Pregunta.- Acaba de ser reelegida secretaria general de Satse en Castilla y León. ¿Qué objetivos se marca para este nuevo periodo?
Respuesta.- Uno de los primeros objetivos es acabar con la precariedad laboral, y eso supone aumentar las plantillas de los centros, especialmente, de los centros residenciales de personas mayores. Por otro lado, después de esta ola de Covid-19, pedimos más atención para el personal sanitario: las enfermeras, tras esta sexta ola, están psicológicamente machacadas y necesitan que las ayudemos con más contratos, con mejoras en las condiciones laborales y, sobre todo, permitiéndoles todo lo que no se les ha permitido en estos últimos dos años, que es una mejora en la conciliación de la vida laboral y familiar.
Por otro lado, dentro de las reivindicaciones del sindicato –y también de las mías– está el acceso a los puestos directivos en igualdad de condiciones que el resto de titulados del grupo A, puesto que a las enfermeras se les veta de los puestos de alta dirección.
P.- Como acaba de señalar, la profesión enfermera viene de vivir dos años muy complicados debido a la pandemia. ¿Qué hemos aprendido y qué no?
R.- Creo que tanto las personas mayores como el resto de las personas hemos aprendido a base de prueba y error, y eso es triste, porque la Covid-19 es una enfermedad que desconocíamos. Por eso, a medida que íbamos probando cosas, analizábamos si funcionaban o no. En este sentido, hemos aprendido a trabajar de una manera para la que no hemos sido formadas y, creo, es algo muy desagradable para el personal sanitario que le ha acarreado problemas psicológicos a base de experiencias como tener que dejar de asistir a un paciente que para atender a otro que, en principio, es más viable. Esto es algo que ha pasado en los centros residenciales, además de no poder sacarles de la residencia para llevarlos al hospital, como hubiera ocurrido en condiciones normales.
Esta es una situación que ha agotado a los trabajadores sanitarios, también al de las residencias, que, por cierto, han sido las grandes olvidadas de la pandemia. Nadie se acordó de que había que reforzarlas, y se dio por hecho que eran problemas que había que gestionar de puertas para dentro. Hemos aprendido que la peor manera de morir, tanto para la persona que se muere como para el familiar que se queda, es morir solo. Han sido las enfermeras las que han estado allí y las que vieron cómo personas que llegaban bien, con alguna pequeña dificultad respiratoria, durante los días del ingreso empeoraban hasta morir. Estas situaciones son muy malas, y hemos tenido que aprender a vivir con ellas, pero esperamos que nunca más vuelvan a tener lugar.
Otro problema que hubo fue la falta de equipos de protección para los trabajadores. No había. No había para sanidad y, una vez más, las residencias fueron olvidadas. Hemos tenido a muchísimo personal contagiado en las residencias, y eso se ha debido, sobre todo, a la escasez y la mala gestión que se ha hecho con los equipos de protección.
P.- No es ningún secreto que el sistema sanitario ya tenía muchos problemas cronificados antes de que llegase la Covid-19. ¿Cuáles destacaría?
R.- El primero de ellos sigue siendo la falta de personal en las residencias, sobre todo, de enfermeras. Hay centros de personas mayores en las que hay una enfermera para 300 usuarios. Hace unas semanas hubo un incendio en una residencia de Moncada, y yo en ese momento me pregunté: ¿Cuánto personal había trabajando esa noche que pudiera haber ayudado a evacuar a las personas que no se pueden mover? Porque ese es precisamente uno de los grandes problemas de las residencias: la falta de personal durante todo el día, pero especialmente, en los turnos de noche.
P.- ¿Podría la Ley de Atención Residencial solucionar esos problemas?
R.- Yo creo que no, y así se lo hemos hecho saber a la Junta de Castilla y León. Porque uno de los problemas que tienen las residencias es que fijan en muy pequeña cantidad el personal sanitario que tiene que haber. La nueva ley habla de profesionales, pero da igual que ese profesional sea enfermera o podólogo. Creo que eso es un error, y desde luego, quien dirija una residencia con unos estándares de calidad mínimos debe tener personal sanitario: al menos, un médico y enfermeras. Desde luego, si yo buscase una residencia para mí o para un familiar, creo que es un requisito que tendré. Y por eso considero que la ley no va a dar respuesta a esa necesidad. Puede responder a las necesidades que tengan algunos empresarios, que evidentemente lo que ellos quieren es hacer negocio y ganar dinero, es decir, lo más rentable. Pero pienso que no tiene que ser un objetivo de la ley, porque la Junta de Castilla y León debe velar porque las personas mayores que viven en residencias estén en condiciones de calidad. Y además, creemos que no es buena por otra cosa, y es que nos empeñamos en decir que el mayor quiere estar en una habitación como en su casa. Pero no nos equivoquemos: la mayor parte de nuestros mayores, cuando ingresan en una residencia, es porque ya no se valen por sí mismos y lo que necesitan es que le suplan aquellas necesidades que ellos no pueden hacer: la comida, comer solos, vestirse, administrarse medicamentos con continuidad… Hay muy pocas personas sin discapacidad que van a una residencia. Y creo que esta ley no da respuesta a esas personas.
P.- ¿Cómo es la situación actual de las enfermeras especialistas en Geriatría?
R.- Son unas grandes desconocidas. Ni la Gerencia de Servicios Sociales ni las residencias han incorporado a una sola enfermera especialista en Geriatría en sus plantillas, y no porque no las haya. No se les reconoce ni se les atribuye la especialidad, y la enfermera especialista en Geriatría puede dar un plus muy importante en las residencias porque para ello se preparan durante unos años más que una enfermera y se les enseña, aunque de forma general, las patologías de este tipo de pacientes. Aprenden cómo deben hacer su trabajo en una residencia.
P.- Hablemos de soluciones. ¿Qué necesitan las enfermeras de Castilla y León?
R.- Las enfermeras necesitan que las plantillas aumenten en todos los ámbitos: en Atención Primaria, en atención especializada y, especialmente, en los centros residenciales, necesitan que mejoren sus retribuciones. Porque a pesar de que la Junta haya aumentado las retribuciones única y exclusivamente a las enfermeras de Sacyl, las de Servicios Sociales siguen cobrando lo mismo y, de hecho, Castilla y León está casi a la cola de España en algunas retribuciones. Pero, sobre todo, necesitamos reconocimiento profesional, es decir, que se reconozca el valor y el trabajo de las enfermeras, que se reconozcan las especialidades y, progresivamente, se vayan incorporando enfermeras especialistas en aquellos ámbitos en que la especialidad otorgue un plus.
Y, por último, hay que facilitar a las enfermeras la capacidad de formarse y de investigar durante su tiempo de trabajo. Porque cuando trabajamos como estamos trabajando ahora, tentemos que restar tiempo de nuestras familias y de nuestra vida (y de nuestro dinero) para hacer una mínima formación. La enfermera tiene que investigar, porque solo así podemos mejorar los cuidados que damos. Y, sobre todo, poder formarnos, porque pueden aparecer nuevos tratamientos y nuevas tecnologías, y tenemos que estar en la punta de la formación para poder hacer nuestro trabajo de la forma más eficiente.
P.- ¿Qué necesitan los mayores de Castilla y León?
R.- Necesitan mucho cariño y muchos cuidados. Necesitan que todos aquellos mayores que viven en zonas rurales de Castilla y León, muy alejados de las capitales, tengan asistencia igual que el anciano que vive en Valladolid capital o en un pueblo grande como puede ser Benavente. Considero que nuestros mayores necesitan eso: profesionales que se ocupen de ellos, y que los que quieran estar en su domicilio, que puedan estar en condiciones; y los que tengan que ir a centros residenciales, que los tengan lo más cerca posible de su domicilio. Pero, sobre todo, garantizando que si van a un centro residencial, van a recibir una atención de calidad que va a pasar porque haya profesionales sanitarios.
P.- El próximo 13 de febrero, Castilla y León iniciará una nueva legislatura. ¿Qué le pediría al próximo Gobierno?
R.- Reitero una vez más: una mejora de las plantillas, tanto de los centros de Servicios Sociales como en todos los centros de Sacyl, pero, sobre todo, le pedimos que se preocupe por los profesionales. Que cuente con los profesionales y que no los aparte. Y que se dé cuenta, y que sea consciente, de que los profesionales que llevan dos años atendiendo a pacientes con Covid-19 en condiciones muy complicadas y dificultosas necesitan ahora protección y cuidados. Muchos necesitan apoyo psicológico. Y yo creo que ahora mismo, para la Junta de Castilla y León tiene que ser una prioridad que tratemos a los profesionales como personas que son. Y que, si no nos cuidamos, cada vez van a ser más, como dicen algunos compañeros, los que “cuelguen la bata” y deciden jubilarse antes de tiempo. Son situaciones que nunca queremos oír a un compañero cuando, con 40 o 50 años, te dice que hasta aquí ha llegado y que no quiere seguir trabajando de esta manera. Es una situación dura, difícil y que espero que no siga ocurriendo como está pasando ahora.