miércoles, 5 febrero 2025
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EDITORIAL

Como en casa…

La palabra hogar siempre ha tenido diversas connotaciones, más allá del significado práctico y evidente que todos conocemos [...]
La palabra hogar siempre ha tenido diversas  connotaciones, más allá del significado práctico y evidente que todos conocemos. Un hogar es una casa, un domicilio, pero también es un lugar seguro. El término se asocia a la confortabilidad de una lumbre, como sugiere la raíz de la palabra latina de la que proviene (‘focus’), que nos remite al calor de una hoguera. El hogar no es solo un edificio, no solo residimos en él, sino convivimos. El hogar es un espacio importante. El hogar es la familia.

Este concepto tan utilitario y cartesiano de nuestra morada y, al mismo tiempo, tan expresivo y emotivo, está cobrando cada vez más protagonismo en el sector sociosanitario. Lo estamos viendo en la actualidad, por ejemplo, en el recurrente debate sobre el nuevo modelo de cuidados, cuyo objetivo sigue siendo transformar las residencias en un hogar funcional. 

Lo advertimos también en las recientes declaraciones de la ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, cuyo plan de Gobierno, ha dicho, pasa por inyectar, en los próximos tres años, 3.600 millones de euros a la Dependencia, y con el objetivo prioritario de fomentar, precisamente, el Servicio de Atención a Domicilio (SAD), elaborando una estrategia de ‘desinstitucionalización’. Es decir, trasladar al hogar lo que antes se prestaba fuera, integrando los servicios de Atención Primaria, teleasistencia, centros de día y asistencia personal dentro de nuestra vivienda y rodeados de nuestra gente.

Además, sabemos que el Estado desbloqueará 730 millones de fondos europeos para modificar este sector de los cuidados; y de nuevo, centrándose sobre todo en conseguir un SAD más accesible y eficiente.

Justamente, en las páginas de este mismo número de junio podrán comprobar esta centralidad en el hogar. Verán que nuestras casas son el escenario ideal de multitud de productos, propuestas y proyectos, tanto públicos como privados, y a nivel regional, nacional e internacional. 

En Euskadi, por ejemplo, y más concretamente en el territorio alavés, la Asociación Innovación Cultural, Artes y Sociedad (Artehazia) ha desarrollado una iniciativa (NagusiLab) para reflexionar sobre el sistema comunitario de cuidados a los mayores. Uno de los tres desafíos que se plantearon era estudiar cómo debían ser las viviendas para que el colectivo senior pudiera residir en su casa el mayor tiempo posible. 

Junto a Guk Estudio, un grupo de personas dedicadas a la arquitectura, el urbanismo y el diseño, se incidió en esa idea de permanecer en el hogar, en el barrio, y de “transformar la comunidad de vecinos en una comunidad de personas”, en una familia.

Por otro lado, y en otra región, el Instituto Tecnológico de Aragón (Itainnova) está haciendo muchos avances en el desarrollo de sensores y alarmas que favorezcan la independencia de las personas mayores. Su idea es crear nuevos materiales con tejidos inteligentes para que nuestra  ropa, el sillón en el que descansamos o el mueble de la cocina puedan aportarnos información relevante y proporcionarnos asistencia médica y sanitaria.

La tecnología de las iniciativas privadas está sumándose también a este objetivo común. Una alianza internacional como la de Mapfre y la entidad canadiense Aerial, por ejemplo, acaba de presentar una solución ambiental para los cuidados basada en la Inteligencia Artificial. Se trata de un asistente invisible que utiliza las redes wifi de los hogares para rastrear el movimiento de una persona, detectando anomalías o posibles caídas.
En la misma línea, la multinacional Essence SmartCare lanzó una nueva plataforma integral de monitorización remota para mayores y enfermos crónicos, que combina la teleasistencia y la telemedicina.

Otra colaboración –esta vez nacional, entre IMQ Igurco e Ideable Solutions– propone  una aplicación que permite dirigir, monitorizar y apoyar a los cuidadores en casa. 

Como ven, el hogar y todo lo que conlleva cohabitar en él –su red social y familiar, el sentimiento de pertenencia, de identidad...– es una cuestión primordial en cualquier etapa de la vida.

El sector debe adaptarse –y lo está haciendo– a esta preferencia atávica del ser humano, que no es otra que la de establecerse en un entorno que le haga feliz. Podemos sacrificar muchas cosas, pero siempre necesitamos volver a casa.

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Redacción EM
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Información elaborada por el equipo de redacción.

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