Roberto Agís y César Veiga / Coordinadores del Proyecto Cognisance
Así es Cognisance, el innovador proyecto nacido en Galicia que investiga la posible prevención del Alzheimer
Pregunta.- Dicho de manera sencilla, Cognisance es un proyecto que investiga la relación entre el estilo de vida y lo deterioro cognitivo en el Alzheimer. ¿Qué les llevó a establecer como objeto de estudio la asociación entre estas dos variables?
Respuesta.- (R.A.) En los últimos años se ha acumulado evidencia de que factores modificables del estilo de vida –como la actividad física, la dieta, el sueño o la estimulación cognitiva– influyen en la salud cerebral. Aunque el Alzheimer tiene un fuerte componente biológico, sabemos que ciertos hábitos pueden acelerar o retrasar la aparición de cambios en el cerebro. Por eso consideramos fundamental estudiar cómo interactúan estos factores con los biomarcadores tempranos de la enfermedad. El objetivo no es solo comprender mejor la progresión del Alzheimer, sino identificar oportunidades reales de intervención preventiva. En Cognisance partimos de una idea central: los cambios en el estilo de vida de una persona pueden reflejarse en cambios en la expresión molecular o en los niveles de proteínas relevantes asociadas al deterioro cognitivo. Esa conexión puede convertirse en una fuente de biomarcadores medibles, capaces de indicarnos en qué fase se encuentra una persona: desde una etapa presintomática hasta un deterioro leve o una demencia. Explorar esta relación nos permite avanzar hacia una detección más temprana y precisa del Alzheimer, incluso años o décadas antes de que aparezcan los síntomas clínicos. El Alzheimer no aparece de forma repentina; es el resultado de procesos biológicos y ambientales que se desarrollan a lo largo de décadas. Sabemos que factores de estilo de vida –como la dieta, la actividad física, el sueño o el nivel de estimulación cognitiva– influyen en la salud cerebral y pueden modular el riesgo de deterioro cognitivo.
(C.V.) En Cognisance quisimos ir un paso más allá: integrar estos factores con información biomédica y molecular (epigenética, proteómica, multisensing, etcétera) para entender cómo interactúan en la aparición y progresión del Alzheimer. La combinación de datos clínicos y hábitos de vida, analizados con técnicas avanzadas de inteligencia artificial, nos permite explorar patrones que serían imposibles de detectar de forma manual.
P.- El proyecto arrancó en 2023. ¿Cómo ha sido el camino recorrido hasta ahora? ¿Cumplen los objetivos previstos?
R.- (R.A.) El avance ha sido muy positivo. La fase inicial consistió en diseñar la metodología, seleccionar a la población participante y establecer los protocolos de recogida y análisis de muestras. A día de hoy estamos completando hitos importantes como la segunda ronda de recogida de muestras y la consolidación de la base de datos clínica y de estilo de vida. Aunque todo proyecto de esta magnitud requiere ajustes logísticos sobre la marcha, podemos decir que estamos dentro del calendario previsto y con resultados preliminares prometedores. El desarrollo está siendo plenamente satisfactorio. En la primera fase logramos un reclutamiento muy amplio, superando los 150 voluntarios procedentes de residencias gallegas, lo que nos permitió estratificar a los participantes en tres grupos: sin deterioro cognitivo, deterioro cognitivo leve y deterioro severo o demencia. Hemos completado ya la segunda fase de recogida de muestras, que estamos llevando a cabo en ocho residencias DomusVi de Galicia. Esta fase se está desarrollando según el calendario previsto, y ya contamos con primeros hallazgos que concuerdan con el estado del arte en biomarcadores de diagnóstico precoz.
P.- ¿Qué papel desempeñan el IDIS y el IIS Galicia Sur?
R.- (R.A.) Desde el IDIS, nuestro Grupo de Investigación Traslacional en Enfermedades Neurológicas (ITEN) lidera el análisis de biomarcadores en sangre y coordina la recogida de muestras junto personal (neurólogos, enfermeros, etcétera) de DomusVi España. El IIS Galicia Sur, por su parte, dirige la parte dedicada a inteligencia artificial (IA), desarrollando herramientas que permiten procesar y analizar los datos, estratificar a los participantes y avanzar hacia una medicina de precisión aplicada al deterioro cognitivo.
P.- Tras la segunda fase de recogida de muestras, ¿qué procedimiento se sigue?
R.- (R.A.) Una vez recogidas, las muestras se transportan siguiendo estrictos protocolos de bioseguridad y conservación. Posteriormente se procesan en laboratorio para separar los componentes relevantes (por ejemplo, plasma o suero) y se almacenan a temperaturas controladas (-80ºC) hasta su análisis. Paralelamente se realiza el control de calidad y la codificación anónima. Después se aplican las técnicas de cuantificación de biomarcadores -–como SIMOA o la secuenciación de microARNs– y se cruzan esos resultados con los datos clínicos y de estilo de vida para su análisis estadístico. Las muestras se analizan mediante la técnica SIMOA (Single-Molecule Array), una tecnología de alta sensibilidad que nos permite cuantificar biomarcadores en niveles extremadamente bajos. Además estudiaremos mecanismos epigenéticos haciendo secuenciación de microARNs (reguladores de la expresión génica) usando técnicas -Ómicas. La segunda fase finalizará en los próximos meses, cuando completemos las visitas a todas las residencias. Una vez reunidas y procesadas las muestras, realizaremos un análisis longitudinal, previsto para comienzos de 2026, que nos permitirá comparar la evolución de cada participante respecto a la fase inicial.
P.- ¿En qué consiste esta técnica SIMOA? ¿Podríamos llegar a hablar de una herramienta clave para el tratamiento de las demencias?
R.- (R.A.) Se trata de una tecnología que permite detectar proteínas en concentraciones extremadamente bajas, incluso a nivel de una única molécula. SIMOA detecta proteínas a concentraciones extremadamente bajas, del orden de 0,1 pg/mL, lo que permite medir biomarcadores que antes eran indetectables en sangre. Esto es crucial para las enfermedades neurodegenerativas, en las que los cambios biológicos pueden aparecer muchos años antes de los síntomas visibles. Su capacidad para medir biomarcadores como la beta-amiloide, la tau fosforilada o indicadores de neuroinflamación convierte a SIMOA en una herramienta muy prometedora para la investigación. Aunque no es una “solución” por sí sola, sí es un componente clave para avanzar hacia diagnósticos más precoces y precisos, y que pueden ayudar a la prevención y a la toma de decisiones clínicas. Gracias a esa sensibilidad, es una herramienta muy prometedora para el diagnóstico precoz de las demencias. Permite identificar alteraciones asociadas al Alzheimer en personas que aún no presentan síntomas clínicos, lo que abre la puerta a una evaluación más temprana del riesgo.
P.- Es pronto, ¿pero es posible establecer algunas conclusiones? ¿Sería posible afirmar, de manera optimista, que el Alzheimer puede predecirse antes de la aparición de los síntomas de la demencia?
R.- (R.A.) Aún es temprano para conclusiones definitivas, pero sí podemos decir que los primeros resultados apuntan diferencias claras entre los grupos de estudio, en línea con lo que muestran los biomarcadores más avanzados a nivel internacional. Esto indica que estamos en el camino adecuado para contribuir a esa detección precoz, que puede producirse mucho antes de que aparezca la sintomatología. Aún es pronto para emitir conclusiones definitivas, pero los datos preliminares sugieren que ciertos patrones en los biomarcadores pueden correlacionarse con hábitos de vida y con indicadores tempranos de deterioro cognitivo. Esto refuerza la idea de que es posible identificar señales biológicas mucho antes de que aparezcan los primeros síntomas de demencia. Sin embargo, es necesario completar el estudio y validar los resultados en muestras más amplias antes de poder afirmarlo con total solvencia.
(C.V.) Aunque estamos en una fase intermedia del proyecto, los primeros resultados son prometedores. Utilizando modelos de machine learning y deep learning, estamos observando que ciertos perfiles de pacientes con deterioro cognitivo leve (MCI) presentan patrones multimodales específicos (combinando variables cognitivas, conversaciones, datos estilo de vida, etcétera y marcadores sanguíneos) que se asocian con una evolución más rápida hacia la demencia. Esto sugiere que la predicción temprana del Alzheimer antes de la aparición de síntomas clínicos claros podría ser factible. No obstante, debemos ser cautos: estos hallazgos requieren validación en cohortes más amplias y longitudinales antes de poder trasladarse a la práctica clínica.
P.- De ser así, estaríamos ante una investigación que cambiaría el estudio y tratamiento de las demencias, ¿verdad? ¿Qué cambios en el estilo de vida podrían llegar a frenar el avance de un deterioro cognitivo?
R.- (R.A.) El proyecto no detalla aún qué cambios concretos pueden frenar el deterioro cognitivo porque ese análisis llegará en fases posteriores, pero sí establece que nuestro objetivo es estudiar cómo ciertos hábitos pueden reflejarse en biomarcadores medibles en sangre y voz, y cómo eso se relaciona con el estado cognitivo de cada persona. Si confirmamos esta relación, estaríamos ante una vía para diseñar intervenciones personalizadas, basadas en datos biológicos y en la evolución individual de cada participante. La evidencia internacional muestra que algunos hábitos tienen un efecto protector para la salud cerebral: actividad física regular; dieta equilibrada, especialmente con componentes mediterráneo; sueño de calidad; estimulación cognitiva y social; y control de factores de riesgo vascular como hipertensión, diabetes o colesterol. Nuestro objetivo es afinar cómo estos factores se relacionan específicamente con los biomarcadores tempranos del Alzheimer, lo cual podría abrir la puerta a estrategias preventivas más personalizadas.
(C.V.) Los cambios en el estilo de vida –como mantener una alimentación mediterránea equilibrada, realizar actividad física regular, dormir bien, reducir el estrés crónico y mantener una vida social y mentalmente activa– ya han demostrado efectos protectores. El objetivo de Cognisance es poder cuantificar el impacto individual de estos factores, y entender qué combinaciones son más eficaces en cada perfil de paciente. Esto nos acercaría a una medicina preventiva y personalizada, en la que la IA ayudaría a definir estrategias de intervención específicas.
P.- ¿Qué pasos quedan por dar en Cognisance?
R.- (R.A.) A corto plazo, debemos completar las visitas y recogida de muestras en las ocho residencias participantes. Los siguientes pasos se centrarán en integrar biomarcadores, voz e inteligencia artificial (IA) para mejorar la estratificación del deterioro cognitivo y avanzar hacia herramientas que permitan una detección precoz y personalizada del Alzheimer.
(C.V.) A medio plazo, el objetivo es trasladar estos conocimientos a herramientas que faciliten intervenciones tempranas en la práctica clínica.Los próximos pasos incluyen la integración completa de los datos multimodales, que abarcan desde resonancia magnética y biomarcadores epigenéticos hasta tests neuropsicológicos y registros de estilo de vida. Actualmente estamos afinando nuestros modelos de IA para estratificar subgrupos de pacientes con MCI y predecir trayectorias individuales de deterioro cognitivo. En paralelo, estamos trabajando en el diseño de la validación clínica de los modelos y en la interpretabilidad de las predicciones, para garantizar que las herramientas sean transparentes y útiles para los clínicos. Finalmente, uno de los objetivos es sentar las bases de una infraestructura de datos y análisis sostenible, que permita incorporar nuevos pacientes y extender los resultados a otras cohortes nacionales e internacionales.
