Sábado, 4 de Mayo de 2024 | Teléfono: 986 438 020
Atrás

El conocimiento financiero de los mayores de 55 es superior al del resto de la población

El informe del Observatorio del Ahorro Familiar –promovido por Fundación Mutualidad Abogacía y Fundación IE– identifica la brecha de género: las mujeres senior exhiben menor bienestar financiero y menores conocimientos que los hombres

M.S. / EM 13-12-2022

COMPARTIR
Desde el punto de vista financiero, los debates en el campo de la longevidad se han centrado, en gran medida, en la reforma de las pensiones, dejando olvidado, como exponen algunos profesionales, otro aspecto fundamental para desarrollar cualquier tipo de reforma en esta materia: conocer el comportamiento de los senior. Qué hábitos de consumo-ahorro-inversión tiene, qué variables son las que determinan estos hábitos, y qué percepción tiene de su bienestar financiero son algunas de las cuestiones que se plantean en el informe que acaba de presentar el Observatorio del Ahorro Familiar (OAF), promovido por Fundación Mutualidad Abogacía y Fundación IE. El estudio concluye, entre otros aspectos, que el conocimiento financiero de los mayores de 55 años es superior al del resto de la población.

Sin embargo, el subsegmento de adultos mayores de 55 a 64 años –los que todavía no han llegado a la edad de jubilación– refleja un estrés financiero –sentimiento de no tener un futuro financiero asegurado; de no tener dinero de sobra a fin de mes o de no poder disfrutar de la vida debido a cómo maneja sus finanzas– muy superior al de la media de la población y que afecta hasta al 50% de la ciudadanía de este tramo de edad. Estas son algunas de las conclusiones que se extraen del cuarto estudio del Observatorio del Ahorro Familiar, ‘Conocimientos y hábitos financieros de la población mayor en España” que se acaba de presentar.

Esta investigación tiene como objetivo obtener una visión de conjunto de los hábitos, comportamientos y percepción de bienestar financiero de los adultos mayores en España, para entender y afrontar mejor el reto que supone el disfrute de una de las mayores longevidades del mundo, desde el punto de vista financiero. Para ello, han profundizado en el análisis del comportamiento financiero de la población mayor de 55 años (prejubilados y jubilados) a través del estudio de sus hábitos financieros, los conocimientos financieros que poseen, su gestión del ahorro, y la percepción que tienen sobre su propio bienestar financiero.

Blanca Narváez, directora general de Fundación Mutualidad Abogacía, subraya que “todas las economías desarrolladas están experimentando un rápido y progresivo envejecimiento de sus poblaciones. Las consecuencias y retos que este hecho presenta a todos los niveles (económico, social, sanitario, etcétera) son muy relevantes y, sin embargo, son escasos los recursos y esfuerzos que se están destinando al análisis de esta realidad. Con este informe, pretendemos arrojar luz sobre muchas de las cuestiones que suelen quedarse en el olvido como la percepción de bienestar financiero, la situación de vulnerabilidad financiera o la brecha de género en conocimientos financieros en la población mayor”.

PLANIFICACIÓN Y ASESORAMIENTO
El hábito de planificación financiera (que es un precursor fundamental del ahorro, como detalla el estudio) en los senior es similar al del conjunto de la población. No obstante, es realmente bajo, ya que el 70% de la muestra no realiza una planificación de gastos e ingresos a futuro, y un 43% de la población no solo no planifica, sino que ni siquiera revisa los extractos bancarios.

En detalle, el estudio revela que la proporción de población mayor de 55 años que no ahorra ni planifica nada, un 44%, es superior a la del total de la muestra que engloba desde los 20 hasta los 74 años. Estos datos contrastan con el uso creciente que realizan los ciudadanos del asesoramiento financiero conforme avanzan en su edad: el 73% de los mayores de 55 años ha accedido a él, mientras en la población total solo lo ha hecho el 60% de la misma. Llama la atención que, a pesar de que los mayores acuden al asesoramiento financiero de forma bastante generalizada, ese asesoramiento no se traslada en una planificación financiera de sus gastos e ingresos. Asimismo, también destaca la experiencia dispar con estos servicios: el 11% de la población en edad de prejubilación está insatisfecha con el asesoramiento recibido mientras que sólo un 3% de la población jubilada lo está.

Llama la atención que a pesar de que los mayores acuden al asesoramiento financiero de forma bastante amplia, luego no tengan una planificación financiera de sus gastos e ingresos. Se desprende de este análisis una recomendación para los intermediarios financieros: “la necesidad de desarrollar un asesoramiento más holístico que no se limite a recomendar determinados productos de inversión, sino que ayude al cliente a establecer esta planificación financiera que es necesaria para fijar objetivos de ahorro y gestionar el ahorro de forma adecuada.

INVERSIÓN
En cuanto a los hábitos de inversión, aunque la población de ahorradores es inferior en este segmento de la población (56% frente a 64% del total de la muestra) la de inversores es superior (47% frente a 37%). Este mayor porcentaje de inversores en la población mayor podría ser el factor que está contribuyendo a su mejor comprensión del entorno financiero, tanto en lo que se refiere a conceptos, como a productos de inversión, a través de un aprendizaje activo y práctico, es decir, “aprender haciendo”. 

Por otro lado, los datos que se extraen de este estudio constatan la brecha de género que, en este segmento de población, también existe: las mujeres exhiben menor bienestar financiero y menor confianza en sus capacidades financieras que los hombres. Así, ellos, alcanzan una proporción superior de respuestas correctas para todos los conceptos financieros analizados. Los resultados también muestran diferencias en cuanto a cómo perciben el bienestar o estrés financiero mujeres y hombres. Así pues, la sensación de no tener asegurado el futuro y de escasez económica es mayor en las mujeres (50% de las mujeres frente al 40% de los hombres), aunque la sensación de escasez extrema y estrés monetario extremo parece afectar relativamente a más hombres. 

Laura Núñez-Letamendia, directora del OAF, concluye que “esperamos que estos resultados nos hagan reflexionar a todos sobre cómo podemos mejorar la capacidad y bienestar financiero de la población y, muy en particular, de la población adulta mayor, ya que ello redundará, no solo en su propio bienestar, sino en el de toda la sociedad. Asimismo, el informe deja claro la necesidad de dejar de abordar las consecuencias de la nueva longevidad desde una perspectiva unidireccional y, en su lugar, empezar a emplear un enfoque integrador que explore el conjunto de necesidades que plantea el envejecimiento, para poder proponer soluciones coherentes en todas las dimensiones de este reto” .

EN DETALLE: “El ahorro tiene que ser algo planificado y recurrente”
Profundizamos, en esta entrevista con Laura Núñez-Letamendia, en aquellas cuestiones complementarias al informe que acaban de presentar y que es conveniente tener en cuenta. 

Pregunta.- ¿Es necesario mejorar los conocimientos financieros de las personas mayores? 
Respuesta.- En general, diría que de toda la población pues hay que partir de que son bastantes deficientes. Hemos encontrado, y esto nos ha sorprendido, que los conocimientos financieros de los mayores  de 55 años son superiores a los que tiene el resto de la población, a pesar de que su nivel de educación general es algo inferior. Esto se refiere tanto a conceptos que se consideran importantes desde el punto de vista económico para poder gestionar bien los ahorros y finanzas de los hogares –como la inflación, las bondades de la diversificación para disminuir los riesgos de las inversiones, el interés simple y compuesto– pero también sobre la comprensión de otros productos de inversión como los fondos de pensiones. Lo entienden mejor que el resto de la población pero ello no quiere decir que no haya espacio para mejora.

P.- ¿A qué se debe, en su opinión, el desconocimiento de la población en esta materia? 
R.- Creo que, por un lado, los mercados se han ido haciendo más complejos y en ocasiones nos perdemos en un mar de informaciones sobre economía y productos existentes. Además de esta complejidad del entorno a la hora de comprender la economía y las finanzas, también hay que decir que es un contenido que no está insertado en los planes de estudio, ni siquiera en las carreras universitarias. Debería ser una materia a incorporar en los estudios básicos porque, al fin y al cabo, todas las contraprestaciones de lo que hacemos en la vida son financieras y, por tanto, importantes para planificarnos.

P.- Al respecto de esta planificación: si una persona mayor desea poner en práctica una planificación de sus finanzas, y al margen de la comprensión inicial de los conceptos, ¿por dónde debe empezar?
R.- En primer lugar, y ya que los mayores suelen recurrir más al dinero que al uso de la tarjeta de crédito, es necesario ir apuntando los gastos que se van teniendo. Saber cuánto dedicamos a consumo de alimentos, insumos del hogar, transporte, ocio, etcétera, debe ser el primer paso. De hecho, la mayor parte de la población no es consciente de en qué se gasta el dinero a lo largo del año y esto es fundamental para establecer un objetivo de ahorro. El ahorro tiene que ser algo planificado y recurrente, no improvisado según lo que sobre. Debe convertirse en un gasto más para destinarlo a ese colchón para un imprevisto, complementar las pensiones o, incluso, para cualquier satisfacción personal como un viaje, por ejemplo.

P.- Alude a la importancia de abordar la nueva longevidad desde un enfoque integrador. ¿A qué retos nos enfrenta el envejecimiento en el plano financiero? 
R.- Creo que se está sesgando mucho el debate hacia el tema de las pensiones pero hay grandes retos que debemos plantear y que no se está teniendo en cuenta, como es la diversidad del estado de salud de las personas. Cuando avanzamos en edad, algunas personas tienen un deterioro de la salud muy superior al de otras. Es decir, existe mucha disparidad y hay que plantearse cómo queremos abordar esta situación. Es decir, ¿queremos que las pensiones sean suficientes para que todas las personas jubiladas puedan pagarse una residencia en caso de necesitarla? Al precio al que están las plazas ahora mismo, no es posible, y tampoco hay tantas plazas públicas. Entonces, ¿debemos aumentar las pensiones para que sean capaces de pagársela o, por el contrario, que las pensiones sean suficientes para vivir y que tengamos unos servicios sociales  y sanitarios que cubran todo esto? Por eso mismo me refiero a abordar el reto de una manera integral. Considero que tenemos que incorporar más flexibilidad y ser más creativos en las soluciones que se ofrecen y no analizar estas cuestiones de forma departamental. 


Tlfno: 986 438 020 | contacto | aviso legal