El doctor Casas puso de relieve, durante la charla magistral en la jornada, la importancia de proyectos como Vivfrail
Pregunta.- Sabemos que, a medida que envejecemos, hacer ejercicio es muy importante para evitar la fragilidad y otros trastornos. Pero, ¿cómo favorece la actividad física en la recuperación de un cáncer en una persona mayor?
Respuesta.- El tratamiento quirúrgico o adyuvante (por ejemplo, quimioterapia) en pacientes frágiles mayores con cáncer suele provocar una pérdida de la calidad de vida y de la capacidad de mantenerse independiente (capacidad funcional), que es prevenible y reversible.
Se ha demostrado que realizar programas de ejercicio físico antes, durante y después de la intervención o el tratamiento; junto con una valoración geriátrica integral y una intervención nutricional, mejora los resultados y la calidad de vida de estos pacientes.
P.- ¿Qué características separan al proyecto Vivifrail de un programa estándar de ejercicio adaptado? ¿Qué resultados clínicos está obteniendo?
R.- El programa
Vivifrail ha supuesto un avance muy significativo a la hora de prescribir ejercicio físico a las personas mayores. Es uno de los programas pioneros en los que, por primera vez, los ejercicios se adaptan a las condiciones físicas de cada persona mayor, lo que permite obtener mayores beneficios.
Se trata de ejercicios sencillos de fuerza, equilibrio, flexibilidad o simplemente caminar, que se pueden realizar en casa con una mínima supervisión de la familia o de los cuidadores, de tal forma que cada paciente recibe su “receta” de ejercicios de la misma manera que se hace con cualquier otra medicación.
P.- Usted resaltó la necesidad de que sea el propio oncólogo quien recomiende a sus pacientes que hagan ejercicio y que “se crean” los beneficios de la actividad física en ellos. ¿Existen “escépticos” del ejercicio? ¿Cómo refutaría sus ideas?
R.- El ejercicio físico es la principal medicina que podemos prescribir a nuestros pacientes mayores.
Ningún fármaco, hasta la fecha, ha demostrado los beneficios que sí tiene el ejercicio en la prevención y el tratamiento de numerosas patologías, y la evidencia científica es muy contundente en este sentido.
En primer lugar, el problema es que la mayoría de los médicos, en general, no nos hemos formado para dar recomendaciones y prescribir ejercicio a nuestros pacientes.
En segundo lugar, y también en general, no existen estructuras sanitarias integradas y adaptadas a las personas mayores para que puedan acudir a la realización de programas de ejercicio en la comunidad, ambulatorios o hospitales.
Hay una necesidad urgente de que, al menos, los médicos que atienden a las personas mayores recomienden a sus pacientes acudir a profesionales (sanitarios con formación o de la actividad física) para realizar programas de ejercicio en vistas a mejorar la calidad de vida y retrasar la discapacidad.