Pregunta.- ¿Cuáles son los beneficios, para los mayores, de participar en actividades con niños? ¿Qué cambios positivos experimentan los enfermos?

Respuesta.- Se están obteniendo buenos resultados, sobre todo, en la concentración de los pacientes en las actividades que se trabajan en los propios talleres intergeneracionales. Mantener la atención de los pacientes en determinadas actividades resulta complejo en ocasiones. Cuando trabajan con niños en actividades planificadas y diseñadas para el programa, se logra una mejoría de la concentración en los pacientes que, naturalmente, es diferencial. Es decir, los resultados no son similares en todos los pacientes.

P.- A nivel social, ¿cree que se le da la suficiente importancia a este tipo de programas?¿Tiene la misma consideración que otras terapias?

R.- No se trata de una terapia muy extendida. Un programa intergeneracional como terapia cognitiva no es un día de encuentro lúdico abuelos-nietos en el centro de referencia. Ni una jornada de convivencia como las que frecuentemente organizan las asociaciones. Las particulares características de estos programas, que requieren tanto trabajo profesional, tanta planificación y seguimiento, los hacen poco frecuentes. Si bien, poco a poco, se están incorporando a las terapias que ponen en marcha las asociaciones.

P.- Este día mundial lo celebran bajo el lema ‘Alzheimer ConCiencia Social’. ¿Qué desean reivindicar?

R.- Reivindicamos la necesidad de tomar conciencia del impacto del Alzheimer y otras demencias en la sociedad. El Alzheimer y otras demencias son un problema sociosanitario real, de gran magnitud, que va a poner en peligro la sostenibilidad de los sistemas de protección sociosanitaria en nuestro país si no somos capaces de darle una solución integral que contemple todos sus aspectos: desde la sensibilización y la prevención de los factores de riesgo, al diagnóstico temprano y el cuidado de los que sufren las consecuencias de la enfermedad (el binomio paciente-cuidador); desde la investigación biomédica y social a la formación de los agentes implicados. Eso solo es posible a través de una política de Estado desplegada en un Plan Nacional de Alzheimer, plan que ya está elaborado y a falta del impulso político que lleve a su aprobación.