Una decisión del nuevo Gobierno de Estados Unidos genera “una posible amenaza para las personas con VIH”
A las horas de jurar su cargo, Donald Trump, en la Oficina Oval de la Casa Blanca, en Washington, firmó y exhibió varias decenas de órdenes ejecutivas adoptadas. Entre ellas figura la suspensión de las nuevas obligaciones y desembolsos de fondos de asistencia y ayuda exterior para el desarrollo durante un período de tres meses, es decir, un total de 90 días que la Administración estadounidense que utilizarán para revisar cuáles de estos programas se ajustan al lema del nuevo presidente, ‘Estados Unidos primero’.
El portavoz del Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, mostró inmediatamente su preocupación, puesto que este país es uno de los principales proveedores de ayuda y “es fundamental que trabajemos de manera constructiva para diseñar conjuntamente un camino estratégico para el futuro”, señaló Guterres.
Poco más de una semana después, los trabajadores y socios que trabajan con la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) recibieron un memorando en el que se les ordenada “suspender el trabajo de inmediato y detener el suministro de medicamentos vitales para el VIH, la malaria y la tuberculosis”, entre otros.
Y es ahora la Organización Mundial de la Salud (OMS) –de la que también el Gobierno de Donald Trump pretende desvincularse en 2026– la que también expresa su profunda preocupación, en concreto, por las consecuencias de la suspensión inmediata de la financiación de los programas de lucha contra el VIH en los países de ingresos bajos y medios y que están integrados en el Plan de Emergencia del Presidente de los Estados Unidos para el Alivio del SIDA (PEPFAR), una iniciativa emblemática de la respuesta mundial al VIH desde su creación hace más de 20 años. Hasta el momento, estos programas proporcionan acceso a terapias vitales contra el VIH a más de 30 millones de personas en todo el mundo. Todo esto teniendo en cuenta que, a finales de 2023, un total de 39,9 millones de personas vivían con el VIH en todo el mundo.
En su Declaración oficial, además de hacer un llamamiento al Gobierno norteamericano para que “permita exenciones adicionales”, el organismo internacional subraya que “la suspensión de la financiación de los programas contra el VIH puede poner a las personas que viven con esta dolencia en un riesgo inmediato de enfermarse y morir y socavar los esfuerzos para prevenir la transmisión en las comunidades y los países. Si se prolongan, esas medidas podrían provocar un aumento de las nuevas infecciones y muertes, lo que daría marcha atrás a décadas de progreso y podría hacer que el mundo volviera a los años 1980 y 1990, cuando millones de personas morían de VIH cada año en todo el mundo, muchas de ellas en los Estados Unidos de América”. La paralización de estas ayudas tendrá consecuencias, sin duda, en la comunidad mundial. La OMS considera que esta decisión puede conducir a “importantes retrocesos en el progreso de las alianzas y las inversiones en avances científicos que han sido la piedra angular de una buena programación de salud pública, incluidos diagnósticos innovadores, medicamentos asequibles y modelos de prestación comunitaria de atención del VIH”.
EL IMPACTO DEL TRABAJO DE PEPFAR
La actual pausa en la financiación del Plan de Emergencia del Presidente de los Estados Unidos para el Alivio del SIDA (PEPFAR) “tendrá un impacto directo en millones de vidas que dependen del suministro predecible de un tratamiento antirretroviral seguro y eficaz”, advierten desde la OMS.
PEPFAR trabaja en más de 50 países de todo el mundo. En las últimas dos décadas, la financiación de PEPFAR ha salvado más de 26 millones de vidas. En la actualidad, PEPFAR proporciona tratamiento contra el VIH a más de 20 millones de personas que viven con el VIH en todo el mundo, incluidos 566.000 niños menores de 15 años.
Durante el último año, el PEPFAR y sus socios, incluida la OMS, han estado trabajando en planes de sostenibilidad con los países para lograr una mayor implicación nacional y una reducción del apoyo de los donantes hasta 2030 y más allá. Una interrupción repentina y prolongada de los programas no permite una transición controlada y pone en riesgo la vida de millones de personas.
La OMS se ha comprometido a apoyar a PEPFAR y a otros asociados, así como a los gobiernos nacionales, en la gestión eficaz de los procesos de cambio para minimizar el impacto en las personas que viven con el VIH.