Aurelio López-Barajas / CEO y socio fundador de Supercuidadores
'Debemos asegurar que, mientras alguien viva, se le cuide con dignidad, allí donde quiera ser cuidada'
Pregunta.- ¿Diría que el modelo actual de asistencia a las personas mayores deja de lado, o no tiene en cuenta lo suficiente, la atención a la calidad de vida del cuidador?
Respuesta.- Efectivamente, puede ser así. Para que el cuidador preste un buen servicio a la persona mayor o a la persona que cuide, debe sentirse bien y esto pasa por que tenga una buena cualificación y que se sienta reconocida y dignificada su labor, siendo fundamental el que reciba una contraprestación económica adecuada, que debe ser considerada superior a la de un empleado/a de servicio doméstico, sin desmerecer a las personas que trabajan en este colectivo.
P.- ¿Considera que ha evidenciado el impacto de la Covid-19 una cierta fragilidad en nuestro sistema de cuidados?
R.- La Covid-19 ha evidenciado la necesidad y el reconocimiento que deben tener los cuidadores. Adicionalmente, ha evidenciado la necesaria profesionalización del sector de los cuidados en general, para proporcionar un servicio que garantice el cumplimiento de los protocolos para prevenir o saber cuidar a las personas mayores, enfermas o dependientes.
P.- En su origen, la Ley de Dependencia se impulsó con la intención de promocionar los servicios frente a las prestaciones económicas, aunque en la práctica no está siendo así. ¿Considera que se fue quedando por el camino esa razón de ser de la norma?
R.- Yo creo que lo que hay que asegurar es que la persona mayor o dependiente reciba un servicio de calidad, ya sea mediante la prestación directa del servicio o mediante la concesión de una prestación económica que permita al dependiente elegir qué empresa o persona le proporciona asistencia. Lo que hay que evitar es la prestación de servicios realizadas por empresas o personas que no cumplan con la cualificación exigida a los trabajadores que presten el servicio. Hay que recordar que todos los auxiliares de ayuda a domicilio han de disponer del certificado de profesionalidad en atención sociosanitaria a personas dependientes, como formación general, a la que hay que sumar la especialización que se requiera para atender a las personas cuidadas, ya sea por razones de edad, enfermedad, discapacidad o cualquier otro tipo de dependencia.
P.- ¿Cómo es posible materializar la personalización de la atención?
R.- Hay que analizar las necesidades de la persona y personalizar su atención. Un buen cuidador debe mostrarse receptivo y tener la capacidad de poder resolver dichas necesidades. Es de esperar que si el cuidar está al cuidado de un familiar o de una persona ajena velará continuamente por su bienestar. No obstante, hay que tener en cuenta que el bienestar para la persona cuidada no es hacer todo por él, sino garantizar su autonomía en la medida de lo posible, dejándole ser partícipe de su vida y que decida por sí mismo siempre que sus decisiones no supongan peligros o riesgos innecesarios para él o para otras personas.
P.- El respeto mutuo y la empatía entre cuidador y persona cuidada son dos aspectos clave. ¿Cómo se trabaja en estos dos puntos?
R.- Quizás el primer paso es que el cuidador debe evitar invadir el espacio vital de la persona a cuidar, para eludir posibles molestias, y respetar el derecho de la persona a su intimidad, a sus pertenencias y recuerdos, así como a su propio espacio físico. El segundo paso es tratar con cariño y respeto a todas las personas, ya que es la esencia de las relaciones humanas, de la vida en comunidad, del trabajo en equipo, de la vida conyugal, así como de cualquier relación interpersonal. El respeto, es decir, reconocer el derecho de cada persona a ser diferente y a tratarlo como tal, crea un ambiente de cordialidad y seguridad. El cuidador debe de evitar las ofensas y las ironías, y no dejar que la violencia se convierta en el medio para imponer criterios.
P.- ¿Influye en la calidad de vida de la persona mayor el hecho de que sea atendida en su casa?
R.- El hogar en el que la persona ha vivido toda o parte de su vida puede ser importantísimo para ella y debemos procurar que dicha persona, allí donde sea atendida, se encuentre bien, tanto desde el punto de vista físico como emocional. Como sociedad no podemos asegurar que las personas se curen o vivan permanentemente, pero lo que sí podemos y debemos asegurar es que, mientras alguien viva, se le cuide con dignidad, allí donde quiera ser cuidada.