Las superislas sociales del servicio de ayuda al domicilio barcelonés doblan el número de usuarios y trabajadores
Engloba en torno a 4.000 personas contratadas, entre trabajadores familiares y auxiliares de limpieza, pues da servicio a unas 24.000 personas al año
A finales del 2017, el Ayuntamiento de Barcelona puso en marcha un nuevo servicio de ayuda a domicilio (SAD) más comunitario y de más proximidad con proyectos piloto de superislas sociales en los barrios de Sant Antoni, La Marina del Port, Vilapicina y Torre Llobeta y Poblenou. Se trata de pequeños equipos de profesionales que atienden grupos de unas 50 personas que viven en una misma zona, en una o diversas islas de edificios. Este 2019 se han ampliado las pruebas piloto de superislas sociales y se ha duplicado el número de personas usuarias y de trabajadoras.
Las superislas sociales dan servicio actualmente a 534 personas usuarias de ocho territorios diferentes, en los cuáles trabajan un total de 93 profesionales. En el ámbito del barrio de Sant Antoni se distribuyen en dos territorios: Rocafort, con 41 personas usuarias, y Sepúlveda, con 55, con un equipo de 12 profesionales cada uno.
El SAD es el segundo contrato más importante del Ayuntamiento de Barcelona, tanto con respecto al volumen económico como por el hecho que engloba en torno a 4.000 personas contratadas, entre trabajadores familiares y auxiliares de limpieza. Da servicio a unas 24.000 personas el año, con un gasto medio por persona usuaria de unos 4.275 euros.
Gran parte del crecimiento exponencial del servicio de los últimos años tiene que ver con el despliegue gradual de la Ley de Dependencia, dado que una parte de las personas usuarias del SAD tienen reconocido alguno de los tres grados de dependencia.
Según los resultados de un estudio independiente que ha elaborado la Federación de Acreditación del Desarrollo Asistencial (HADA), el grado de satisfacción entre las personas usuarias es alto: en más del 75% de los casos con una valoración de entre 9 y 10 puntos.
Por otra parte, las superislas sociales han permitido mejorar las condiciones laborales de las trabajadoras familiares y auxiliares de limpieza que conforman los equipos. Sus jornadas laborales son más altas que la media y, además, han conseguido planificar mejor sus intervenciones, coordinarse de manera más eficaz y reducir los tiempos de desplazamiento entre domicilios.