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En verano, la dieta de los mayores debe ser rica en nutrientes y prevenir la deshidratación

Los senior son uno de los grupos más vulnerables a los golpes de calor y suelen deshidratarse con mayor facilidad. Además, deben prestar atención a la pérdida de apetito y al aumento del riesgo de intoxicaciones alimentarias

R. Otero 13-07-2018

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Con el verano, llega el calor y las actividades al aire libre, y  es importante tener presentes algunos peligros relacionados con la alimentación que pueden afectar a la salud, y en especial a la del colectivo senior. Este grupo es, sobre todo, muy vulnerable a los golpes de calor y a la deshidratación.

La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología recuerda que los mayores de 65 son un grupo de riesgo por tener una percepción del calor reducida. También disminuye su sensación de sed, especialmente en pacientes de enfermedades neurodegenerativas, crónicas, con sobrepeso o con medicación. A menudo, se tiende a asociar los síntomas de un golpe de calor –debilidad, agotamiento, confusión, piel seca o falta de sudoración– con achaques de la edad, con síntomas de otras enfermedades o del deterioro cognitivo de la persona.

La alimentación clave para la salud debe ser equilibrada para asegurar todos los nutrientes necesarios. Pero, en verano, también debemos tener en cuenta que aumentan nuestras necesidades hídricas, el riesgo de intoxicaciones o que el calor podría provocar pérdida de apetito. Ante esto último, Eva María Pérez Gentico, miembro del Consejo General de Dietistas-Nutricionistas y presidenta de la Asociación de Dietistas-Nutricionistas de la Rioja, recomienda repartir las ingestas entre tres y cinco comidas al día, en pequeñas cantidades, “favoreciendo un aporte más completo de energía y nutrientes”. No obstante, insiste en que es más importante la calidad de las ingestas que la cantidad. Por otro lado, aunque no apetezcan las comidas calientes, “estas normalmente son más placenteras y gratificantes, asegurando la ingesta de nutrientes”, añade.

LOS MEJORES ALIMENTOS CONTRA EL CALOR
Los expertos lo tienen claro: hay que incrementar el consumo de frutas y verduras por su gran porcentaje en agua. “Además, aportan muchos micronutrientes. Y también se recomienda a los senior consumir mucho pescado”, explica Alfredo Córdova, profesor de Nutrición y Dietéticas y Fisiología de la Universidad de Valladolid. “Una buena opción son las sopas ligeras, como el gazpacho o el salmorejo”, añade.

Por su parte, Perez Gentico también recomienda el consumo de legumbres y cereales como pan, pasta o arroz, siempre en su versión integral. Por otro lado, la experta destaca el interés nutricional de los frutos secos, por su gran valor nutricional en pequeñas cantidades. “Tienen un elevado contenido en nutrientes importantes (vitaminas y minerales) y en fibra, esencial para evitar el estreñimiento”. 

En lo tocante a las grasas, Córdova señala que “deben ser de buena calidad, como el aceite de oliva virgen extra, y en poca cantidad, porque aportan muchas calorías”.

ALIMENTOS A EVITAR EN VERANO 
Pérez Gentico, Córdova propone “alejarse al máximo de las carnes, en especial las rojas. Porque no recogen tanta agua como se precisa”. Por su parte, Pérez Gentico también desaconseja los embutidos, por su alto contenido en grasas saturadas

La sal debe moderarse y también advierte que es necesario prestar atención a “alimentos salados como el pan”, puntualiza Pérez Gentico. Así como limitar aquellos que sean ricos en azúcares, ya que, además, “es frecuente que las personas mayores tengan problemas como prediabetes, diabetes e hipertensión”, señala Córdova.

El alcohol es otro de los enemigos del calor. “Puede deprimir el apetito, desplazar a otros alimentos y, además, no  hidrata”, explica Pérez Gentico. De hecho, esta sustancia podría desencadenar la deshidratación, ya que “inhibe una hormona que se llama antidiurética y eso hace que orinemos más”, afirma Córdova.

LA HIDRATACIÓN EN LOS MAYORES
Jesús Román, secretario del Comité Científico del Instituto de Investigación Agua y Salud (IIAS) y profesor de Nutrición Humana y Dietética de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), explica que los senior son más vulnerables al calor por varios motivos: “A medida que envejecemos, se producen cambios en la termorregulación y la percepción de la temperatura por la disminución del agua corporal; además, el descenso en la capacidad de retención de la orina hace que muchos mayores no quieran tomar agua. Por otro lado, las dificultades de adaptación a las altas temperaturas o la toma de algunos medicamentos, como los antihipertensivos, también aumentan el riesgo de deshidratación”.

Por su parte, Córdova apunta que “los mayores deben cuidar la hidratación, porque es su punto débil”. Con la edad disminuye la sensación de sed, lo que incrementa el riesgo a deshidratación. “Desde el IIAS recomendamos, tal y como figura en nuestra ‘Guía de Hidratación’, dejar siempre cerca del mayor una botella, de manera que, al verla, recuerden que tienen que beber”, añade Román.

El secretario del Comité Científico del IASS recomienda tomar entre ocho y diez vasos de agua diarios realizando “ingestas frecuentes y a pequeños sorbos, distribuidas a lo largo del día”. Además, añade que “un buen hábito podría ser beber un vaso en cada comida  (desayuno, comida, merienda y cena), para favorecer la ingestión de sólidos, y los cuatro restantes, repartidos a lo largo de la jornada”.

En cuanto al tipo de agua, el IIAS señala que la más recomendada para el consumo es la mineral natural, que no está sometida a ningún tratamiento químico y microbiológico para su desinfección.

INTOXICACIONES ALIMENTICIAS EN VERANO
El calor y la humedad de los alimentos son el ambiente idóneo para la propagación de microorganismos, lo que provoca que el verano sea la época donde mayor número de intoxicaciones alimenticias se registran. 

Los mayores son más vulnerables a sufrirlas y sus consecuencias pueden ser más graves, según señala Álvaro Hermida Ameijeiras, profesor doctor el Área de Medicina y coordinador de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Santiago de Compostela (USC). “Principalmente, porque sus células de defensa tiene una menor capacidad de reacción y sus células de la barrera intestinal son menos eficaces a la hora de impedir la invasión por gérmenes. A ello debemos sumar la menor habilidad de los sentidos (en especial la vista, el gusto y el olfato) para detectar cuándo un alimento está en peor estado”. También puede afecta la prevarencia de enfermedades crónicas. Además, “con la edad disminuye la respuesta inflamatoria, por lo que algunos síntomas de alarma como la fiebre, la sudoración o los escalofríos pueden tardar en aparecer o, simplemente, no presentarse. Por el contrario, pueden presentar otros que no son habituales, como desorientación o incontinencia”, añade.

Asimismo, Hermida advierte que un cuadro de infección alimentaria en personas polimedicadas “puede potenciar o disminuir el efecto de ciertos fármacos como anticoagulantes, diuréticos, antihipertensivos, antidiabéticos, etcétera”.


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