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¿Existe riesgo de obligar al colectivo senior a ser autónomo o emprender para seguir activos en el mercado laboral?

Ser trabajador por cuenta propia es la opción mayoritaria en los últimos años de vida profesional, en muchos casos, debido a las dificultades de las personas mayores para encontrar empleo una vez que lo han perdido

Horacio R. Maseda 08-11-2021

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La población mayor de 55 años que trabaja por cuenta propia son 910.000 personas, lo que supone un 27% de todos los autónomos españoles, es decir, casi uno de cada tres autónomos en España son senior. Según el ‘Mapa de Talento Senior 2021’, el trabajo autónomo en España crece conforme cumple años la población ocupada. Ser autónomo es la opción mayoritaria para seguir activo en los últimos años de vida laboral, en muchos casos, debido también a las dificultades del colectivo para encontrar trabajo por cuenta ajena una vez que lo han perdido.

Por otro lado, hay 120.000 emprendedores mayores de 55 años en España, algo más de uno de cada diez del total de emprendedores. Su principal motivación para emprender es, de nuevo, la necesidad, ya que es la fórmula para poder obtener unos ingresos que el mercado laboral les niega.

¿Corremos el riesgo de que al colectivo senior no les quede otra salida que seguir esta vía para seguir siendo activos en el mercado laboral? Según Fernández Palacios, “el trabajo autónomo se plantea a menudo como la única alternativa viable para mantenerse en la actividad productiva”, aunque cree que se trata de una alternativa que no debemos minusvalorar. “De hecho, muchos autónomos senior lo son porque lo han sido desde el inicio, porque eligieron esa forma de ganarse la vida”. 

Por otro lado, y en cuanto al emprendimiento de los mayores, el experto señala que los poderes públicos deberían facilitarlo, “porque ayuda a mantener activos a los trabajadores mayores y permite crear empleo para los jóvenes, desmontando la tesis que considera al mercado de trabajo como algo estático del que unos tienen que salir para que otros entren”.

Ahora bien, al margen de el marco regulatorio, Fernández Palacios opina que los senior cuentan con algunas ventajas para la puesta en marcha de proyectos empresariales, “que tienen que ver con su experiencia acumulada en el sector, su red de contactos o su ‘entrenamiento’ para moverse en los circuitos de las Administraciones; a menudo, también la mayor disponibilidad de recursos financieros. Eso puede explicar que la conversión de la ‘intención emprendedora’ en emprendimiento real sea más alta en los mayores que en los más jóvenes”.

No obstante, argumenta Elena Gil, “el problema es que no todas las personas tienen vocación emprendedora y no se puede esperar que todos los senior se conviertan en autónomos: es necesario ofrecer garantías para que puedan trabajar en el Régimen General, como cualquier otro profesional”. Para la experta se trata de “una cuestión de justicia social, pero también de competitividad: los senior tienen una presencia creciente y ninguna empresa va a ser sostenible si no les contempla como prioridad”. 

En este punto, destaca Gil, “es fundamental reforzar las políticas activas de empleo para posibilitar el mantenimiento de la cualificación de los séniores, permitiendo que puedan conectar con los nuevos nichos de empleo”. 

Dicho esto, también es necesario impulsar ayudas para que las personas mayores puedan emprender con garantías. “Actualmente, la mayoría de los apoyos se orientan a los jóvenes, olvidando que los mayores de 55 años atesoran una dilatada experiencia, un gran conocimiento de mercado y una capacidad de reacción que solo te da la edad y que, bien gestionada, convierte a los senior en grandes valedores para desarrollar una carrera por cuenta propia”.



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