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Laia Isern / Arquitecta y socia de Vitaller

'La arquitectura es una herramienta más para ayudar a las personas a realizar su proyecto de vida'

Tras sus 20 años de experiencia en proyectos de arquitectura sanitaria y sociosanitaria, la socia de Vitaller Arquitectura conoce de cerca cómo se articula la concepción, desde sus cimientos, de espacios amigables con todas las personas

M.S. / EM 07-06-2021

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Pregunta.- ¿Cuáles son aquellos puntos de partida que guían un proyecto desde su inicio cuando se trata de crear un entorno que sea amigable con las personas mayores?

Respuesta.- Cuando empezamos a pensar en un nuevo proyecto, tenemos que entender la palabra 'uso' más allá de la connotación funcional, nos lleva a asimilar que la arquitectura no es sólo lo que hacemos dentro de ella, sino también como se vive y se siente. El diseño tiene que fomentar la escala humana, el confort y el bienestar de las personas. Esto tiene un amplio rango de actuación, desde la ubicación del edificio, que sea cercano y accesible a para las personas mayores hasta los detalles de señalización o decoración de los espacios.

P.- Usted ha hecho alusión a la importancia de atender a la diversidad, una premisa que precisamente los mayores de hoy en día exigen que sea atendida. ¿Cómo se puede considerar, desde la arquitectura, esta atención a la diversidad?

R.- La arquitectura es una herramienta más para ayudar a las personas a realizar su proyecto de vida. En los últimos tiempos están surgiendo distintas formas de vivir el envejecimiento, esta es la clave para que cada uno pueda elegir la manera que más se adapte a su personalidad, ya sea envejecer en casa, viviendas tuteladas, cohousing, centros de día, residencias… Sea cual sea la propuesta de edificio se tienen que tener en cuenta espacios en los que las personas puedan tener intimidad y privacidad, pero también promover espacios donde se estimule la interacción social, donde se favorezcan los encuentros y la socialización.

P.- ¿Qué características o componentes debe cumplir una ciudad o entorno para que los senior tengan las mismas oportunidades que el resto de colectivos de otras edades?

R.- Una de las premisas básicas es crear ciudades para las personas, para los peatones. El diseño de la ciudad de los quince minutos, donde los servicios básicos se encuentren a un máximo de quince minutos, mercado, farmacia, centro de salud, plazas, centros cívicos… Las calles que comunican estos espacios cumplen premisas de accesibilidad, a pie plano sin escalones ni desniveles, tecnología aplicada por ejemplo a los semáforos, que tengan zonas de descanso en su recorrido, con bancos y árboles que proporcionen sombra, ya que la capacidad cognitiva y física de las personas mayores disminuye.

P.- ¿Destacaría algún ejemplo internacional que destaque por sus experiencias vanguardistas en cuanto a inclusión de los mayores en su sociedad?

R.- Una ciudad amigable con las personas mayores ha de fomentar el envejecimiento activo optimizando las oportunidades de salud, participación y seguridad para mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen, adaptando sus estructuras y servicios para que sean accesibles e inclusivas para las personas mayores con diferentes necesidades y capacidades. Hay numerosos casos de éxito, a partir de estrategias lideradas por organismos internacionales como la OMS, a través de la “Red Mundial de la OMS de Ciudades y Comunidades Adaptadas a las Personas Mayores”. Un ejemplo puede ser Manchester, con políticas enfocadas a reducir el aislamiento social entre los mayores y promover su participación ciudadana, subvencionando proyectos que favorezcan la integración y la vida activa de los mayores.

P.- ¿La irrupción de la Covid-19 ha hecho que se modifiquen los parámetros que anteriormente se tenían en cuenta para el diseño de un centro de atención a personas mayores?

R.- La irrupción de la pandemia ha hecho florecer y acelerar el proceso de transformación de las residencias tradicionales hacia entornos de atención centrada en la persona. La organización de residencias en unidades de convivencia de 14-18 personas que conviven, comen, hacen actividades conjuntamente, tiene que ver con la visión de familia y comunidad, pero además crea espacios fácilmente independizables de cara a el aislamiento de un grupo de personas en un momento determinado. La residencia es un lugar donde vivir, se tiene que entender más como un hogar que como un hospital. Otra de las necesidades que se apuntan y que ahora son más justificables son las habitaciones individuales con baño propio, para mejorar la intimidad de las personas y por el aislamiento necesario en caso de pandemia.

P.- El problema de soledad no deseada es un fenómeno trágico para muchos mayores. ¿Podrían ser las pequeñas unidades de convivencia una de las opciones para paliar estos índices de aislamiento?

R.- Hemos participado en la reforma de la residencia de Sant Hilari, en Girona, creando unidades de convivencia, lo que inicialmente incluya una cocina terapéutica en el comedor para ayudar a realizar actividades de la vida cuotidiana, se ha transformado en el núcleo de sociabilización de la unidad. Allí se preparan desayunos y cenas, donde todas las personas de la unidad participan en mayor o menor medida, las personas más autónomas ayudan a las más dependientes a la hora de organizarse. Salieron a comprar los electrodomésticos y menaje sintiéndose partícipes de la transformación y personalizándose el espacio en el que vivirían. Fue una experiencia muy gratificante de diseño colaborativo.

P.- Teniendo en cuenta las preguntas de esta entrevista: ¿cómo se imagina que serán, en un tiempo no tan lejano, y más tras esta pandemia, las ciudades del futuro?

R.- La tendencia es redefinir las ciudades con un concepto clave que mejore la calidad de vida de los ciudadanos: hiperproximidad. Una configuración urbana que limite el impacto ambiental de la vida en la ciudad al reducir significativamente los viajes intensivos en carbono, en los que los residentes pueden satisfacer sus necesidades básicas cerca de casa y que, gracias a su calidad de vida, fomente su bienestar y apego a su zona de residencia, además de la obvia mejora medioambiental que esto supone. La ciudad de los 15 minutos es una visión de ciudad policéntrica, donde la densidad permite una masa crítica dándole sentido a la proximidad de vida y a su intensidad social. Desde una óptica age-friendly, la ciudad de los 15 minutos reduce la necesidad de desplazarse en vehículo, favoreciendo la reducción de la velocidad del entorno (se favorece el desplazamiento a pie) lo que genera más autonomía y seguridad a los mayores.



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