Detectar un deterioro o retrasar una enfermedad, dos casos en los que la teleasistencia es eficaz
Uno de las experiencias piloto de ILUNION VidaSénior sobre su proyecto de teleasistencia ‘Hábitos de vida’ está llevándose a cabo en el municipio de Fuenlabrada, donde ya ha demostrado ser una solución efectiva en la prevención de emergencias y a la hora de detectar posibles agravamientos del deterioro cognitivo de la persona usuaria.
“Hemos tenido un caso en concreto con una usuaria que derivamos a sus trabajadoras sociales porque dos días distintos de la semana abrió la puerta de la calle en torno a las dos o tres de la mañana”, relata María Arroyo, responsable del Centro de Atención de Madrid. “El primer día puede ser una desorientación –prosigue–, pero desde el centro le dijimos ‘acuéstate, no es hora de salir’. Sin embargo, el siguiente día nos explicó que estaba sacudiendo el felpudo, y ahí ya saltan todas las alarmas, porque no es normal hacerlo de madrugada”.
En estos casos, el centro de atención, en un primer momento, intenta orientar un poco a la persona usuaria en espacio-tiempo. Más tarde, se deriva el caso a las trabajadoras sociales para que lo puedan analizar con más detalle y proporcionar los recursos que sean necesarios.
Arroyo cuenta también otra situación detectada por el sistema en la que entra en juego la integración de varios de sus servicios. “Atendimos una caída a través del servicio de teleasistencia, en la que fue la persona usuaria la que pulsó y avisó al centro de atención; y lo hizo desde un municipio en el que también llevamos el servicio de ayuda a domicilio”, detalla Arroyo. “Lo que detectamos es que, a través de la web de patrones de comportamiento, esta persona estaba saliendo con menos frecuencia de casa. Empezaba a pasar mucho más tiempo en casa y, además, nos contaba que tenía mucha dificultad para caminar. Entonces, coordinadas con el SAD, lo que hicimos fue reducir las horas que tenía destinadas a la limpieza del hogar, porque además esta persona tenía una red de apoyo bastante importante, y en su lugar aumentamos las horas de atención personal y empezamos a sacarla un poco más a pasear. Gracias a esta actuación, esta mujer mayor no ha perdido del todo la movilidad”.
Se trata de un ejemplo más de lo que logran este tipo de sistemas de teleasistencia, con los que nos “anticiparnos y prevenimos situaciones que, de otra forma, ya serían demasiado tarde”, asegura Arroyo. “No podemos intervenir en un deterioro cognitivo, en un Alzheimer –lamenta la responsable del centro–, pero sí podemos hacer que el avance sea un poco más lento”.