusten. “Siempre en la medida de las capacidades de cada persona, pero incluso cuando las van perdiendo, respetamos sus preferencias… Es una atención al detalle cada día”, indica Paricio.
Los cambios respecto a una residencia tradicional también se observan a nivel arquitectónico. CleceVitam Carmen Conde es un edificio moderno y luminoso para que los mayores vivan en un entorno diáfano y agradable. “Las estancias y pasillos son muy amplios. Los usuarios nos dicen literalmente que están como en un hotel”, comenta Martínez. La parcela total de la residencia es de 12.000 metros cuadrados y el edificio ocupa unos 8.000, “por lo que tenemos mucho espacio exterior para que nuestros residentes puedan pasear al aire libre”.