El micrófono, para los mayores
Seamos justos, los administradores públicos se han afanado en impulsar y fomentar la organización de encuentros, jornadas de convivencia, foros de debate y demás modernindades que antes ni existían pero, ¿con qué objetivo? ¿Con el de escuchar a los mayores o con el de que los mayores los escuchen a ellos? He ahí la cuestión.
La dinámica habitual es que los profesionales –ya sean expertos en la materia, o representantes de las administraciones o del sector privado– pronuncien una ponencia sobre un tema concreto, dependiendo del eje central del encuentro, y que puede durar una media de 30 minutos, por ejemplo. Una vez han concluido, se abre el turno de preguntas para los asistentes. Esto es importante porque los mayores hasta este momento han sido, solo, meros asistentes pasivos a la jornada. Han escuchado con más o menos atención lo que les han contado y ahora pueden opinar. ¿De cuánto tiempo disponen para plantear sus preguntas? Poco, muy poco. Normalmente son apenas unos minutos –que se suelen acortar por los retrasos habituales del programa– y que se acaban sintetizando en una media de dos o tres preguntas.
Con este planteamiento quiero poner de manifiesto la evidencia de que, en ocasiones, los encuentros pensados para que los mayores hablen se convierten en espacios para que escuchen, escuchen y escuchen. Propongo, por tanto, un cambio de tornas para ver qué sucedería si en el atril estuviese un grupo de mayores, representantes de colectivos, asosociaciones de jubilados, abuelos, etcétera, y frente a ellos, en las butacas del público estuviesen, como oyentes, los que suelen hablar siempre. Curioso, ¿no? Tantos estudios imposibles y nadie se ha planteado, todavía, hacer una investigación como esta.
Me refiero a que, por una vez, no se les limite a los mayores el tiempo de expresarse a dos minutos, y que sean ellos los que se puedan extender todo lo que quieran porque, siendo sinceros, los turnos de preguntas se eliminan o se acortan pero, ¿quién se atreve a cortar el micro a un político en plena exposición? Nadie.
A pesar de que muchos foros sí nacen con esa vocación inicial de equilibrar la exposición teórica con la aportación del público, en la práctica suele complicarse, y los perjudicados siempre son los mayores, que se quedan con las ganas. Dejemos todos la demagogia a un lado y hagamos más debate y menos ponencia magistral porque solo escuchándolos se podrán satisfacer sus necesidades.