Pregunta.- ¿Cuáles son, desde su punto de vista, las principales motivaciones de los alumnos de las Aulas de Tercera Edad para formar parte de ellas?

Respuesta.- Las razones que pueden motivar a los mayores a matricularse en alguna del centenar de Aulas de Tercera Edad que existen en España son múltiples y diversas, casi todas ellas relacionadas con el deseo de aumentar el saber y los conocimientos, poder cultivar los sentidos, buscar el enriquecimiento personal con el diálogo y el debate, fomentar la creatividad y el espíritu crítico, mejorar su autoestima personal, superar los peligros de soledad y aislamiento, mantener y mejorar su nivel de salud integral (física, mental y social) y su calidad de vida, intentar conocer con profundidad el mundo que nos rodea y sus constantes y acelerados cambios.

P.- ¿Considera que, en el general, los mayores conocen los beneficios que les pueden reportar estas actividades formativas?

R.- Desde mi larga experiencia a lo largo de 35 años de funcionamiento de las Aulas de Tercera Edad, pienso que cuando los mayores se matriculan e incorporan por primera vez a alguna de sus múltiples y variadas actividades, no son plenamente conscientes de los beneficios que muy pronto van a sentir, consciente o inconscientemente, en su salud y bienestar personal. Hay que tener en cuenta que frente a los tres años de asistencia de una persona mayor a una universidad de mayores de las muchas que proliferan por el territorio español, los alumnos se ven obligados, una vez obtenido su titulación o diploma académico, a abandonar el centro con no pequeña frustración en la mayoría de los casos. Por el contrario, en las Aulas de Tercer Edad sus alumnos viven y disfrutan de sus actividades durante diez, veinte y más años. Por eso, a lo largo de los años unos optan por actividades formativo-culturales, otros se decantan por actividades de dinámica ocupacional, otros eligen actividades de desarrollo psíquico-físico y muchos otros deciden participar en actividades sociales y de voluntariado.

P.- En cuanto a su propia experiencia, ¿qué lo llevó a formar parte de una iniciativa como esta?

R.- Porque como gestor cultural y educador que sido toda mi vida me resultó muy atractiva la invitación que recibí en 1978 de dirigir el Centro Piloto Nacional de Aulas de Tercera Edad de Madrid. La ilusión renovada, la utopía como meta, el esfuerzo y la entrega hicieron el resto. Desde entonces han pasado la friolera de 35 años, y seguimos en la brecha.